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Soldados americanos en Afganistán e Irak: «El Camino de Santiago ayuda a curarnos»

Cinthya Martínez Lorenzo
cinthya martínez SANTIAGO / LA VOZ

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El grupo de marines estadounidenses, ayer en el Monte do Gozo de Santiago
El grupo de marines estadounidenses, ayer en el Monte do Gozo de Santiago Sandra Alonso

Peregrinan a Compostela para superar el estrés postraumático que sufren tras participar en conflictos armados

30 sep 2021 . Actualizado a las 16:49 h.

Steve Rindhal es sacerdote en Texas, pero antes ejercía de paracaidista en el Ejército de Estados Unidos. Fue esa experiencia la que le llevó a querer ayudar a otras personas que también vivieron lo mismo que él. En el 2016 hizo por primera vez el Camino de Santiago. «Y me di cuenta -dice- de la curación que supuso para mí». Por eso creó la asociación Warriors on the Way, con la que soldados, marineros, aviadores e infantes de marina de las fuerzas armadas estadounidenses realizan el Camino como proceso de cicatrización, con el objetivo de superar el estrés postraumático que sufren tras vivir estos conflictos.

El proyecto nació en el 2018, con un parón el año pasado como consecuencia de la pandemia. El grupo que llegó ayer a Santiago está encabezado por el capellán Rindhal, la psicóloga Renee Phillips y el oficial Jim Stinson, que acompañan a siete soldados que estuvieron destinados en territorios en guerra. Compuesto en su mayoría por paracaidistas, también cuenta con sanitarios que estuvieron «intentando salvar vidas» tanto en Irak como en Afganistán. «Sobre todo se trata de gente que estuvo expuesta físicamente», precisa el sacerdote.

El proceso de selección se abre cada año a través de correo electrónico. Reciben entre 70 y 80 solicitudes, pero solo un máximo de diez personas llegan a ser elegidas. Steve Rindhal explica que para ser uno de ellos «no es necesario tener unas experiencias específicas en la guerra, no importa tanto lo que esa persona viera o hiciera, más bien cómo eso le ha afectado en su vida», si bien recalca que «no son unas vacaciones». La Ruta Xacobea se convierte en un proceso de curación. «El Camino de Santiago ha ayudado durante cientos de años a la gente que lo hace, ser parte de él es beneficioso», afirma el religioso. El oficial Jim Stinson apunta que «supone desgaste físico, pero siempre hay quien te apoya en la experiencia. En este caso, tus compañeros son otros soldados con sus propias historias personales y el hecho de compartirlas juntos te ayuda a seguir adelante», añade. La psicóloga Renee Phillips se refiere al Camino como «espacio seguro», al igual que «las personas que lo rodean».

Sin embargo, esta peregrinación no sería posible sin la solidaridad de algunos compatriotas, ya que se sufraga con donativos. La participación tiene un coste de 3.200 euros por persona, incluyendo transporte, manutención, albergue y equipamiento. «Nos encantaría hacer el Camino más a menudo, pero para eso necesitaríamos más dinero», asegura Steve Rindhal.

Este grupo, compuesto por soldados residentes en Ohio, Pensilvania, Colorado, Iowa y Texas, cogió el vuelo en el aeropuerto de San Antonio el pasado 18 de septiembre. Al día siguiente empezaron a caminar en Astorga y después de diez días, esta mañana, entrarán en el Obradoiro, tras pernoctar en el Monte do Gozo. Cuando vuelvan a sus hogares, «encontrarán maneras de replicar las cosas que les ha marcado el Camino», dice el sacerdote. Y el año próximo serán otros combatientes los que tomen el relevo.