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El Camino de Santiago vuelve a empezar en Portugal

Manuel Varela Fariña
manuel varela VALENÇA DO MINHO / LA VOZ

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Arancha y Jeni, en Valença, volaron a Santiago desde Valencia para empezar la ruta en Portugal
Arancha y Jeni, en Valença, volaron a Santiago desde Valencia para empezar la ruta en Portugal VÍTOR MEJUTO

La segunda ruta más popular hacia Santiago registra el triple de peregrinos que el mes pasado

07 jul 2021 . Actualizado a las 18:20 h.

Mellijn aparece solo, a paso ligero y por una calle secundaria, ignorando las terrazas llenas, las toallas a mitad de precio y las impresionantes vistas que le descubren por primera vez Galicia. Va mirando el mapa del móvil mientras pasa de largo frente al Café Cantinho, en el corazón de la fortaleza de Valença. Se le escapa una flecha amarilla indicando la ruta en un mojón, un cartel que reza Caminho Português y un par de peregrinas cargando la mochila en esa dirección. Ajeno a las pistas, Mellijn desanda sus pasos clavando la mirada en la pantalla y vuelve a pasar frente al café. Al cabo de una hora desciende hacia el Miño junto al Parador de Tui.

Acaba de cumplir 20, está de año sabático y dice que quiere recorrer el mundo. Una de las paradas en este viaje en solitario empezó hace un par de días en Oporto y terminará en Santiago, siguiendo una ruta donde no le importa mucho el entorno sino lo que pasa por su cabeza. «Quería ganar perspectiva, liberar la mente y aclarar mis ideas», reconoce el joven holandés, que emprende de nuevo la marcha y obvia una vez más la flecha amarilla que le guía hacia la Catedral de Santa María. No es el único que elige la ruta para iniciar ese viaje interno. Lo mismo hace Jakub, un joven checo que también inició el Camino Portugués en Oporto: «Recorro treinta kilómetros al día. Lo único que hago es andar y tratar de organizar mis ideas». Y Adão, otro que va en solitario tras salir de su casa en Braga para caminar 180 kilómetros hasta Santiago. «Es algo espiritual, no se puede explicar», responde, tras dudar unos segundos y encogerse de hombros.

Un peregrino holandés, a punto de terminar su quinta etapa en Tui tras empezar en Oporto
Un peregrino holandés, a punto de terminar su quinta etapa en Tui tras empezar en Oporto VÍTOR MEJUTO

Cada vez más peregrinos

Solo unos pocos más cruzan ese día el Puente Internacional entre Tui y Valença, un lugar que recobra vida con los pasos de los peregrinos y el trajín de los coches después de permanecer meses cerrado por la pandemia. Antes de que el mundo se parase, en junio del 2019, 12.273 personas desfilaron por la estrecha infraestructura que desde hace más de 130 años permite superar el Miño sin ir en barca, el medio que hasta entonces debían emplear quienes emprendiesen la marcha hacia Compostela desde Portugal.

Según los datos de la Oficina del Peregrino, el pasado mes de junio fueron 3.684, cuatro veces menos. «Estamos trabajando, aproximadamente, un 5 % de lo que deberíamos», apunta José Manuel, de la compañía Tuitrans, que hace diez años se convirtió en la primera en ofrecer a los peregrinos el servicio de desplazamiento de equipajes desde Oporto hasta Santiago. Percibe que cada vez son más los que llegan a Tui, pero «nada que ver con hace dos años». Por ahora, menos de la mitad de la plantilla está trabajando.

Lo primero que se encuentran los peregrinos al cruzar el puente sobre el Miño es una aduana artificial, último vestigio de tiempos pretéritos a Schengen, donde unos agentes de la Policía Nacional y otro par de la Guarda Nacional Republicana comparten impresiones sobre el avance de la cepa india y se sacan unas fotos. Unos metros más allá, Julio Quiroga revisa unos papeles sentado en su mesón, donde calcula que siete de cada diez clientes son portugueses. Es la primera parada para quien cruce el puente con hambre o sed —o quiera llevarse un recuerdo de la tienda—. Por ahora está solo él sentado. «Algunos paran a sellar [la credencial del Camino], pero todavía hay poca gente», admite.

