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Qué ver en Galicia: ocho bosques para disfrutar del otoño

Rebeca Cordobés

VEN A GALICIA

Devesa da Rogueira, en la sierra de O Courel
Devesa da Rogueira, en la sierra de O Courel CARLOS RUEDA

Las rutas de senderismo y las excursiones en busca de setas o castañas son los planes ideales en esta época del año

18 oct 2022 . Actualizado a las 11:59 h.

 Galicia es tierra de bosques. Un enorme pulmón verde que se torna ocre con la llegada de la nueva estación. El otoño transforma el paisaje y viste de gala los árboles de la comunidad antes de que el invierno les despoje de su vestimenta. Una explosión de colores que bailan al ritmo de la luz del sol y que solo se puede disfrutar durante esta época del año. Las rutas de senderismo, las excursiones en busca de setas o castañas y las tardes al aire libre son los planes ideales para disfrutar de los últimos retazos de buen tiempo. Por eso, te proponemos ocho bosques gallegos para disfrutar del otoño.

Devesa da Rogueira

CARLOS RUEDA

Si hablamos de bosques, hay que empezar por O Courel. El pulmón verde de Galicia se extiende a lo largo de la frontera con León, desde O Cebreiro hasta el río Sil. Una sierra de 20.000 hectáreas donde tienen cabida todas las especies vegetales, excepto las litorales, que habitan la comunidad. El mayor ejemplo de esa diversidad se encuentra en las devesas, las formaciones boscosas típicas de esta gran reserva natural.

La Devesa da Rogueira es la joya de O Courel, que por suerte se salvó de los incendios que asolaron Galicia este verano. Un bosque de tipo atlántico que se caracteriza por aglutinar todo tipo de vegetación. Ascender hacia la cumbre del monte Formigueiros es la mejor forma de apreciar la diversidad de especies. Desde las plantas aromáticas de tipo mediterráneo que forman la base de la montaña hasta la zona de bosque cerrado donde los fresnos, hayas, tejos, acebos, serbales y abedules se deshacen de sus trajes de hoja. Entre sus copas, la luz otoñal se cuela para ofrecer una a danza de colores. Tan cambiantes como los árboles donde se reflejan.

Fragas do Eume

Fragas do Eume en otoño
Fragas do Eume en otoño Ramón Loureiro

Si bien las devesas son el máximo exponente de la diversidad, los bosques atlánticos son el reducto donde la flora autóctona mantiene todo su poder. La mejor representación se encuentra en la provincia de A Coruña, a orillas del río Eume. Las Fragas do Eume conservan aún el manto vegetal propio de esta zona, donde la espesura de los árboles apenas dejan pasar los rayos de sol y crean un suelo de musgo y hojas.

La esencia de los bosques gallegos se encuentra en este parque natural en forma de robles y castaños. Rodeados de otros árboles de hoja caduca como abedules, alisos, tejos y avellanos, se encargan estas semanas de transformar el paisaje. Una metamorfosis que se sucede con cada cambio de estación. Por si el otoño te produce morriña del verde, a orillas del río también puedes ver otras especies, como laureles y acebos, que mantienen retazos del color más preciado por los turistas.

Fraga de Catasós

Fraga de Catasós, en Lalín.
Fraga de Catasós, en Lalín. Miguel Souto

De menor extensión, pero de similar belleza, es la Fraga de Catasós. Ubicada a las afueras de Lalín, esconde robles y castaños centenarios de hasta 30 metros de altura. Y es que aunque este bosque cuente con menos diversidad que el del río Eume, su valor se encuentra en las dos especies autóctonas que lo conforman. Sus árboles esbeltos, que parecen rasgar el cielo ahora que sus ramas se desnudan, cuentan con el distintivo de los mejores castaños centenarios de Europa.

El otoño aporta incluso más magia a este entorno de cuento, donde Pardo Bazán encontró su rincón para escribir Los Pazos de Ulloa. La escritora estaba emparentada con los dueños de la finca, quienes plantaron los árboles que hoy protegen una alfombra de erizos y hojarasca. Un paseo ideal para toda la familia.

Teixedal de Casaio

Teixedal de Casaio, en Carballeda de Valdeorras.
Teixedal de Casaio, en Carballeda de Valdeorras.

