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El sector turístico gallego espera que todos los hoteles reabran este mes

Mónica Pérez Vilar
mónica p. vilar REDACCIÓN / LA VOZ

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Sara Santos y su hijo, a las puertas del hotel Rúa Villar, en Santiago, que aún no han reabierto.
Sara Santos y su hijo, a las puertas del hotel Rúa Villar, en Santiago, que aún no han reabierto. Sandra Alonso

Algunos establecimientos han estrenado julio con el cierre todavía echado

02 jul 2021 . Actualizado a las 09:53 h.

El Rexistro de Empresas e Actividades Turísticas (REAT) de julio indica que en Galicia hay 918 hoteles que acumulan casi 57.000 plazas de alojamiento. Esas son al menos las cifras de establecimientos inscritos en este censo que recoge las empresas turísticas de la comunidad. Sin embargo, algunos de ellos continúan cerrados temporalmente por la pandemia. La eliminación de restricciones y el progresivo aumento de la movilidad y la demanda turística todavía no han animado a todos los establecimientos hoteleros de la comunidad a reabrir sus puertas. 

Pero el sector va retomando el pulso poco a poco. Junio ya supuso la vuelta a la actividad de un buen número de alojamientos, y el Clúster Turismo de Galicia espera que julio consolide la recuperación de la totalidad de la oferta hotelera de la comunidad, pese a que reconocen que la búsqueda de espacios abiertos y naturaleza, los viajes en grupos muy reducidos y las reticencias a encontrarse con otras personas favorecen a otro tipo de alojamientos, como los apartamentos o las viviendas de uso turístico.

 Entre esos locales que han vuelto a la actividad hace pocas semanas está el Hotel El Puente, situado en una de las localidades turísticas gallegas por excelencia, Sanxenxo. La temporada que normalmente habrían inaugurado en Semana Santa arrancó para ellos el pasado 15 de junio. «Antes no podíamos, había mucha incertidumbre, y tú tienes que poner una fecha para empezar a vender, no puedes luego andar llamando a los clientes para decirles que al final no abres», explica Alfonso Martínez, propietario del establecimiento. La quincena se les ha pasado volando, con buen ritmo de trabajo los fines de semana, aunque más escaso en días laborables. Calculan que la ocupación pudo rondar el 45 %. «No fue como 2019, pero con la que está cayendo no me quejo», reconoce. Las previsiones para julio y agosto, dice, son muy buenas. «Aunque la mayoría de las reservas están en el aire, ahora permitimos cancelar hasta pocos días antes así que no sabes cuántas se van a materializar», explica. En esa incertidumbre pesa especialmente el miedo a nuevos cierres o restricciones. «Yo estoy seguro de que la gente quiere salir y venir a Galicia y a Sanxenxo, pero mi preocupación es que se dé la situación sanitaria para que puedan hacerlo».

Sin embargo, también hay alojamientos que mantendrán el cierre echado durante este mes. En pleno centro de Santiago, el hotel Rúa do Villar de Sara Santos sigue clausurado, lo mismo que la pensión que tiene en la Rúa Nova. «No hay reservas que nos den una viabilidad para este mes, la ocupación que preveía para julio no me daría ni para los gastos de apertura y endeudarme más ya no puedo», lamenta Santos. Reabrir supondría, por ejemplo, sacar del ERTE a sus diez empleados. «Tengo cuatro recepcionistas, para cubrir las 24 horas y los días de descanso. Y no puedo tener menos, aunque solo tenga ocupadas un par de habitaciones», dice, para explicar que tener menos usuarios no significa poder reducir los gastos.

Sara y su hijo ante el hotel cerrado
Sara y su hijo ante el hotel cerrado Sandra Alonso

Continuar cerrada no es para ella plato de buen gusto. «Llega a deprimir ver el hotel cerrado un día, y otro... Y estar sin trabajar, cuando mi trabajo me gustaba, es una tristeza», cuenta. La situación cambiará por fin a finales de mes. Sara está pensando retomar la actividad en los días previos o posteriores al 25 de julio, fiesta grande en Santiago. Lo que es prácticamente seguro es que estarán abiertos para el día 27 «porque vienen unos clientes de toda la vida a quedarse nueve días y me sabía mal que tuvieran que buscar otro lugar». Ese respeto por los viajeros es lo que la convenció para abrir definitivamente en agosto. «Al principio tampoco había muchísimas reservas, pero no me parecía bien desviar a esa gente y decirles que al final no íbamos a abrir. Por suerte, las reservas van subiendo, y hacia principios de mes ya tenemos en torno al 50 % de ocupación. Para septiembre también hay cifras aceptables y para octubre hay algo. Pero en noviembre tendré que pensarme en volver a cerrar, porque de momento no hay prácticamente nada», expresa.

