Algunas iglesias conservan restos de grandes personajes del santoral, adquiridos sobre todo por el arraigo devocional
19 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Desde el punto de vista religioso, el término reliquia supone un resto de algo sagrado. Por ejemplo, una parte corporal de un santo, algo usado durante su vida cotidiana o mismo el lugar donde habitó a lo largo de su existencia terrena. La Iglesia, al tributar veneración a los cuerpos de personajes virtuosos, pronto reclamó a los artistas la creación de piezas que pudiesen albergar sus reliquias, surgiendo de esta forma los llamados relicarios.
A lo largo de la historia estas piezas irán evolucionando, pasarán de ser simples arquetas hasta riquísimos bustos-efigie. En Bergantiños carecemos de grandes colecciones de reliquias y son más bien contadas a lo largo y ancho de la comarca:
En Rus (Carballo) se conserva un pequeño relicario con un hueso de Santa Eufemia, virgen y mártir, que cuenta con un santuario propio en la capilla de Ramil. El resto óseo está autentificado por un documento firmado el 9 de septiembre del año 1919 por el cardenal Pompilj. La reliquia se encuentra custodiada en un pequeño ostensorio de cobre plateado.
En los días que dura la romería de la Virxe do Corpiño de Oca (Coristanco) se expone un relicario adquirido en 1868 que guarda en cada una de sus caras varias reliquias de Tierra Santa; es decir, de los lugares relacionados con la vida de Cristo y de la Virgen. Cada fragmento está identificado por un pequeño letrero. Por ejemplo, un pedazo de la gruta de Belén, del Calvario, etcétera. En 1885, el párroco de Goiáns (Carballo) compró en Santiago por 35 pesetas un pequeño ostensorio donde exponer una medalla-reliquia de san Eleuterio, situado actualmente en el retablo mayor a los pies de la efigie del santo.
En la vecina parroquia de Sísamo se conservan dos grandes relicarios barrocos colocados en el altar. Estos acogen varios huesos de buen tamaño, aunque por desgracia han perdido la cartela que les identificaba. La documentación consultada en el archivo parroquial tampoco aclara datos sobre estas dos piezas.
En la capilla del barrio de la Milagrosa (Carballo), fruto del Año Jubilar Mariano (2011-2012) se consiguió un resto de la religiosa santa Catalina Labouré, testigo de las apariciones marianas en 1830 en París.
En Lemaio (A Laracha) se conserva una reliquia más antigua, concretamente de 1862. Se trata de un trozo de hábito de santa Rosa de Viterbo, manteniendo intacto a su lado el certificado de autenticidad. El relicario se compone de dos partes: El pie de cobre con el sello de su autor, «JV Lorenzo», y la parte del expositor, también de cobre (en este caso plateado) que acoge la reliquia y un medallón de plata con la Crucifixión de Cristo y la Asunción de la Virgen.
La más destacada, en Barizo
Sin duda alguna, frente a esta enumeración de pequeñas reliquias, la más destacada se encuentra en la capilla del Espíritu Santo de Barizo (Malpica) donde está el cuerpo de san Calixto. En el siglo XVIII y durante el XIX se extrajeron de las catacumbas de Roma cientos de cuerpos de cristianos de los primeros siglos, de los cuales se pensó que en su mayoría habían sufrido el martirio y, por tanto, debían de considerarse santos. Los restos eran encapsulados en figuras de cera que emulaban la fisionomía humana, además de ser vestidos a la manera romana.
Así, no solo llegaron a Barizo los restos de san Calixto, sino también los conocidos restos de san Campio para la feligresía de Entíns, santa Orícera y san Silviniano para el convento de las Carmelitas y de las Benedictinas de Santiago, respectivamente, o el famoso cuerpo de santa Minia que se venera en su santuario de Brión. Del cuerpo de esta santa mártir se conserva una copia en madera en la iglesia de Seavia (Coristanco), adquirida en 1871 por el párroco Joaquín Rodríguez Espasandín por dos mil reales.