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De Tokio a Santiago con una medalla de plata

VEN A GALICIA

El piragüista Carlos Arévalo cumplió su promesa de hacer el Camino tras ganar una medalla de plata en Tokio.
El piragüista Carlos Arévalo cumplió su promesa de hacer el Camino tras ganar una medalla de plata en Tokio.

El piragüista Carlos Arévalo hizo el Camino de Santiago

18 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron cinco días de ruta y un total de 116 kilómetros. «Prometí que si venía de Tokio con medalla haría el Camino de Santiago. Y lo que se promete hay que cumplirlo», comenta el piragüista Carlos Arévalo, plata en los Juegos Olímpicos. Los recorrió con su novia, que es de Pontedeume y que fue «la que tiró de mí porque yo me encontraba un poco fuera de forma. Me lo pasé genial y la sensación de llegar a la catedral de Santiago después del sufrimiento es algo increíble», asegura sonriente. Guarda la medalla en una pequeña caja fuerte que tiene en el piso en el que vive en Asturias. Compagina su carrera deportiva al más alto nivel con su vida de militar. Su trabajo está en el acuartelamiento de Cabo Noval, a las afueras de Oviedo, y la concentración permanente la tiene en el pantano de Trasona, al lado de Avilés. «Compagino la vida militar con la deportiva y me va bien. Son dos cosas que tienen mucho que ver. Comparten muchos valores que son fundamentales, como el esfuerzo, la dedicación, el compromiso. El ejército y la piragua se complementan», comenta este betanceiro de 28 años. Siendo niño jugaba al fútbol, pero pronto lo cambió por remar por el Mendo y el Mandeo. «Era demasiado malo. Me ponían de portero, pero lo de la coordinación no se me daba bien. A los 16 años recibí una carta de la Federación Española de Piragüismo para ir a una concentración y fue cuando me di cuenta de que esto iba en serio», recuerda.

Tortilla y Cacahuetes

Cuando puede, que es menos de lo que le gustaría, se escapa a su casa, en Betanzos. El ayuntamiento de la localidad lo va a nombrar hijo predilecto y tiene pensado poner su nombre a unas instalaciones dedicadas al remo. «Es el mayor orgullo que se puede tener. Cada vecino me contó cómo siguió la regata. Mi objetivo es ir a los Juegos de París y ya les dije que les pondré algún autobús para que vayan a animarme. El cariño de la gente es muy importante», afirma. Le encanta comer tortilla de Betanzos. «La tomo de vez en cuando, pero sigo una dieta muy estricta porque en una embarcación el peso de más es lastre. También la hago. Me sale jugosa y, por supuesto, no le echo cebolla, que eso es un pecado. No es sencillo que quede perfecta como en muchos restaurantes de Betanzos, pero poco a poco voy mejorando», asegura. La casa familiar está al lado del Ultramarinos Bonome, una pequeña tienda, donde asan unos cacahuetes artesanos riquísimos, y que le prepararon un gran recibimiento cuando llegó de Japón. «Los llevo viendo y comiendo desde pequeño y hasta me los traje a Asturias», confiesa. Tortilla y cacahuetes de primera calidad puede ser el secreto alimenticio de nuestro medallista. «Jajaja, pero mejor no tomarlos juntos», precisa. Un campeón en el Camino. «Los Juegos es la mayor experiencia que existe a nivel deportivo. Compartes momentos con los mejores deportistas del planeta. Es difícil explicarlo si no lo vives», reflexiona.

Festa da barca de Muxía

Fue algo emocionante. Volver a escuchar a las charangas recorriendo las calles. Ver una gran carpa en el centro del pueblo con cantidad de mesas y una parrilla sobre la que asaron tiras y más tiras de churrasco y chorizos. La gran tartera con el pulpo a punto de romper a hervir. Alguna atracción de feria y el bullicio de los niños. Más o menos como antes de la pandemia. Dicen que fue una romería de transición a la espera de que el próximo septiembre todo vuelva a la normalidad. Pero después del último año y medio me pareció una maravilla el ambiente festivo que encontré en Muxía.