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Paraísos de arena y aguas cristalinas en Ferrolterra y Ortegal

Antía Urgorri Serantes
ANTÍA URGORRI FERROL / LA VOZ

VEN A GALICIA

La costa alberga un gran número de calas tranquilas y poco masificadas ideales para el verano

18 jul 2021 . Actualizado a las 15:24 h.

Si por algo se caracteriza la costa de Ferrolterra y Ortegal, a lo largo de sus muchos kilómetros enclavados frente al Atlántico, es la variedad de sus playas. Las hay salvajes e interminables, tranquilas y recónditas, de arenas finas y otras más gruesas, con aguas mansas y otras con olas impresionantes. Sin duda, las que menos se conocen son aquellas calas, que aunque de difícil acceso, luego son auténticos paraísos. Estos son solo algunos de esos tesoros naturales.

Las playas de Ferrol son conocidas por sus impresionantes olas y sus interminables lenguas de arena, sin embargo, si se quiere un rincón tranquilo donde tumbarse al sol también es posible. Con vistas al castillo del siglo XVIII, en San Felipe está radicada una pequeña cala, donde también es posible admirar la fortaleza de La Palma, al otro lado de la bocana de la ría.

La de San Cristóbal, unos kilómetros más allá, o la de Os Fornos, en A Cabana, son otros rinconcitos de arena donde refugiarse con la toalla. También entre las playas de Santa Comba y Ponzos, se encuentra la pequeña cala de Sartaña, que se convierte en la mejor opción en los días de viento.

Pasamos de la ría de Ferrol a la de Ares-Betanzos, donde las posibilidades de rincones de arena se multiplican. En Ares, la cala de Estacas, a solo unos metros de donde encalló el quimiquero Blue Star, es un enclave perfecto. Se puede acceder a ella a través de unas escaleras de madera.

En el mismo municipio, la de O Raso, unida a la de Seselle, también permite un baño tranquilo y poco masificado; al igual que en la playa de Redes, enclavada al lado de este encantador pueblo marinero.

En el concello vecino de Fene, casi en el límite con Cabanas, la cala de Almieiras, en Limodre, es un auténtico paraíso. Pese a estar alejada, tiene un local hostelero muy cerca que permite tomarse una caña después de un día de playa.

En Cabanas se encuentra escondido el arenal de Chamoso. Es muy pequeño y tiene bastantes rocas, pero conserva su gran encanto. A ella recurre sobre todo la gente de la zona porque está poco señalizada y no se ve desde la carretera.

La de Sonreiras, en Cedeira, es una pequeña cala de 45 metros de longitud, de arena dorada. Normalmente el nivel de ocupación es bajo, ya que está aislada, y es necesario caminar para acceder ella.

Más hacia el norte de la provincia, en Ortigueira, presidida por el mejor banco del mundo, en Loiba, se suceden una serie de calas resguardadas por zonas rocosas, a las que hay que bajar andando, y de difícil acceso.

Los espacios reducidos cuando sube la marea o los difíciles accesos, que obligan a caminar por senderos a veces complicados, son los inconvenientes de estas calas paradisíacas, aunque los que las frecuentan tienen claro que el destino final merece la pena.