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Pegados al mar para entender dónde se construían las aldeas prehistóricas

CRISTÓBAL RAMÍREZ

VEN A GALICIA

JOSÉ PARDO

¿Por qué por aquellos atrevidos construyeron sus viviendas hace dos milenios en lugares batidos por el viento? ¿Aventureros? ¿Soñadores?

09 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Un viajero que hoy recorra el golfo Ártabro —y este fin de semana soleado parece idóneo para ello— comprobará que los castros, las aldeas de pescadores y las ciudades fueron construidos en lugar seguro, más o menos resguardados de los vientos, buscando la protección de montes y rías.

Pero si avanza por el territorio con ojos críticos comprobará que los antepasados de los antepasados también se instalaron en lugares inhóspitos. Bellísimos, sin duda, pero hay que pensar que la belleza era algo muy secundario a la hora de buscar un enclave desde el cual conseguir lo fundamental: comida.

Y así, una visita al norte del golfo Ártabro invita a la reflexión. La primera parada para ver el enorme Atlántico cuyo fin no imaginaban en el tiempo de los castros debe ser Lobadiz, topónimo que por varias razones ha aparecido en los medios de comunicación numerosas veces. Sus dos enormes murallas —fueron tres, si bien unas edificaciones ilegales ya desaparecidas se encargaron de mandar a la historia la primera de ellas— hablan en su lenguaje mudo de que sus habitantes temían algún peligro procedente de tierra firme, no del mar. Desde San Xurxo hay un cruce señalizado ascendente, pero si se tiene tiempo la mejor opción es ir dando un muy grato paseo desde el extremo norte de la playa de Doniños.

Parada número dos: cabo Prior. Ahí no fueron los prehistóricos quienes lo poblaron, hasta donde se sabe, sino los hombres del Medievo, ya que en algún lugar hubo unas instalaciones que algunos apuntan que estaban relacionadas con la caza de la ballena. ¿Dónde? Pues no hace falta ir hasta las baterías costeras abandonadas: debería de haber estado en la parte baja, en la costa que mira al norte antes de llegar a los espectaculares islotes graníticos llamados Os Cabalos.

Desde allí se divisa claramente la ermita de Santa Comba, levantada sobre un yacimiento arqueológico precristiano que fue romanizado. Y fijándose mucho, en la abrupta costa antes de un gran monte, Campelo, un saliente hoy islote y ayer punta unida a tierra acoge un castro, el de Pena Lopesa. Es posible ir andando por una ruta denominada Senda Ártabra (y señalizada) y que parte de la misma ermita de Santa Comba o, si se dispone de menos tiempo, desde la aldea de Cavarradeiras. Dista 8,5 km desde la primera y 5,6 desde la segunda.

Y de vuelta a casa la pregunta sigue ahí: ¿por qué aquellos atrevidos construyeron sus viviendas hace dos milenios en lugares batidos por el viento, que seguro que levantaba cada dos por tres sus débiles techos? ¿Eran apestados de la tribu? ¿Aventureros? ¿Soñadores?

LO PRIMERO

Lobadiz: Lobadiz: 43º30'30N 8º19'39W.

LA MEJOR FOTO

Con Pena Lopesa como telón de fondo.

RECOMENDABLE

Llevar prismáticos.

SENDA ÁRTABRA

Segura para niños.