Patrocinado por

Vigo recupera la memoria de su época romana

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Las huellas latinas existentes en la ciudad son numerosas, variadas y de gran importancia

26 sep 2021 . Actualizado a las 00:08 h.

Desde hace algo más de veinticinco años, la arqueología ha devuelto la memoria romana a la ciudad de Vigo. Aunque todavía hay varias teorías vigentes en torno a la denominación de la población hace dos mil años, sí está claro que el espacio ocupado actualmente por el municipio olívico tuvo gran interés para aquellas gentes procedentes del Mediterráneo central.

En el término municipal hay varios yacimientos que pueden ser visitados por los ciudadanos, pero también hay muchos otros tapados a pesar de su gran valor documental, cultural y, por qué no, turístico. Una visita al castro de Vigo permite a la persona interesada situarse en el momento previo a la llegada de la cultura romana a estas tierras. En la guía gratuita que se ofrece, se explica el proceso de introducción de los nuevos modos de vida, desde los primeros contactos comerciales a la progresiva aculturación y abandono definitivo del lugar.

También es interesante visitar la zona arqueológica del Museo Municipal Quiñones de León para hacerse una composición general de la época y los distintos momentos de ocupación. En el museo de Castrelos se encuentra una gran colección de estelas funerarias y algunas aras domésticas encontradas en distintos puntos de Vigo y alrededores.

Para completar esa visión general de la latinización de Vigo y su entorno, es importante acudir al Centro de Interpretación de la Cultura Romana asociado a los restos de la villa de Toralla. Tras la explicación que se recibe en el centro, el visitante puede imaginar in situ cómo vivía una familia acaudalada romana de los siglos IV-V.

Otro de los emplazamientos donde se puede seguir el rastro latino en la ciudad es el Museo Salinae, situado ante el centro de salud de Rosalía de Castro. Descendiendo unos metros por sus escaleras se accede a un tramo de la salina de evaporación que ocupaba todo el Areal, desde la calle Pontevedra hasta Isaac Peral entre el siglo I y el III de nuestra era. En este espacio, dependiente del Museo do Mar, se explica la importancia que tenía la sal en la antigüedad debido a sus propiedades para la conservación de los alimentos.

Todos estos enclaves son visitables para cualquier persona porque están abiertos al público, pero hay otros lugares donde se localizaron elementos latinos importantes, pero que, debido a diversas circunstancias, no pueden ser apreciados por las personas interesadas en conocer su pasado.

Marqués de Valladares

El principal yacimiento tapado de época romana se sitúa en la calle Marqués de Valladares, en el solar correspondiente a los números 39 y 41. Al fondo de ese espacio, donde se empezará a construir próximamente, se halló hace más de diez años una factoría de salazón datada en el siglo I. Su estado de conservación es muy bueno, lo que llevó a la Xunta de Galicia a firmar un convenio de colaboración con el Concello de Vigo para musealizar el yacimiento. Distintos problemas urbanísticos y el poco interés administrativo devolvió aquella primera fábrica viguesa al subsuelo. Esta misma semana, el alcalde Abel Caballero decía, al tiempo que anunciaba la concesión de licencia para el inicio de las obras en ese terreno, que se abordará la musealización de este yacimiento y aludía a su importancia. Si se cumple el anuncio, los vigueses podrán ver la primera factoría de salazón local que exportó pescado al Mediterráneo.

No muy lejos de allí, en la plaza de Compostela, fue arrasada una factoría similar hace unos años cuando se rehabilitó un edificio cercano a la central de Correos. Pero también hay restos romanos enterrados en otros puntos de la ciudad. En el tramo que va desde Alcabre hasta el Museo do Mar se suceden otros yacimientos en su día excavados de urgencia. Son O Fiunchal, en la playa de Santa Baia, donde hay restos de una antigua salazonera de los siglo III-IV. Le sigue el de la playa de O Cocho, o punta Borralleiro, junto al Museo do Mar de Galicia, con la posible existencia de una villa. Existe un tercer yacimiento en la zona, situado en el solar donde se alzaba el chalé Zulueta, junto al Museo do Mar de Galicia. Bajo una antigua duna se encuentran los restos de un asentamiento bajoimperial, con abundante material e importantes restos constructivos de tipología indefinida debido a la poca superficie excavada. Sí se encontraron ánforas altoimperiales, que llevaron a pensar a los arqueólogos que esta zona tuvo un nivel de ocupación en torno al cambio a nuestra era.

Según los expertos, desde la calle Pontevedra hasta el colegio Picacho se extendería el Vigo romano. En distintos puntos de ese ámbito espacial han sido localizados restos habitacionales, como la casa hallada en donde se levantó Oficinas Alonso o donde hoy se abre la Biblioteca Central, en la calle Joaquín Yáñez.

Y donde vive gente también muere, siendo los enterramientos la pista que nos lleva a aproximarnos a la manera que los antiguos pobladores afrontaban la muerte. El Areal, que hasta el siglo III estuvo ocupado en gran parte por una gran salina de evaporación, cuando varió la línea de costa fue reutilizado el espacio como lugar de enterramiento. En la calle Inés Pérez de Ceta fueron localizados varios enterramientos hace más de 25 años. Incluso apareció un esqueleto bastante completo. En la confluencia de Rosalía de Castro y Miragaia también aparecieron tumbas, así como en Serafín Avendaño o incluso en la calle Laxe con Oliva.

Donde hoy se levanta el edificio Las Salinas fue excavado el terreno con profusión durante años, y un arqueólogo, Mario César Vila, de la empresa Gesit Arqueoloxía, encontró evidencias de que pudo emplearse esa zona como puerto natural en época romana. Fue en un momento anterior a la construcción de la salina.

La arqueología seguirá, seguramente, aportando datos que ayuden a reconstruir el pasado romano de la ciudad.