Los Pasos de Arriba permiten atravesar el río entre A Fraga y Portasouto
13 ago 2021 . Actualizado a las 21:06 h.A vuelo de pájaro los Pasos de Arriba, que cruzan el Verdugo en Ponte Caldelas, parecen una serpiente que se desplaza por el río entre los árboles de ribera. O una cremallera sobre el manto verde de las copas de los árboles. Aquí la imaginación corre libre, en un entorno tranquilo que nada tiene que ver con el ajetreo que se vive en la costa.
Los vecinos llaman a estos pasos, que unen A Fraga con Portasouto, de Arriba, porque hay otros a un kilómetro aguas abajo. No es difícil adivinar como llaman a los segundos y que enlazan A Fraga con Laxoso. De los primeros, Manuel Barros, vecino de A Fraga, recuerda que cuando era niño los usaban los vecinos «para ir ás fincas para labranza e para levar as vacas». La gente iba por las piedras en seco y los animales por el agua. Eso sí, el cauce tenía que estar bajo, porque de otra forma no había manera de cruzar.
La época de construcción de esta estructura en el Verdugo se ha olvidado. «Os pasos teñen máis de cen anos, e douscentos penso que tamén», comenta Barros. Rafael Quintía, antropólogo, explica que este sistema, junto con los puentes y las pontellas, formaba parte del paisaje en la sociedad gallega. «Era unha das formas tradicionais de vadear un río. As pedras púñanse como as dun marco, ben asentadas para que non se movesen. Os pasais eran para as persoas e os animais cruzaba ao lado», resalta este antropólogo que destaca la importancia que tienen esta clase de pasos como elemento etnográfico gallego. Un pasado que no siempre se ha sabido valorar. Han desaparecido de buena parte de los ríos donde los hubo en tiempos no tan lejanos. Y no solo eran cosa del rural. Por ejemplo, en Marín, había varios pasos para atravesar el Lameira entre el centro urbano y el barrio de A Banda do Río.
Barros indica que los Pasos de Arriba se modificaron a mediados del siglo XX. «Estiveron sempre aí, non sei desde cantos anos atrás. Ao principio eran so de pedra, pero logo no tempo do meu pai foi cando lle fixeron un suplemento de cemento», relata. Eso permitió utilizarlos más días al año y hoy siguen ahí, transformados en uno de los reclamos turísticos que invitan a hacer la ruta fluvial desde a Calzada.