Partiendo de Porta do Camiño se pueden seguir los pasos de la muralla
30 oct 2021 . Actualizado a las 04:55 h.El otoño de verdad ha llegado. Hay fines de semana en los que la excursión por el campo no apetece o simplemente los caminos van a estar encharcados. Es entonces el momento de mirar hacia dentro, hacia la ciudad, y, sin ir más lejos, hacer una excursión por ella y sin salir de ella.
Y así los ojos se vuelven a la gran olvidada. Si hay almendra en Compostela es porque ha habido una muralla medieval que la defendía, que paró más de una vez los pies a visitantes poco recomendados, incluido un arzobispo.
Pero, ¿es posible recorrerla? Con la mentalidad que se recorrería la magnífica muralla de Lugo, no. Con ánimo, imaginación y cierto espíritu descubridor ya que no aventurero, sí. Con la ventaja de que uno puede comenzar a andar donde le dé la gana y en el sentido que quiera.
Y ya que hay que elegir un sitio, que sea aquel por el que pasaron y siguen pasando miles y miles de peregrinos, y el más noble de la ciudad puesto que era una puerta la que franqueó la mayor parte de dignatarios visitantes: la Porta do Camiño. Es decir, Rúa San Pedro adelante rumbo a la catedral. Al cruzar la calle el caminante medieval entraba en el interior de la ciudad por una puerta de doble arco y que estaba defendida por una torre a cada lado.
Esa obra no existe desde 1835, en efecto, pero la torre de la izquierda sí, convertida en vivienda y que se distingue desde la parte de dentro. Pero el caminante va a ascender a mano contraria por un callejón llamado Entremuros y que no es otra cosa que el pomerio. O sea, la ronda que había entre la muralla en sí y las viviendas, el camino de ronda interior.
Da gusto pasear por un lugar histórico así, entre otras cosas porque las casas, centenarias todas ellas y algunas más de una vez, se ven cuidadas y con encanto, con un par de portales que denotan nobleza.
Hay que detenerse a la altura del número 18. Sí, no hay error: ese parece ser un trozo auténtico de la muralla ante la que se estrellaron, entre otros, los componentes de una expedición vikinga en el siglo XII después de su paseo triunfal por A Coruña. Pero en fin, es de justicia reconocer que la documentación no es definitiva: ese trozo de lienzo es del siglo XI o una reconstrucción de medio milenio después. ¿Tal duda le quita encanto? En absoluto. Eso sí, a pesar de las flores del balcón el cable externo afea cualquier imagen, y no sería mala cosa pensar en llevarlo por otro lado. Cosas más difíciles se han visto.
Unos pasos más y a detenerse de nuevo, porque llama la atención un conducto bajante granítico destinado a recoger el agua de lluvia. Una joya pétrea porque está trabajada con gran esmero.
Y de repente el pomerio se abre en un espacio en el que sin duda alguna sobran coches que tapan la vista completa de los excelentes edificios. Ahí estaba desde el siglo XIV una puerta de segundo orden dando acceso (o salida) a la Algalia de Abaixo.
La siguiente puerta era la de San Roque (Algalia de Arriba). Fin de la subida, y buen lugar para fijarse que la casa con el número 1 tiene las paredes en talud y una saetera ante la que pasó el caminante urbano. Ello prueba con casi toda seguridad que se trata de una de las torres que defendían el paso a la entonces pequeña urbe medieval. Pequeña, pero a la que toda Europa quería venir. Como pasa hoy en día.