Pese a la lenta vuelta a la normalidad, el Camino Portugués, tanto el central como la variante por la costa desde A Guarda hasta Redondela, alcanzó el mes pasado su mejor registro de usuarios desde agosto del 2020 y el triple de peregrinos que en mayo. Es la segunda ruta más empleada tras el Camino Francés, por el que en junio llegaron a Santiago 8.092 personas.

Adam y Martin, dos peregrinos checos en el Puente Internacional de Tui, comenzaron en Oporto
Adam y Martin, dos peregrinos checos en el Puente Internacional de Tui, comenzaron en Oporto VÍTOR MEJUTO

Última parada en Portugal

La fortaleza de Valença lleva años empeñada en perpetuar el tópico portugués al soportar el mayor número de tiendas de toallas por metro cuadrado. Solo compiten con ellas los restaurantes y la Casa Toga, que resiste en medio desde 1898. En su momento fue la única tienda del pueblo y, ahora, combina nostalgia con licores, cajas con pasteis de nata, delantales con el gallo de Barcelos y suvenires fabricados con corcho. Dice María José, al otro lado del mostrador, que el Camino de Santiago no pasaba antes por ahí pero que empezó a hacerlo desde que abrieron un albergue unos metros más arriba. De ahí que venda ahora también bastones de peregrino a la entrada.

Enfrente, Gabriel cuenta los pasajeros del tren turístico que cruza el puente a Tui antes de salir. Va cargado, pero aparentemente sin peregrinos. «Van camuflados, se suben muchos pero no llevan la indumentaria», asegura. Al cabo de un rato pasan juntas Katalin y Renata, una húngara y la otra alemana, que se conocieron hace diez minutos pese a salir ambas desde Barcelos. «El año pasado empecé en Oporto; tuve que parar cuando empezó la pandemia y ahora retomé donde lo dejé», señala Katalin, que hace el Camino por segunda vez, la primera desde Portugal.

Peregrinaje desde el Sá Carneiro

El Camino Portugués, en sus múltiples variantes, se ha consolidado como la segunda ruta a Compostela pese al escepticismo de las autoridades lusas a principios de los noventa. En esa época, entidades como la Asociación de Amigos del Camino de Santiago se esforzaron en convencerles de las posibilidades que abría la ruta jacobea. «Pensaban que xa tiñan Fátima, non se decataban aínda de que había que cruzar todo Portugal para chegar a Santiago», recuerda Antón Pombo, doctor en Historia Contemporánea por la USC.

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El investigador y experto en el Camino, con más de veinte guías sobre las rutas de peregrinaje, advierte de que en el país vecino están ahora «completamente entregados». «En todo o país hai señalizacións e albergues. Todas as rutas están identificadas: o nascente dende o Algarve, o central, o da raia... E poñendo servizos», explica. Una de las claves, continúa Pombo, fue la creación, hace tres años, de una comisión nacional para los caminos dependiente del Ministerio de Cultura portugués. «Hai base histórica, pero tamén moito interese político porque todos queren ter camiños na súa zona», añade el experto.

Otra de las claves está en el aeropuerto de Sá Carneiro, en Oporto, que en el 2019 alcanzó los 13 millones de pasajeros atraídos por el bajo coste de los billetes de las compañías low cost que operan allí. «É a circunstancia especial que o diferenza do resto. Non hai outra ruta cun aeroporto internacional similar. Dende alí chegan o 80 % dos peregrinos do Camiño Portugués», argumenta Antón Pombo, lo que lo convierte «no máis internacional dos camiños a Santiago».