Desde el Clúster reconocen que lo excepcional de las circunstancias está provocando un retraso en la planificación de las vacaciones. «La temporada estival irá este año desde el 1 de julio hasta, al menos, finales de septiembre, porque las personas prefieren la seguridad que representa la inmunidad de grupo y el avance en el proceso de vacunaciones», argumentan. Y apuntan que el sector no tiene más remedio que adaptarse a una nueva situación en la que los turistas «viajarán mayoritariamente en pareja o familia, se desplazarán en coche y a lugares no muy lejanos y exigirán flexibilidad de reservas, lo que introduce un elemento de incertidumbre en el sector».

Menos problemas fuera de los entornos urbanos

Mientras los destinos urbanos sufren más las reticencias que todavía despierta viajar, otras ubicaciones juegan las bazas de estar en entornos naturales y satisfacer las ansias de aire libre que proliferan tras meses de encierros y restricciones. Así sucede en la Costa da Morte. «Está siendo un destino ganador en esta etapa poscovid, la gente lo está demandando mucho. Todo apunta a que julio, agosto y septiembre serán muy buenos en toda la zona, y a ver si se puede ampliar a octubre, ya que está subiendo el número de peregrinos», dice Jesús Picallo, vicepresidente del Clúster Turismo de Galicia.

Él tiene un hotel en esta área, El Semáforo de Fisterra, que se encarama sobre el mítico cabo y que reabrió en mayo, tras caer los cierres perimetrales. «En cuanto surgen buenas noticias sobre la evolución de la pandemia, surgen también las reservas», dice optimista Picallo, aunque reconoce que, del mismo modo, cualquier noticia negativa les pone en vilo. «Vives día a día con temor a nuevos cierres, cambios de aforos... Lo que más me preocupa es la estabilidad de mis equipos. De nosotros dependen en torno a veinte personas, cada una con su historia personal, y llevas un año viendo sus miradas de preocupación, cómo han sufrido la reducción de ingresos... Y eso es una de las cosas que nos animó a reabrir y no tirar la toalla», dice.

Picallo en el faro de Lariño, donde abrirá el hotel.
Picallo en el faro de Lariño, donde abrirá el hotel. Laura Martelo

Atreverse a abrir un alojamiento en plena pandemia de coronavirus

Hace un año, en plena pandemia, Jesús Picallo y su equipo, en el que es pieza fundamental su hijo Jacinto, recibían el visto bueno para convertir en hotel las instalaciones anexas al Faro de Lariño, en Carnota. «Lo normal, tal y como estaban las cosas, parecía dar un paso atrás, pero habíamos invertido en el proyecto, era una oportunidad tan buena de poner en valor el patrimonio local y generar empleo y actividad económica en la zona... que decidimos seguir adelante», explican, reconociendo que «lo sensato» hubiera sido renunciar «y quedarse en una posición cómoda». «Cada vez que lo pienso me digo: “¿Cómo nos metimos en este lío?”», reconoce divertido Jesús, que alega sus 61 años de experiencia y el hecho de ser una empresa familiar para justificar su apuesta.

Esperan que el nuevo hotel, que tendrá nueve habitaciones, una taberna con vistas la playa de Ancoradoiro y una fuerte apuesta por la sostenibilidad, pueda abrir antes de mediados de mes, tras rematar algunos detalles, limpiar los restos de las obras y realizar algunas prácticas con los equipos. Entre las alternativas que ofrecerán a los clientes estará la posibilidad de recorrer la zona utilizando coches eléctricos, gracias a una experiencia piloto que patrocina Hyundai. «Ofreceremos un pack para pasar una noche en el Semáforo de Fisterra y otra en el Faro de Lariño, desplazándose entre ambos puntos con uno de estos vehículos», detalla Picallo.