TESOROS A PIE DE CASA | Estos paisajes de la comarca a la luz de la luna revelan una cara distinta a la habitual
29 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No todas las bellezas son fáciles de ver, ni todos los ojos, incluso despierto el ser humano, son capaces de captarla. Ni mirar es lo mismo que ver, ni escuchar es lo mismo que oír. El paisaje de la Costa da Morte ha recibido las loas más variadas durante siglos, sus rincones más reservados son cada vez más retratados y su potencial, difundido cada vez a mayor escala. No obstante, siempre hay margen para sorprenderse, y esa es una virtud que también hay que cultivar. Hay una belleza en esta comarca que se oculta a quienes duermen y que se revela ante quienes deciden ver qué ocurre, por ejemplo, cuando la luna extiende su manto de luz sobre los rincones más emblemáticos del territorio. Una serie de «paisajes lunares» que en las jornadas pasadas se han podido contemplar con inmensidad, al menos hasta la entrada de nieblas o hasta el impacto que, a nivel de visión, han tenido los diversos incendios acaecidos en la última semana.
Reira, en Camariñas, es uno de los escenarios más salvajes de la Costa da Morte. Tiene fuerza de día, bravura verano e invierno y está cargada de misterio y simbolismo durante la noche. Al fondo, parpadeando, el faro Vilán, uno de los iconos de la comarca, testigo silencioso de muchos avatares. El mar de ardora que puede verse en algunas de las imágenes aquí presentes o incluso la simple observación del cielo nocturno cuando está despejado y sin contaminación lumínica (también para eso esta comarca es una referencia) permite al observador sentir que se acerca algo a lo inalcanzable.
Las salidas para ver la lluvia de estrellas, o simplemente para conocerlas, tienen cada vez más demanda. Atraen las fases de la luna, o verla llena. Así, y con el ojo fotográfico de quien sabe retratarlos, quedan paisajes como la playa de Soesto tocada por la magia de la Noctiluca, una bioluminiscencia que ya encandiló a Verne. O la virgen Traba, también en Laxe, un paraíso con una faz muy distinta a la que ofrece la playa urbana.
Perseguir el sol está muy de moda ahora en verano, pero su compañera también permite llevarse a casa de esas emociones que perduran. Para muestra, el amanecer de luna sobre la capilla de San Bartolo, en Salto, Vimianzo.