«Pasé un año duro, el Camino me ayuda»

Adam y Martin, dos jóvenes checos amigos en la infancia, llevaban varios años sin verse. Coincidieron hace unos días en Olomouc, una ciudad universitaria al este del país, y decidieron coger un tren hasta Viena para volar a Oporto y empezar el Camino Portugués. «Fue algo espontáneo», recuerdan tras cruzar el puente internacional y poner pie en Galicia por primera vez. A pesar de ir juntos, comparten la motivación de tantos otros que caminan solos hacia Santiago. «Quiero despejar la cabeza y aclarar mis ideas», responde Adam, que habla también de una «experiencia espiritual» en la ruta. Para los dos acaba de pasar «un año muy duro» por la pandemia. Más aún en el caso de Martin, futuro profesor de Geografía, que el inicio de la pandemia le coincidió con una operación. «Fueron momentos muy complicados. El Camino me está ayudando mucho, la gente es agradable y estamos descubriendo una cultura muy diferente a la checa. Necesitaba salir y viajar», añade.

A Tui llegan también Arancha y Jeni, dos jóvenes de Cuenca y Valencia que volaron desde la capital del Turia a Santiago para después bajar en bus a Valença e iniciar la ruta. «Elegimos el Camino Portugués para evitar contagios, pensando que sería más tranquilo que el Francés», justifican.

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Dos rutas desde el Miño y otra por Verín para cruzar la frontera

En junio entraron a Galicia 3.129 personas por el Camino portugués y otras 555 por la variante que discurre por la costa entre A Guarda y Redondela. Otras 467 lo hicieron por la Vía de la Plata, o sanabrés, que parte desde Sevilla, Extremadura, Salamanca o Zamora. A él se une en Verín el Camino Portugués Interior, recuperado en los últimos años y que puede iniciarse en Coimbra, Viseu o Vila Real. «Considérase o máis antigo dende Portugal e coincide tamén coa vía romana en Chaves», indica el historiador Antón Pombo.

Mientras siguen aflorando rutas perdidas en Portugal, como el Camino de Torres que podría ser certificado antes de acabar el año y se extiende por 600 kilómetros desde Salamanca, las dos principales entradas a Galicia siguen siendo las que unen Valença con Tui y Caminha con A Guarda. Esta última, la que discurre por la costa del Baixo Miño y Vigo, se encuentra ahora con el inconveniente de la suspensión del ferri que une ambas localidades y que, sin él, obliga a los peregrinos a cruzar por los puentes que unen Valença con Tui o Vila Nova con Goián para después caminar hasta A Guarda. Supone un esfuerzo de varios kilómetros que llega a convertirse en una etapa más del camino —desde Tui hay 26 kilómetros andando— en la que, además, deben ir pegados al arcén de la carretera la mayor parte del tiempo para evitar los coches.

Pombo, que este viernes se reunió en Oia con miembros de la ruta, identifica otros dos problemas en la variante: la ausencia del albergues públicos hasta Vigo y, una vez en la ciudad, el «caos» por un casco urbano sin apenas flechas amarillas que faciliten el peregrinaje.

El 28 % de los peregrinos

En el último año sin pandemia llegaron a la plaza del Obradoiro 347.578 peregrinos, de los que casi 95.000 cruzaron en Miño, con 72.357 haciéndolo desde Valença y 22.292 subiéndose al barco en Caminha. Supuso un 28 % del total, mientras que el Francés absorbió el 55 %.

El peregrinaje a Santiago suele partir desde Oporto, sobre todo por el efecto llamada de Sá Carneiro, pero es posible comenzar también mucho más al sur, desde el Algarve o Lisboa, a 613 kilómetros y 26 días de viaje de Santiago. A partir de Coimbra son 17 jornadas y, en Oporto, la ruta se rebaja a diez u once. Las paradas habituales desde el río Douro son Vilarinho, Barcelos, Ponte de Lima, Rubiaes y Valença o Tui. Una vez en Galicia, la variante de la costa y la interior confluyen en Redondela. Las siguientes etapas llegan a Pontevedra, Caldas de Reis, Padrón y, por fin, Santiago de Compostela.

A pesar de las complicaciones en la variante por la costa entre A Guarda y Redondela, el número de usuarios en junio se triplicó respecto al mes de mayo.