Los castros de Baroña, Neixón y de A Cidade son los enclaves más destacados, pero no los únicos
05 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Dicen que quien conoce sus raíces no se desvía del rumbo. Y que quien cuida de su pasado, tiende a cometer menos errores en el presente. Echar una mirada atrás puede ser un viaje para entender la vida actual y, de paso, conocer la riqueza que nos rodea. Barbanza es una buena prueba de ello. Los restos arqueológicos son ricos, numerosos y dignos de una visita para cualquier vecino o turista.
Porto do son
Baroña. La joya de la corona de la zona es sin duda el castro de Baroña. Datado en el siglo I antes de Cristo, el asentamiento se encuentra en una zona espectacular, donde el mar rompe con fuerza y con una vista prodigiosa de la ría de Muros-Noia. El Concello de Porto do Son trabaja ahora para ponerlo de nuevo a punto y evitar que el desgaste por la afluencia de visitantes termine por echar a perder el lugar.
Ribeira
A Cidade. La apuesta de ejecutivo local ha permitido descubrir y poner de relieve el castro de A Cidade, ubicado en el monte que le da nombre. Al lugar se accede desde el mirador de la Pedra da Ra, abriendo paso a una panorámica que permite recorrer la ría de Arousa, el parque natural y la parroquia de Corrubedo.
En la capital barbanzana también se esconde una pieza con 6.000 años de historia como es el Dolmen de Axeitos. Situado en la parroquia de Oleiros, es la evidencia de las creencias religiosas de los ribeirenses del Neolítico.
A Pobra
Convento franciscano. En la confluencia entre el río San Xoán y el Barbanza, A Pobra cuenta con el yacimiento de San Xoán da Misarela. Datado de la baja Edad Media, se trata de un convento franciscano que se dice que fue fundado por San Mauro.
Siguiendo la ruta hasta A Curota, se puede encontrar un conjunto de 60 yacimientos arqueológicos que llevan el nombre de Folgoso Vello. Sin una fecha clara, se cree que pudo albergar ganado equino y bovino entre los siglos IV y XII después de Cristo.
BOIRO
Neixón. La península de Neixón es el mejor escaparate del Boiro de hace 2.500 años. Allí se localizaron dos asentamientos castreños, cuyas raíces se asientan entre la Edad de Bronce y la Edad de Hierro. El boirense fue uno de los primeros yacimientos intervenidos. En el municipio también destacan los petroglifos de San Ramón de Bealo, como es A Pedra da Serpe.
RIANXO
Castelo da Lúa. Ubicado en la desembocadura del río Té, se encuentra en Rianxo este pazo, datado en el siglo XIII. Fue derribado por los Irmandiños alrededor del 1465 y reedificado de nuevo por Suero Gómez de Soutomaior. En 1480, el gobernador real Fernando Acuña obligó a derribarlo de nuevo, según indica la documentación histórica.
Lousame
Petroglifos. En Lesende, los petroglifos de Agro da Costa son el recurso más antiguo, ya que datan del segundo milenio antes de Cristo. Si nos acercamos a la modernidad, la iglesia barroca de San Xusto, en Toxosoutos, es el único testimonio que queda del importante monasterio que hubo en el lugar hasta el siglo XII. El enclave, rodeado de bosque y agua, destaca por su belleza.
Noia
Restos medievales. La riqueza histórica y patrimonial de Noia a veces trae sorpresas, como ocurrió con las obras del Museo do Mar, donde se encontró una parte de la muralla de medieval de la villa. En Argalo también destaca la Cova da Moura, monumento funerario datado en el 3.000 antes de cristo.
Outes
De noche. Los petroglifos de Fontemoureira, en O Freixo, se encuentran en la subida al monte Tremuzo. Es mejor visitarlos de noche para percibirlos mejor con luz artificial.
Mazaricos
Santa Baia. Construida entre los siglos XVI y XVIII, la iglesia tuvo actividad hasta el año 2000. Desde entonces, la construcción se ha hundido y perdido en el olvido y en la maleza. El Concello de Mazaricos trabaja para consolidar los restos, ya que es peligroso acceder al interior.
Muros
Arte rupestre. Serres y Louro son las parroquias que cuenta con dos conjuntos singulares, como son el de Cova da Bruxa y Laxe das Rodas.
Carnota
Aire libre. El Museo Arqueolóxico de Carnota cuenta con más de diez kilómetros de recorrido por la Senda Verde, en la que se pueden ver siete yacimientos con petroglifos, así como disfrutar de vistas preciosas de la naturaleza.