Una ruta por castillos y torres que defendieron la zona de ataques costeros y de los portugueses
09 oct 2021 . Actualizado a las 01:05 h.Pontevedra es la provincia española con menos castillos, pero la mayor parte de ellos se concentran en el área de Vigo. No es casualidad. La presencia de la costa y de la frontera con Portugal fue decisiva en la construcción de estas fortalezas. La mayor parte de las construcciones defensivas del área viguesa se levantaron a partir del siglo XVII, coincidiendo con la Guerra de Restauración portuguesa, cuando los territorios más próximos al río Miño eran ocupados y desocupados por las tropas de los dos países.
Son elementos arquitectónicos influidos por los ingenieros militares del momento, que, desde el siglo anterior, idearon una serie de novedades para hacer frente a las nuevas armas artilleras. Así, son castillos o fortalezas en las que los baluartes marcan sus contornos, aportándoles figuras geométricas muy angulosas.
La ribera del Miño todavía mantiene algunos de aquellos enclaves. Es el caso de Santa Cruz, en A Guarda; San Lourenzo, en Goián; y Salvaterra. Este último tiene sus orígenes en la Edad Media, por eso todavía su nombre está asociado al de Urraca I de León. Sin embargo, su aspecto actual se corresponde con las modificaciones realizadas en el siglo XVII. Fueron los portugueses quienes dotaron a este edificio defensivo de su aspecto moderno.
La fortaleza de San Lourenzo, recuperada hace pocos años, también fue levantada en el siglo XVII, aunque ya había terminado el conflicto con los vecinos lusitanos. También ha sido rehabilitado el castillo de Santa Cruz, convirtiéndose en un excelente ejemplo de la arquitectura militar del siglo XVII. Además, tiene la peculiaridad de contener en su interior el Centro de interpretación de las fortalezas transfronterizas del Baixo Miño. En él se puede acceder a información importante para comprender mejor este tipo de fortificaciones y el contexto en el que se construyeron.
Relacionados con la guerra portuguesa también están los castillos vigueses de San Sebastián y Santa María del Castro. Fueron construidos contra reloj para defender la villa de Vigo ante un posible ataque portugués. La invasión se produjo, pero el ejército luso no llegó a atacar los enclaves, aunque sí se aproximo hasta Bouzas.
Los dos se realizaron siguiendo un mismo modelo defensivo basado en los baluartes, aunque el de San Sebastián corrió una suerte peor que el del Castro. A mediados de los años setenta, el gobierno vigués derribó la mitad de la fortaleza para levantar la casa consistorial actual.
El Castro ha tenido mejor suerte y, según anunciaba recientemente el alcalde de Vigo, experimentará nuevos cambios en los próximos meses, como la apertura al público de los túneles que sirvieron como refugio a los soldados que lo defendieron en 1719, durante la invasión inglesa.
La última fortaleza de la zona relacionada con esta época es el castillejo de Rande, recuperado en parte en los últimos años. Era parte del sistema defensivo establecido para proteger al fondo de la ría a flotas navales en caso de conflicto. Durante la Batalla de Rande resultó muy afectado por el ataque de los infantes de marina ingleses y holandeses.
Monterrei, en Baiona, es una fortaleza mucho más antigua que las hasta ahora citadas. Actualmente, quedan sus sistemas amurallados. El más interior se corresponde con la parte más antigua, mientras que las murallas más próximas al mar fueron construidas posteriormente. Desde sus murallas, los defensores vieron regresar a España a Martín Alonso Pinzón con la noticia de la presencia de tierras al otro lado del Atlántico.
De época medieval, el castillo mejor conservado es el de Soutomaior, perteneciente actualmente a la Diputación de Pontevedra. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XII, tuvo importantes modificaciones posteriores. Su propietario más famoso fue Pedro Álvarez de Sotomayor, más conocido como Pedro Madruga, que hoy en día se investiga si fue la verdadera identidad de Cristóbal Colón.
En el municipio de Mondariz, aunque es gestionado por la Diputación, se encuentra el castillo de Sobroso, también del siglo XII y relacionado con Doña Urraca. La revuelta Irmandiña, de finales del siglo XV, también dejó aquí graves destrozos, que propiciaron una modernización posterior. Desde sus torre de homenaje se controla visualmente gran parte del Condado.
Junto a estos castillos también se encuentran en el área viguesa tres torres en diferentes estados de conservación. Recientemente, un equipo de arqueólogos trabajó en los restos de la torre de Meira, en Moaña, una construcción destruida durante la revuelta Irmandiña, que desde entonces quedó olvidada.
En Crecente se encuentra la torre de Fornelos, últimos restos de un castillo del siglo XII que pasó por los mismos avatares que las fortalezas medievales de la zona, con su destrucción Irmandiña y reconstrucción por Pedro Madruga. Su estado de conservación no es muy bueno.
Finalmente, está en Tomiño la torre de Tebra que hoy en día acoge un establecimiento hotelero. La torre fue construida en el siglo XV, y a los pocos años destruida por orden de los Reyes Católicos. En el siglo XVI fue reconstruida.