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El verdadero Camino de Santiago en Prado

francisco rubia alejos LALÍN

VEN A GALICIA

Francisco Rubia

Diversas partes del recorrido están bastante alteradas por las obras del puente ferroviario

07 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Sacamos a la luz unos apuntes de nuestro cuaderno de campo y diversas papeletas tocantes a un tramo anulado del Camino de Santiago, que sospechamos desconocido para una gran mayoría y de especial interés para los estudiosos de las rutas jacobeas. Este material que adelantamos de un trabajo en preparación versa sobre la porción final que, por términos boscosos de la parroquia lalinense de Prado, conduce hasta el puente medieval de Taboada Vello que salva el río Deza, paso obligado entre Ourense y Santiago hasta la construcción de un nuevo puente aguas abajo, conocido por Ponte Taboada Nova cuyas obras se iniciaron en 1861 y concluyeron en 1863. Una costosa obra de ingeniería vial que representó el icono de la modernidad y prosperidad en esta Tierra, digno de respeto y conservación que incomprensiblemente no tiene, al que dedicamos el artículo: La construcción de Ponte Taboada Nova (La Voz, 22/10/2017).

Antes de entrar en el tema que nos ocupa, es necesario aclarar que hay diversas partes de este recorrido bastante alteradas, siendo una de sus principales causas la construcción del puente ferroviario, con apertura de nuevas vías de comunicación para el transito y fácil transporte de material, al objeto de reducir distancia y costes. Según fuentes orales estas actuaciones alteraron en diversos puntos el trazado de la antigua calzada, pudiendo ocasionar confusión. La erosión geológica sufrida por el transcurso de los años y la densa vegetación del sotobosque en algunas zonas, dificultan más si cabe esta labor. Asimismo el material de desescombro originado en la construcción de los túneles del ferrocarril, fue otro factor que modificó el entorno natural.

Una somera descripción del antiguo camino cazado o empedrado objeto de este trabajo, la proporciona Gabriel Puig y Larraz, en su artículo Inscripciones Ibéricas en Galicia. Boletín de la Real Academia de la Historia. Madrid, 1897, cuando refiere la ubicación de un peñón, con indudable valor histórico por su inscripción con signos incisos, que dice se halla «en terrenos del monte comunal de Prado (parroquia de Lalín), situado entre los predios denominados La Robleda de Liñares y la Zarra de la Bayuca, a 1 km. escaso al NO de Liñares, casa solariega de los Taboada [y prosigue con una aportación relevante] a unos 10 metros de distancia de la antigua vereda de Ourense a Santiago, parte de la cual, entre el punto en que se halla la inscripción [del aludido peñón] y el puente viejo de Taboada sobre el Deza, es un camino hecho con toda ciencia en lo que se refiere al trazado, apertura de trincheras o muros de contención y terraplenes para salvar algunas hondonadas; hallase este camino empedrado, en el trayecto indicado, con grandes losas laterales y una hilera central, losas que aprovechan los comarcanos para sus obras, con lo cual va desapareciendo paulatinamente el camino; debajo aparece una capa de ripio o cantos menudos» para asegurar el drenado de la calzada y que su construcción se mantenga sólida.

La descripción de este tramo le confiere una especial importancia, por ser la única referencia descriptiva conocida de la empedrada en la zona, donde a su vez discurría el camino real y el de peregrinaje a Santiago.

Variedad de calzadas

Buena parte de las vías de comunicación construidas por los romanos, fueron descuidadas después de la caída del Imperio (476 d. C.). La antigua vereda, anteriormente descrita «aún cuando algunos la suponen obra romana, la mayoría en el país cree que este camino enlosado, lo mismo que otros varios, fue debido a un obispo de los primeros tiempos de la Reconquista, [iniciada en 722] época a la cual pertenecen también, al decir de las inscripciones que se conservan, el puente viejo de Taboada y algunos otros de la tierra de Deza» (Puig y Larraz). «Se debe a la religión [católica] la reparación o construcción de otras que proporcionaron a los peregrinos facilidad para llegar a postrarse ante el sepulcro de Zebedeo». Leopoldo Martínez. Historia política, religiosa y descriptiva de Galicia. Madrid, 1849, t. I.

Posteriormente las obras de composición y construcción de caminos fueron acometidas, en gran medida, gracias a la acción del cuerpo de Correos, entonces en desarrollo y expansión por todo el territorio nacional. En la Guía General de Correos y Caminos del Reino de España, 1829, hay noticias que se habían emprendido de nuevo en 1816 las obras de caminos descuidados por tantos años, procediéndose a la construcción de viales, en principio de primer orden por ser de urgente necesidad. Al mismo tiempo se pusieron en marcha los medios para poder combinar el transporte de la correspondencia pública con el de los viajeros.

Vestigios de la empedrada

Siendo nuestro objetivo identificar este tramo olvidado por donde pasaba el Camino de Santiago, decidimos recorrer esta parte boscosa y despoblada de la parroquia de Prado. Existen zonas en estos montes en que se distingue con claridad meridiana por donde discurría este viejo camino. De su mantenimiento y buen estado, era obligación de las Justicias tenerlo en partes empedrado (de donde posiblemente tomara el nombre la empedrada en estos lugares). Según pudimos comprobar in situ, el antiguo trazado del vial es discernible del entorno circundante especialmente por una depresión del terreno, vestigio indicativo de la primitiva zanja destinada a recibir el afirmado de la calzada. Hay casos en que esta alteración de nivel suele estar flanqueada por árboles más añosos y copudos, que los que pueblan por crecimiento espontáneo el centro y taludes de la vereda. El tramo final del camino es de bajada, y, según pudimos ir comprobando, concuerda perfectamente con la descripción aportada por Puig y Larraz; que el trazado fue hecho con toda ciencia para salvar algunas hondonadas.

