El Concello creó a principios de verano un bosque comestible en una finca de 10.000 metros cuadrados en el parque da Devesa, un pulmón verde en pleno casco urbano de la Ribeira Sacra
11 sep 2021 . Actualizado a las 07:57 h.Hablar de un pulmón verde en plena Ribeira Sacra es casi un pleonasmo, una redundancia para decir lo mismo dos veces. Y aún así, existe. En Castro Caldelas —en la parte ourensana del territorio que aspira a convertirse en Patrimonio de la Humanidad—, a apenas unos cientos de metros del casco histórico que corona el castillo medieval, presumen del Parque da Devesa, una gran área verde que no solo es punto de partida de dos rutas de senderismo, sino que también cuenta con un parque infantil y otro biosaludable, y un aparcamiento para autocaravanas, lo que lo ha convertido en punto de encuentro de diferentes generaciones de vecinos, y también lugar de referencia para los turistas. Un espacio natural que da entrada al bosque de carballos y castaños y que desde principios de verano cuenta también con un bosque comestible. Sí, sí, comestible. El Concello plantó avellanos, nogales, manzanos, cerezos y otros árboles frutales, además de frambuesas, arándanos, grosellas o moras. E incluso hay una zona de condimentos, como romero y tomillo. Y no faltan tampoco las tomateras.
«O obxectivo é que ese bosque dé servizo tamén a quen pase, que poidan coller unha mazá mentras fan unha ruta de sendeirismo ou pasan xogando os nenos», explica la alcaldesa, Sara Inés Vega. La idea surgió de una técnico de medio ambiente, que puso sobre la mesa un proyecto que está asentado en Centroeuropa, pero que en Galicia todavía no se estila demasiado. «A idea é que a xente poida aproveitar ese bosque, que non sexan só árbores decorativas», añade la regidora. Todavía es pronto para que puedan degustarse todos los frutos, pero ya hay quien ha probado los primeros. Y para que todo el que pase sepa lo que tiene ante sus ojos, los alumnos del taller de jardinería del obradoiro de emprego (que se encargaron de la plantación), elaboraron también los letreros que indican de qué planta se trata en cada caso. Es también una manera de poner en valor el espacio; y de fomentar que quien pase lo cuide.
Además, con el objetivo de que el proyecto sea completo, en la zona se ha colocado un compostero, para que aquel que coja unas cerezas pueda depositar los restos, junto a otros que pueda llevar de casa, como el plátano para recuperar fuerzas después de la ruta de senderismo. Hay dos que pasan por el bosque comestible: la de As Penas de Matacás y las de Os Bosques Máxicos; ambas circulares y con un tiempo estipulado para completarlas de siete horas, así que el bosque comestible puede ser un recurso para coger fuerzas antes de empezar a caminar, o al rematar. La ruta de Os Bosques Máxicos ofrece un recorrido entre árboles y edificaciones singulares de algo más de 20 kilómetros. La de Matacás tiene una parada en el mirador que permite disfrutar de las increíbles vistas de los cañones del Sil, y con una pequeña desviación de algo más de dos kilómetros y medio (sobre el recorrido inicial de 16,5) es posible bajar hasta el embarcadero, por si el caminante quieren disfrutar de los cañones desde la ribera del río.