Si hay un bosque único en Galicia, es el Teixedal de Casaio. Ubicado en Carballeda de Valdeorras, es el conjunto de tejos más importante de Europa. Más de 300 ejemplares crecen, rodeados de otras especies como acebos o avellanos, en el camino hacia Pena Trevinca, la cumbre más alta de la comunidad.

El Teixedal de Casaio está considerado, además, como el bosque más antiguo de Galicia. Es el resquicio de una historia muy anterior a Colón, a los romanos o a los celtas. Un lugar donde el tiempo se detiene y solo cambia con las estaciones. Aunque es poco accesible, el esfuerzo vale la pena. Si te animas a visitarlo, podrás descubrir un paisaje privilegiado, donde los rayos de sol se filtran entre las ramas retorcidas de los tejos y cambian el aspecto del bosque con el paso de las horas. Un baile de luces que se intensifica en otoño.

Souto da Retorta

O Avó, el eucalipto más alto de Europa, es el habitante más famoso del Souto da Retorta.
O Avó, el eucalipto más alto de Europa, es el habitante más famoso del Souto da Retorta. PEPA LOSADA

También destacan por su antigüedad algunos de los habitantes del Souto da Retorna, una enorme extensión eucaliptos situado en las inmediaciones de Viveiro, a orillas del río Landro. Es el caso de «O Avó», uno de los árboles centenarios que se pueden encontrar. Plantado hacia 1880, además de ser el más anciano de este espacio protegido, es uno de los ejemplares de la especie más grande de Europa, con 67 metros de altura y 10 metros y medio de perímetro.

Aunque por la naturaleza de los eucaliptos, de hoja perenne, el Souto da Retorna no se transforma tanto con la llegada del otoño, pasear por este bosque de gigantes, conocido también como eucaliptal de Chavín, permite descubrir los encantos de una especie que, debido a sus usos madereros, no suele alcanzar el cielo.

Faial da Pintinidoira

Si buscas una explosión de colores, el lugar ideal es el faial de Pintinidoira. Un conjunto de hayas de unas dos hectáreas rodeadas de un bosque mixto, formado por esta especie y otros árboles como robles o acebos. Se trata del hayedo más occidental de Europa y está situado en la montaña de Lugo, a 1.000 metros de altura y frente a la sierra de Os Ancares.

Con el otoño, la magia se apodera de este lugar. Las hayas se tiñen de un color rojizo difícil de ver en Galicia. Antes de pasar por toda la paleta de colores de esta temporada y perder su vestimenta, la frondosidad de los árboles crea figuras de sombra sobre el manto de hojas del suelo. Un espectáculo digno de presenciar.

Fraga da Marronda

Pozo da Ferrería, en la fraga de A Marronda
Pozo da Ferrería, en la fraga de A Marronda ALBERTO LÓPEZ

Otro de los bosques que sirven como límite occidental de la haya en Europa se encuentra a poca distancia. La Fraga da Marronda, en Baleira, es también uno de los ejemplos mejor conservados de bosque autóctono gallego. Sirve de hogar para más 170 especies vegetales, como robles, castaños, acebos, avellanos, abedules o arándanos; y animales como jabalíes, zorros, lobos, ardillas e incluso halcones peregrinos. Además, atesora dos de las cascadas más altas de la provincia lucense: Acea da Serra y Pozo da Ferrería. Hacer una de las múltiples rutas que se ofrecen permite dar un paseo entre naturaleza y patrimonio etnográfico (como molinos), acompañado por el murmullo del río Eo, que nace a escasos kilómetros de distancia, dentro del mismo municipio, para luego desembocar en Ribadeo, creando una frontera natural con Asturias.

O Xurés, bosques transfronterizos

Ruta de Vilameá, en el parque natural de la Serra do Xurés.
Ruta de Vilameá, en el parque natural de la Serra do Xurés. C. Andaluz

De una frontera nos vamos a otra. En concreto, a la raia seca, entre Galicia y Portugal. Allí se encuentra uno de los parques naturales de la comunidad que, además, cuenta con la particularidad de abarcar territorio de ambos países. El Parque Nacional de Peneda-Gerês (Portugal) y el parque natural da Baixa Limia-Serra do Xurés es un espacio protegido de carácter transfronterizo. Es también uno de los más extensos y diversos en lo que a paisaje se refiere. Cualquiera de sus bosques merece una vista, pero la elección dependerá del escenario que más se adecúe a la excursión: de bolos graníticos a aldeas con encanto, pasando por cascadas imposibles y paraísos termales.