Hubo un tiempo en el que el marisco de las tres viejas cetáreas naturales de la costa ribadense llevaba el sabor del mar a las mejores mesas. Desde hace años inactivas, aguardan el proyecto que las rescate del olvido
11 nov 2021 . Actualizado a las 22:02 h.En su día funcionó una de las cofradías de pescadores más antiguas de España y también tres cetáreas naturales desde las que salía marisco hacia distintos puntos del país, incluso a Francia. Así reza en la documentación que resume en Rinlo (Ribadeo) una historia con sabor a mar, la de las cetárias que otro invierno más volverán a enfrentarse a la bravura del Cantábrico. ¿Qué estructura derribarán en esta ocasión los temporales?
Mientras que nada se sabe de aquel proyecto etnográfico y turístico para recuperar y divulgar la ruta de las cetáreas, entre Rinlo y A Devesa, la fachada litoral donde se asientan estas instalaciones sigue siendo lugar de visita para los curiosos que quieren conocer los secretos del oficio. La más próxima al puerto rinlego fue la primera, datada en torno a 1900. Se aprovechó una entrada natural del mar y la gran cantidad de marisco que había en la zona. Dicen que la de Rinlo fue posterior a las de Malpica y Cariño, y que la mariñana llegó a estar en manos de una francesa que transportaba el marisco en un velero hasta el país vecino. A lo largo de su historia, estos criaderos estuvieron regentados por varios propietarios. Son, al menos, las referencias que hay.
Pero sin duda, los recuerdos que más vivos permanecen son los de los vecinos que señalan a José Vázquez al frente de las cetáreas. Otras dos se construyeron a posteriori en la misma franja costera y, por sus dimensiones, ratifican la consolidación de un negocio que hoy es pasado y que ya forma parte de la historia local. En la cartelería también se indica que recogía langostas desde Luarca a Viveiro en la furgoneta conocida como Marisqueira, y que el marisco se trasladaba por tierra y por aire a Barcelona, Madrid, Bilbao...
Salvo la cetárea más cercana al pueblo, sometida a una rehabilitación, las otras dos, con muros y construcciones artesanales en piedra, siguen a merced de los temporales. En compás de espera por el proyecto que no llega.
Desde el paseo litoral es posible imaginar cómo funcionaba la primera; cómo se regulaba la entrada y salida del agua del mar a través de una compuerta. Siempre, aprovechando el flujo de las mareas y pendientes de que las algas no atrancaran el funcionamiento.
El camino que utilizan habitualmente los pescadores lleva directo a la segunda cetárea, de mayores dimensiones y con más equipamiento. La documentación apunta a que era capaz de albergar hasta 20.000 kilos de langosta. A pocos metros, al otro lado del vial costero, aún se puede ver el lugar explanado para la frustrada piscifactoría en suelo Red Natura.
El recorrido se completa cuando ponemos el pie en la tercera. Intentamos adivinar cómo sería la cetárea cuando estaba a plena producción, con una instalación natural similar a las anteriores —de posterior construcción— y con otro vivero que funcionaba con bombeo salvando una altura sobre el mar de unos veinte metros. En su fachada alguien consideró que debía recordarse que ese vivero en tierra se edificó en 1954. Hoy, sufre el castigo de los graffitis y de los botellones. Y sigue esperando.
Localización
Las tres antiguas cetáreas se ubican junto al mar, entre Rinlo y A Devesa.
Proyecto de Costas
Se pretendía ejecutar un proyecto etnográfico y turístico en 90.000 metros.