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El cruce de ríos que atrajo un rayo

VEN A GALICIA

Concello de Cuntis

Bienvenido Gallo, ahora mando yo. Eso parece decir el río Umia a su afluente en la llamada Poza do Pego, un lugar cuntiense con encanto natural donde llueven las leyendas sobre viejos pasadizos secretos

05 jul 2021 . Actualizado a las 12:12 h.

Allá donde se cruzan los ríos, donde el mar no se puede concebir... La letra se parece, pero no sigue con el «pongamos que hablo de Madrid», de Sabina. Porque, en realidad, hablamos del municipio pontevedrés de Cuntis. Y del cruce natural de los ríos Gallo y Umia; un lugar al que llegar a pie, ya que hay una ruta circular de senderismo de unos diez kilómetros que parte del casco urbano cuntiense, de las cercanías del bar Don Manuel, y que lleva al entorno. Conviene llegar bien acompañado para conocer algunas anécdotas.

Ocurre así con Manuel Martínez, técnico de turismo municipal y entusiasta del monte y sus leyendas. Explica que, en una ocasión, un rayo se debió sentir atraído por ese cruce de aguas fluviales, donde unos patos salvajes toman vuelo antes de que el flash del forastero pueda cazarles. Así que cayó con toda su fuerza sobre un eucalipto de la ribera del Umia. El árbol quedó en medio del camino y ahí podría seguir. Pero se decidió cortar el tramo del tronco que interrumpía la ruta y convertirlo en banco con vistas a los cauces. Ahora es pasto de likes en las redes sociales. Pero pocos saben que le deben los «me gusta» a una descarga eléctrica.

El banco es la excusa. Pero lo importante es conocer la ruta, a la que se le llamaba de las corredoiras porque discurre, esencialmente, por los viejos caminos de carros. A pocos kilómetros de salir del casco urbano de Cuntis, se adivinan ya los tres ingredientes básicos: belleza natural , con un trayecto pegado a un río saltarín y rodeado de bosque autóctono, encanto de lo decadente —desde viejos molinos a un aserradero ruinoso que es pasto de la hiedra— pero, también, mimo en forma de arte.

No solo se hizo un banco a cuenta de un rayo. Un artista local, Fran Ameixeiras, ha puesto su talento a disposición de las piedras y, de cuando en vez a lo largo del camino, desde los penedos saludan caras talladas, círculos y figuras geométricas o un pez todavía en plena confección con la técnica del LandArt. ¡Qué aventura deparará todo ello a los pequeños caminantes, en busca de las piedras con sorpresa!

Tras llegar a ese encuentro natural de los ríos, a la Poza do Pego, donde el Umia parece hacerle entender al Gallo que a partir de ahí lleva él la voz cantante, el camino sigue pegado a árboles con solera y formas singulares. Y aparece el viejo aserradero convertido en ruina, que lo mismo podría encuadrar en una película de terror que enmarcarse en un ruinoso cuadro paisajista.

El río, en ese punto, ancho, reposado y con pozas, invita al baño, aunque en un día de cielo gris el fondo se antoja oscuro. Manuel Martínez aclara con emoción: «No verán ves o fondo clariño. Aquí a auga é moi pura, o río vén totalmente limpo».

La sombra está garantizada porque los árboles cubren la ruta y la configuración circular trae de nuevo al senderista al centro de Cuntis. O no. Dado que el caminante puede emocionarse y seguir el viaje con los pies hacia tierras de Moraña. Porque por ahí pasa también, en sentido contrario, la llamada Vía Mariana luso-galaica, que va desde Braga hasta Muxía. Pero ese ya es otro camino. Y otro secreto.