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«El Camino de Santiago es como la vida, cuesta»

lucía ortigueira / i. c. SANTIAGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

La recuperación de la Ruta se consolidó en julio con más de mil peregrinos al día

04 ago 2021 . Actualizado a las 23:53 h.

Julio se despide con buenas cifras de llegada de peregrinos. Después de la recesión del último año, en julio hubo 33.882, muchos de ellos en las semanas cercanas a la festividad del Apóstolo, aunque terminadas las fiestas, muchos caminantes siguen alcanzando la Catedral estos días.

La Praza do Obradoiro estaba ayer rebosante de ellos, animados por el buen tiempo que acompañó la mañana. Sacha Pajot es francés y llegó desde Burdeos tras dos meses andando. No puede contener su felicidad: «La experiencia ha sido mágica, aun mejor de lo que me esperaba». Joven, en forma, subraya que «hacer el Camino ha sido una buena experiencia para mi cuerpo y para mi cabeza». Es la primera vez que lo hace, pero no descarta repetir. Por lo pronto, su objetivo es ir a Fisterra y valora volver a casa por el Camino del Norte: «Aún no sé, todo es posible».

Son muchos los peregrinos que deciden comenzar la peregrinación en Sarria para obtener la compostela. Es el caso de dos profesoras de Valencia, Marta Fernández y Sara Bordes. Califican la experiencia como «impresionante, sobre todo por la humanidad y por las muy buenas historias de la gente». Llegaron a Santiago emocionadas, con un nudo en la garganta: «Coincidimos con un niño de ocho años y su madre y fue realmente motivador, además de emotivo, encontrarlos al final del recorrido». Decidieron hacer el Camino «para pensar, para encontrarnos, para hacer algo diferente», y el buen tiempo las acompañó durante todo el trayecto.

Curiosa es la historia de una familia proveniente de Madrid, que lleva haciendo el Camino 9 años. Marcos Edu y Susana Revilla lo comenzaron en el 2012, cuando sus hijos tenían 3 y 5 años. Desde ese momento, caminaron una semana al año desde Llanes, en Asturias, hasta llegar ayer a la Catedral. «Lo hacemos por motivos religiosos, pero también porque es una forma de conocernos como familia, sobre todo en momentos de dificultad», comenta Marcos, y añade que «hemos tenido momentos para conocer la cultura de otros pueblos, otro de nuestros objetivos para las vacaciones». Eligieron el Camino del Norte para poder gozar de tiempo de desconexión en la playa, algo que adoraban los niños, que en ocasiones caminaron mientras pateaban un balón, sorteando el cansancio. Este año han realizado su último tramo desde Vilalba. Susana resume así la enseñanza que quiere inculcarles a sus hijos: «La vida es como el camino, a veces cuesta, pero también hay tiempo para disfrutar».

Que la vida a veces cuesta también lo sabe Francisco Carcavilla, natural de Navarra, que llegó a Santiago desde Ponferrada acompañado de su hermano Tomás y su amigo Javier González. Ha recorrido nueve etapas, una «novena» de unos 220 kilómetros, para homenajear a su hijo fallecido el pasado año, quien disfrutaba con las rutas a pie. Sufrió acoso de compañeros y eso, entre otras causas, contribuyó a que se quitase la vida. «Caminar me ayudó a sobrellevar el duelo», declara Francisco. Él, con su peregrinación a Santiago, tiene un objetivo claro: visibilizar la importancia del cuidado de la salud mental y normalizar su tratamiento para que deje de ser un tabú. Durante el Camino fue publicando vídeos en Facebook en los que compartió los recuerdos que guarda de su hijo y su experiencia tras su muerte, así como la ayuda que recibió de la asociación Besarkada-Abrazo.

Parte de la experiencia de los peregrinos consiste en hacerse con la compostela, que se recoge en la Oficina del Peregrino. José Fernández Lago, el deán de la Catedral, entregó ayer diplomas a los voluntarios que estuvieron colaborando en la acogida de caminantes estos meses.