Irene García-Inés: «Sentí el compromiso de ayudar a que el Camino conservara su esencia»
VEN A GALICIA
Realiza un documental que recogerá testimonios de mayores sobre peregrinos anteriores a 1993
27 jul 2021 . Actualizado a las 00:13 h.El Camino de Santiago es un pozo sin fondo, donde las comunidades locales tienen mucho que decir. Una visión hacia el mundo rural que Irene García-Inés recoge en un documental de una hora que se estrenará en noviembre, cuyo proyecto presentó la semana pasada en el IV Congreso Internacional de la Cátedra Institucional del Camino de Santiago y de las Peregrinaciones de la USC. Tradiciones orales en los Caminos de Santiago de Galicia es el objeto de fondo de este trabajo, que se convertirá en materia audiovisual y textual, ya que el vídeo se acompañará de un cuaderno de viaje.
«La voz es un vehículo tan poderoso como frágil, y creemos que no hay manera más original y resolutiva de asegurar su salvaguarda que aunar tradición y modernidad, recogiendo en medios audiovisuales los expresivos testimonios que aún se escuchan a la vera del Camino. Nuestra idea es favorecer el intercambio cultural entre la sociedad local y los peregrinos y visitantes, combinado, a su vez, con la creación artística contemporánea», tal como explica la realizadora.
Para la película se han seleccionado unas cuarenta personas mayores, que hablan de los usos y costumbres de los peregrinos anteriores a la explosión promocional del Xacobeo 93. Según relata García-Inés, los testimonios refieren que había cruce de hábitos entre peregrinos y agricultores, como que si había buena cosecha, se compartía con los peregrinos, o si paría bien la vaca, se les obsequiaba con unos chorizos. Canciones que hablan de si pones uva en el Camino, se la comerán los peregrinos. Y cuentan que en 1948, tras la II Guerra Mundial, vinieron muchos peregrinos húngaros pidiendo la paz en el mundo. Una señora de Ramil (Triacastela) dice que vivió siempre al pie de un castaño centenario, «que abrazaban los peregrinos -señala-», al tiempo que advertía que ella no pisaba algunas zonas de la aldea, «porque allí estaban los mouros» y le daba miedo. «Otro señor de O Pindo (87 años) -añade en esta sucesión de historias- nos contó que en el mítico monte estaba enterrada la Reina Lupa, y que desde niño seguía buscando sus tesoros. Es interesante ver cómo se funden lo real e imaginario, como en toda Galicia».
Irene, que se enamoró del Camino cuando lo descubrió con quince años, hizo a pie la Ruta en los últimos meses del 2020, tomando sus notas y grabando las declaraciones. Estuvo acompañada por Jesús Jato (Villafranca del Bierzo, 1940), veterano hospitalero del albergue Ave Fénix de la localidad. «Caminé a hombros de un gigante. Comimos las uvas de nochevieja en el Obradoiro y, de carambola, fuimos las primeras compostelas del año santo», según indica. El trabajo de campo se hizo, desde Villafranca, en plena ola covid, pero a las personas mayores no les costaba abrirles la puerta; sin embargo, «sus cuidadores o personas al cargo eran temerosos o escépticos», advierte.
El diario de viaje que publicará García-Inés, artista plástica, contendrá unas sesenta crónicas y otros tantos dibujos, con retratos de las personas entrevistadas. «Se entremezclan nuestro propio viaje, que es el mismo hilo narrativo del documental, y los relatos de la gente, en gallego, tal cual fueron expresados», apostilla esta mujer «inquieta», como ella misma se define.
«Estamos dejando escapar un patrimonio intangible, de importancia vital para entender la cosmovisión local y jacobea. La última vez que hice el Camino sentí el compromiso de contribuir a que conservara su esencia como viaje de iniciación», concluye Irene García-Inés.