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«Mamá, lo hago por ti»: la historia de superación de Javi que llega al cielo

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

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Javi, segundo por la izquierda, con Pancho, un voluntario que le acompaña, y compañeros de la Asociación Juan XXIII.
Javi, segundo por la izquierda, con Pancho, un voluntario que le acompaña, y compañeros de la Asociación Juan XXIII. Cedida por la Asociación Juan XXIII

Un vecino de Marín con discapacidad intelectual hace el Camino de Santiago como reto personal y tributo a su madre fallecida. Los miembros de la asociación Juan XXIII son sus grandes bastones humanos

05 nov 2021 . Actualizado a las 23:36 h.

A Javier Amado, vecino de Marín y de 45 años, el mundo se le rompió hace algo más de un año. Fue cuando falleció María, su madre y también su gran compañera vital; la que guio sus pasos desde pequeño, seguramente también la que le convenció de que pese a tener una discapacidad intelectual Javier es una persona capaz de hacer millones de cosas y la que estuvo ahí en los buenos y en los malos momentos de su vida. Así que Javier no llevó bien su partida. «Es que cada día la extraño más», dice con un sentimiento que sobrecoge. La lógica tristeza que le embargó cuando ella se marchó se fue traduciendo en que Javi se sentía peor tanto anímica como físicamente. Pero Javi, afortunadamente, no estaba solo. Además de una familia maravillosa que le abraza cada día, como su hermano José, del que habla con devoción, Javi tenía entonces y tiene ahora a su lado a toda la asociación Juan XXIII, un colectivo al que pertenece desde hace años y que supo cómo empujar a este marinense para que sacase la fortaleza que tiene dentro y luchase por sobreponerse. Y de qué manera lo hizo. Tanto, que ahora no solo vuelve a sonreír, sino que en lugar de recordar a su madre con tristeza, le está haciendo un tributo: está completando el Camino de Santiago para que ella vea desde el lugar donde esté lo que es capaz de hacer

La historia de superación de Javi comenzó en mayo de este mismo año. Consciente de que no pasaba un buen momento y de que tanto su ánimo como su condición física empeoraban, uno de los profesionales de Juan XXIII, Quique, le propuso que podían empezar a caminar juntos y así hacer un poco de ejercicio físico. Los primeros días fueron duros: «Camina apoyado, porque lo necesita, pero al principio hacía 200 metros y se cansaba muchísimo», explica Quique. «Sí, al principio es que casi no podía caminar», añade Javi. Pero el entrenamiento lo fue haciendo todo. Y, conforme pasaban los días, Javi comenzó a completar distancias más grandes, siempre flanqueado por sus grandes bastones humanos: los miembros de Juan XXIII. El primer reto fue llegar a recorrer en una misma caminata los puentes que cruzan el Lérez en Pontevedra: «El día que por fin llegamos hasta el puente de los Tirantes su reacción fue increíble», recuerda Quique. 

Conforme iban avanzando en los entrenamientos, surgió la idea de que Javi hiciese el Camino de Santiago en homenaje a su madre. Al principio, le parecía una misión imposible: «Lo veía como algo que no iba a poder hacer, pero luego me fui animando. Y cuando ya lograba andar ocho kilómetros seguidos empecé a pensar en que igual sí podía hacerlo», explica. Así nació el «Objetivo Santiago», con la idea de que Javi, al ritmo que pudiese, peregrinase hasta Compostela acordándose de su progenitora, que según él cuenta tenía muchas ganas de ir caminando hasta Santiago.

Javi se pasó todo el verano entrenando. Cuenta que logró perder nueve kilos de peso pese a que la medicación que toma no se lo pone fácil. Cuando cogió vacaciones y no tenía a los profesionales de Juan XXIII para animarle día a día, su familia le apoyó de forma incondicional y con ellos caminaba cada día hacia las playas de Marín. «Me levantaba temprano y a caminar, no dejé de hacerlo en ningún momento», cuenta. 

Y así llegó hasta este otoño, cuando tocaba poner en marcha de verdad el «Objetivo Santiago». Hace varias semanas, a finales de septiembre, Javi comenzó a hacer etapas del Camino Portugués. Partió de Pontevedra y lleva ya siete caminatas. Llegó hasta Picaraña (Padrón), así que solamente falta el arreón final. El último tramo lo dividirá en dos etapas, una de ellas la hará el próximo miércoles y, la última, prevé completarla el 20 de noviembre si hace buen tiempo. 

Cedida por la Asociación Juan XXIII

Por supuesto, no estuvo solo. Lo cuenta él lleno de emoción: «Me apoyaron todo el tiempo mis monitores de Juan XIII y también mis compañeros, que vinieron algunos días. La verdad es que todo el mundo me anima muchísimo. Tengo muchísimos mensajes en el teléfono de ánimo», dice Javi. Tiene palabras especiales para Quique y Pancho, sus dos principales puntos de apoyo físicos y emocionales en la ruta. Quique es de la familia de Juan XXIII y el caso de Pancho aún le pone más emotividad a este reto. Porque Pancho es bombero en Vilagarcía, le pidieron ayuda y se sumó con fuerza al reto de Javi. Tanto es así que a veces cambia turnos en el trabajo para acompañarle. 

La siguiente etapa está prevista para el próximo miércoles. Javi sabe que puede hacerlo. Y, además, está dispuesto a seguir caminando y entrenando cuando termine la peregrinación: «Tengo que hacerlo, me siento mucho mejor», dice. A su lado, Quique, el monitor, también tiene claro que Javi completará su objetivo. Con emoción, Quique señala: «Nosotros intentamos que no lo centre todo en su madre, que vea que caminar también es bueno para él, que es una actividad física y emocional importante, pero en cuanto las fuerzas le flaquean él siempre dice 'mamá, lo hago por ti'». Y por María está llegando bien lejos.