Dimensiones, diseño o los personajes que reposan en ellas convierten en singulares varias necrópolis de la comarca
30 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Las visitas a los cementerios son más habituales en esta época del año, cuando se conmemora el día de Difuntos, pero cada vez hay más localidades que organizan rutas guiadas por sus camposantos. El objetivo de estos recorridos, con acompañamiento y explicaciones, es dar a conocer las magníficas construcciones que albergan algunas necrópolis, que suelen pasar inadvertidas para el público en general, o porque entre las sepulturas se encuentran las de personajes destacados.
Pero también hay camposantos que llaman la atención por otros motivos. Es el caso de un mini cementerio adosado a la capilla de San Pedro de Leixa, en la parroquia ferrolana de Santa Icía. Solo tiene cinco sepulturas de tierra y dos panteones en los que están enterrados varios miembros de la familia de los Bermúdez, que eran los señores del antiguo Pazo do Monte. El último sepelio que se hizo ahí fue el del cochero de la familia.
Por su parte, el cementerio de Pontedeume destaca por su extraordinaria arquitectura del siglo XIX, con elementos constructivos muy singulares. El año pasado, el Concello organizó visitas guiadas para darlo a conocer. Entre sus elementos diferenciadores figura un panteón neoegipcio y otro del neogótico, la propia capilla, que pertenecía a la iglesia conventual de San Agustín y fue trasladada al camposanto, o el llamado «cementerio dos nenos ou anxiños».
En la villa de Ares se encuentra el primer cementerio evangélico de la comarca, construido en el año 1918, aunque los primeros difusores de la Biblia de la religión protestante ya habían llegado a esta zona en 1837, entre ellos George Borrows, que estuvo en Ferrol durante tres días. En ese primer momento no fueron bien recibidos por los vecinos, pero mediada la segunda década del siglo XX, la difusión del movimiento protestante tuvo cierta importancia en Ares, en parte propiciada por el enfrentamiento con un sacerdote católico de la localidad y así, en diciembre de 1916 se abrió la capilla evangélica y dos años después el cementerio.
Y ya en Ferrol, hay dos necrópolis que destacan por las personas que están enterradas en las mismas o las familias a las que pertenecen las sepulturas. Es el caso del cementerio de Serantes, en el que reposan los restos mortales del insigne profesor y literato Gonzalo Torrente Ballester, que falleció el 27 de enero de 1999 en Salamanca y fue enterrado en su ciudad natal.
Por su parte, en el cementerio municipal de Catabois se encuentra la tumba de la familia Franco Bahamonde, en la que están enterrados la hermana, los abuelos paternos y una tía del dictador, que se habían trasladado al nuevo camposanto tras el cierre del de Canido. Este panteón había generado una gran polémica en coincidencia con el traslado de las cenizas del Franco del Valle de los Caídos.