El de Viveiro es uno de los de más dimensión en España, con mejoras y sorpresas que hacen única la visita a este clásico navideño. Y con un reto. Sigue leyendo...
03 ene 2021 . Actualizado a las 22:43 h.En el 2017, el Gobierno de Lituania regalaba al papa Francisco el belén más pequeño del mundo. Era tan tan tan (no, no suenan campanas) pequeño que solo se veía con un microscopio. «Las cosas más importantes son invisibles al ojo humano», tuiteaba la presidenta lituana.
Este año toca hacer la Navidad más especial por causa de fuerza mayor: el covid, también invisible al ojo humano. Con «sentidiño», pero que su espíritu no decaiga. Sin ánimo de comparaciones (no miro a Vigo), Viveiro contribuye a hacerla grande, literalmente. Apuestan desde hace dos décadas por «Viveiro ante o berce». Es su belén, «el más grande de Galicia».
Lo organiza el concello alrededor de la iglesia de Santa María. El montaje es responsabilidad de la Asociación Amigos do Casco Vello cuyo presidente, Jesús Atadell, dice: «Creo que é un dos máis grandes de España. Hai un preto de Madrid, no Escorial. Son moitos metros pero non está nun conxunto tan ordenado e concentrado como aquí». Se despliega por 2.500 metros cuadrados un centenar de figuras en escenas de oficios tradicionales recreando un ambiente rural de Oriente, con numerosas construcciones y animales de mentira, pero también de verdad: gallinas. Y algún gato «intruso».
Otros elementos suman encanto: el molino de agua, el humo (agua atomizada) de la herrería, las partes que se mueven mecánicamente o novedades como un señor encantando una serpiente cobra (menos mal que es falsa) y un puesto de bacalao. «Decidimos hacer el belén respetando las medidas covid, con vigilancia 24 horas y sin aglomeraciones, porque es un atractivo más. Este año, con todas las restricciones y medidas, vuelve a ser un éxito», subraya la alcaldesa viveirense María Loureiro.
CADA AÑO DIFERENTE
«O belén é un traballo bastante digno, e saímos satisfeitos», añade Jesús Atadell. «Cada ano é diferente na configuración e cada ano creo que o facemos mellor porque nos gusta máis o cambio de ubicación que facemos das cousas, por exemplo este ano na escena do ferreiro, e algunhas reconstrucións. Como o vemos mellor que o ano anterior, estamos contentos».
Además, viene con sorpresa como el huevo Kinder: el caganer. El reto del que os hablábamos al principio consiste en lograr encontrarlo, cual Wally a tamaño natural pero ocupado en sus menesteres intestinales. Está bastante escondido. Sigo a una pareja que va delante de mí, habla francés y se mete en un rincón y... ¡allí está!
«Viveiro ante o berce» merece la pena. Aunque ya me lo imagino en el futuro: María y José en holograma.