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Un camposanto simbólico en Cerdedo que es también un aula al aire libre

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

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El Campo das Laudas de Meilide se está convirtiendo en centro de interpretación de la memoria histórica y muestrario de todas las formas de represión

02 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En Cerdedo hay un camposanto más singular que ninguno. No tiene cruces ni santos. Ni siquiera tiene cadáveres. Y sin embargo es un auténtico monumento funerario que se alza para reivindicar la memoria histórica. Para que la barbarie no se olvide y para rendir tributo a sus víctimas.

El camposanto está en As Raposeiras (Meilide) y tiene, de momento, siete lápidas. Todas han sido talladas por el escultor Marcos Escudero e hincadas en la hierba por el colectivo Capitán Gosende para velar por la memoria de los protagonistas del capítulo más oscuro de la historia cerdedense.

Según explica el portavoz del colectivo, Carlos Solla, el Campo das Laudas se concibe como un aula de interpretación de la memoria histórica y de la represión franquista en Terra de Montes. Conocer la historia de los personajes a los que se dedican las lápidas es conocer la historia del horror vivido al lado de casa.

La primera lápida fue erigida en el año 2016 en memoria de Xosé Otero Espasandín, maestro republicano de Cerdedo, colaborador de las misiones pedagógicas, divulgador y poeta. «Morreu en Washington, exiliado. Neste Campo das Laudas amósanse os distintos tipos de mortes. A súa é a morte do exiliado. Nun poema pedía metro e medio de chan para descansar en paz. Nós démosllo por fin», explica Solla.

A Antonio Sueiro Cadavide, el alcalde republicano de Cerdedo, está dedicada la segunda lápida. «O seu é un exemplo da morte por esquecemento. Foi agrarista e alcalde republicano. Foi o mellor alcalde que tivo Cerdedo, polas escolas que impulsou e polo saneamento da corrupción, pero foi inxustamente esquecido», comentan desde Capitán Gosende.

La tercera lauda es en memoria de Francisco Varela Garrido, dinamizador cultural de Cerdedo, periodista y secretario del Concello cuando ocurrió el alzamiento militar. «O seu foi un asasinato legal. Foi condeado nun xuízo farsa e fusilado no 37», dice Calros Solla. El Campo das Laudas también tiene una en recuerdo de Xosé Torres Paz, presidente del PSOE de Cerdedo «que foi paseado e cuneteado con outros veciños da zona».

La quinta lápida recuerda a Martiño Ferreiro Álvarez, constructor y teniente alcalde de A Coruña que cuando fue el golpe de estado buscó refugio en Quireza, aunque luego huyó, fue prisionero en los campos franceses, combatió el nazismo y acabó muerto en el campo de exterminio de Mauthausen.

En honor de Manuel Garrido, O resucitado, y su mujer, Esperanza Barros García, se alza el sexto monumento funerario. Él fue paseado y cuneteado, pero no murió y consiguió volver a casa. «Ao non atopar o corpo, a súa muller recibiu malleiras dos falanxistas, que querían saber do paradoiro. Son a figura do heroe que sobreviviu e a heroína», cuenta Solla.

La última de las lápidas recuerda a Xosefa Rivas Touriño, «a matriarca dos Ventín». Sus tres hijos y otro pariente fueron fusilados en Zamora y otro familiar fue cuneteado. Xosefa se desplazó a Zamora para pedir clemencia. Le pidieron que eligiese al hijo que quería salvar. Solo podía ser uno. Ella no pudo cargar con semejante peso. Los tres fueron asesinados.

La octava lauda será colocada el próximo domingo, día 7, a las 12.00 horas. Será en memoria de Francisco Arca Valiñas y Secundino Bugallo Iglesias -asesinados en A Ponte do Barco- y de sus hijos Roxelio Arca Rivas -republicano que salvó la vida y mantuvo vivo el recuerdo de su padre- y Xerardo Bugallo Lois -forzado a combatir en el bando franquista y luego identificado y asesinado por uno de los asesinos de su padre-.