El secreto de los cinco monasterios del Pico Sacro, uno de ellos bajo el Ulla
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El ciclo de actividades de Boqueixón divulga patrimonio muy desconocido
12 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«Nada é o que vemos», afirma la arqueóloga y antropóloga Ana Isabel Filgueiras Rey, sentada en uno de los tramos de la barandilla de madera desde el que se percibe una de las vistas más impactantes del Pico Sacro, en Boqueixón. Esta investigadora compendia con estas cinco palabras la información que compartió con el grupo que el pasado día 22 participó en la primera ruta arqueológica organizada dentro del ciclo Un mes e Pico, que el Concello de Boqueixón organiza desde hace años para promocionar este lugar, que aspira a la catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC).
Tras un recorrido de más de dos horas, el grupo que participó en la ruta cambió su visión del Pico Sacro como un mirador y como epicentro de las leyendas jacobeas, observándolo ya como un enorme espacio funerario de la prehistoria y una montaña rodeada de monasterios sobre la que se asentaba una fortaleza de la que ya no queda nada a la vista.
La primera prueba de que la vista engaña mucho en lo que a los misterios del Pico Sacro se refiere queda patente nada más comenzar el recorrido de la ruta arqueológica, que arrancó en la iglesia de San Lourenzo da Granxa, en Lestedo. Filgueiras tira de toponimia para confirmar que este lugar era, como su nombre indica, una especie de granja con formato de pequeño monasterio destinada a dar servicio a su homónimo de San Sebastián, ubicado en lo alto del Pico Sacro, con comunicación visual entre ambos.
Esto se explica con la evidencia de que en el medievo, y mucho tiempo, antes el Pico Sacro de verde no tenía nada, sino que era, según destaca la investigadora, «un peñascal», por lo que resultaba prácticamente imposible vivir en su parte más alta sin tener suministro de alimentos.
En realidad, la documentación, la toponimia, la arqueología y la tradición oral constatan que en el entorno de esta montaña sagrada, en la que la leyenda ubica al mito de la Raíña Lupa, con la que la historia real llegó a hacer paralelismos con la reina Doña Urraca porque acampó en él en 1121, había otros tres monasterios: San Tardao, San Xoán da Coba y San Pedro de Donas.
Los dos primeros, como el de A Granxa y San Sebastián, están muy relacionados entre sí y pertenecen al municipio de Vedra. Del de San Tardao no queda nada ya que ocupaba un espacio que corresponde a la zona afectada por la mina de cuarzo cuya brecha es lo que más llama la atención desde el Pico Sacro.
Los restos del monasterio de San Xoán de Covas están en el entorno que ahora ocupa el puente antiguo de Gundián. De hecho, según explicó Filgueiras Rey durante la visita arqueológica, este monasterio, de similar importancia al de San Sebastián, se construyó parcialmente en una caverna. De él, como de otras muchas construcciones hay constancia hasta 1571 cuando una fuerte crecida del Ulla como consecuencia de grandes negadas, lo destruyó, pero los restos en la roca se conservaron y ahora permanecen ocultos bajo capas de piedra, tierra y árboles. Están sepultados por la mano del hombre contemporáneo, ya que están bajo los restos de los materiales arrojados al río durante la construcción del viejo puente de Gundián, en la década de los cincuenta de siglo pasado. Esta información, señala la investigadora, procede de vecinos de Ponte Ulla que recuerdan perfectamente estos restos, de los que no hay ninguna reseña para su posible protección, algo que se espera solventar en breve.
También de habitantes del entorno hay información recopilada sobre fuentes y manantiales, especialmente el de Gundián, también en Vedra, en la iglesia vinculada al monasterio de San Xoán da Cova que sobrevivió a la riada de siglo XVI. Además, leyenda o realidad, existe la creencia de que las cuevas del Pico Sacro, kilómetros arriba, estaban conectadas con este monasterio, una incógnita que solamente se podrá despejar con las excavaciones geológicas que también están previstas en el pico.
El último monasterio del que hay constancia es el de San Pedro de Donas, de nuevo en Boqueixón. Comenzó siendo mixto pero terminó alojando solamente a mujeres, algo que evidencia la toponimia. Este lugar, además, tiene el encanto de ser la parroquia más pequeña de toda Galicia.
Plan para catalogar todas las sobreiras y recuperar los antiguos caminos
Ana Isabel Figueiras Rey es una de las investigadoras con las que Boqueixón y Vedra encargaron el Plan integral de recuperación e dinamización do patrimonio material e inmaterial do Pico Sacro.
El objetivo final de este plan es divulgar todo el patrimonio que rodea al Pico Sacro, como la historia de los monasterios vinculados a la montaña y también la catalogación de todas las sobreiras (alcornoques) del entorno. El porqué de esta especie tiene que ver, como la investigadora explicó durante la visita arqueológica, por el carácter mítico de este árbol, con una espiritualidad que se remonta al período celta, siendo también el tipo de árbol del Monte Ilicino en la Edad Media. «Esto era un santuario forestal que arroupaba, custodiaba o carácter sagrado do Pico», afirma Filgueiras Rey, que en lo trabajos que ya está realizado para catalogar estos árboles, custodiados históricamente por la población del Ulla desde A Estrada, ya localizó una sobreira con un tronco de más de cinco metros de ancho, aunque la media es de dos y medio y unos 25 metros de altura. Son, recuerda, «as herdeiras dese bosque ilicino».
Catalogarlas y demostrar de nuevo que nada es lo que parece es otro de los objetivos que se marca el plan suscrito entre Boqueixón y Vedra, ya que es en este último municipio donde quedan más ejemplares. En algunos casos, dada la confluencia de caminos vinculados a Santiago, tanto para peregrinajes como para la entrada de los vinos de O Ribeiro, hay árboles cargados de recuerdos que dejan los caminantes, unos itinerarios que con este plan podrían recuperarse para propios y visitantes.