Teniendo conocimiento de la existencia de grabados en estos parajes, decidimos adentrarnos por los montes de Prado para explorar la Zarra de Arriba o campo de la Bayuca. El nombre Bayuca, según dice literalmente el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española. Madrid, 1726 (primero de la RAE) es: «Voz jocosa, y de la Germanía. La taberna, o lugar donde come o bebe la gente ordinaria ».

En este lugar existió desde tiempo inmemorial la conocida casa de la Bayuca. En 1843 se sabe documentalmente que fue deshecha, construyéndose sobre su solar otra de nueva fábrica con el mismo nombre. APD (Archivo pazo de Don Freán). Memorial de San Jorge. La Zarra de arriba o campo de la Bayuca (en otros documentos Bayuca vieja) presumiblemente sería un terreno perteneciente a esta casa que, dada su proximidad con el camino real o calzada empedrada a buen seguro sería frecuentada por peregrinos y romeros a su paso hacia Compostela. La casa de la Bayuca pertenecía al pazo de Liñares. En el epistolario entre don José Taboada Mondragón y su hijo Don Carlos, le comenta en 28-7-1869, respecto a esta propiedad: « la Casa de la Bayuca no debe estar nunca deshabitada, aunque no se perciba por su alquiler más que la obligación de cuidarla a fin de que no la destruyan o conviertan en guarida de ladrones», conviniendo que es por ahora lo mejor que puede hacerse. (APD).

Abrigo rupestre de difícil acceso

Antes de llegar a Ponte Taboada Vello se aprecia en lo alto de la vaguada una gran prominencia rocosa o atalaya, desde donde se contempla una bella vista del puente y del cañón del río Deza. Recorrida su parte alta con la debida precaución, por la peligrosidad de los precipicios circundantes, llama la atención una curiosa formación rocosa que alberga un pequeño abrigo natural. La conjunción de factores: encontrarse en tierras del interior, en lugar de cierta altura, de difícil acceso y buena visibilidad, hace factible su utilización en tiempos pretéritos como refugio ocasional. Otro factor interesante en sus inmediaciones es la presencia de una peña abombada con piletas o cavidades abiertas en la loma, formando un grupo de tres sin comunicación entre sí. Dos son de similar forma, tamaño y vaciado interior, con agua estancada de la lluvia. La tercera es mayor y de contorno irregular, y por la presencia de liquen y musgo en su lecho es de las clasificadas como pilas secas. Estas observaciones fueron realizadas recientemente en breve visita, acompañado del poeta luso Pedro Santos, ferviente apasionado de Ponte Taboada al que dedicó unos sentidos versos, recogidos en su poemario Raíces. Creemos que, tanto la sugerente formación rocosa como las piletas requieren detenido estudio. En cuanto a este mirador natural, debió tener alguna utilidad práctica relacionada con el cercano puente medieval de Taboada. No podemos dejar en el tintero hacer alusión a la conservación y valor patrimonial de Ponte Taboada Vello, catalogado entre los puentes de primera clase que merecen la declaración de monumentos histórico-artísticos, incluido en el Inventario de Pontes Históricas de Galicia (40-PO-43-categoría 1) y tener el valor añadido de encontrarse en el Camino de Santiago, por lo que sugerimos una vez más la erradicación de plantas y en especial de raíces leñosas arraigadas entre sus sillares, que le están causando un grave perjuicio.

Poco después de rebasado el puente la calzada forma una curva para salvar el peñasco que tiene la inscripción fundacional, y adaptarse al terreno. Por el lado opuesto un pretil de cantería, asentado en una hilada de bloques rudamente tallados, hace de quitamiedos de los profundos derrumbaderos. La situación del epígrafe orientado hacia la antigua Tierra de Deza, pudiera indicar la dirección de donde provenía el mayor transito en la antigüedad, al encontrárselo de cara. El hecho que la leyenda fundacional se halle grabada en un peñasco natural de las inmediaciones, y no inscrita sobre la fábrica de cantería del puente, la convierte en un caso singular. (Sobre diversos aspectos de este puente se pueden consultar los artículos publicados por este autor en La Voz. Ed. Deza-Tabeirós, 22/1/2012; 26/2/2012; 30/9/2012 y 17/9/2017).

Inscripciones prerromanas descubiertas en 1887 en Prado

Su mérito arqueológico se halla todavía postergado

Durante el «excursionismo de estudios» (según se denominaba en tiempos pasados) decidimos examinar un afloramiento rocoso de naturaleza de gneis, mineral de aspecto grisáceo que, según el geólogo Puig y Larraz, constituye el suelo y se halla al descubierto en varios sitios. La roca mostraba la superficie recubierta por un grueso mantillo, que se extendía en su totalidad hasta casi alcanzar la cima del peñasco, entremezclado con una extensa trama de raíces de diferente grosor, pertenecientes a dos arbustos parcialmente enraizados en la roca. La acumulación de densos estratos de hojarasca resultaba también considerable. Puesta una superficie de la peña al descubierto, quedaron visualizadas diferentes líneas y grabados. En la fotografía que acompaña mostramos un detalle que, por sus especiales características, creemos realizado por la mano del hombre que habitó estas tierras o transitó por ellas. Su valoración ahora corresponde a los estudiosos de inscripciones sobre roca. Por nuestra parte solo nos limitamos a dar noticia del hallazgo.

Repaso histórico

La existencia de signos grabados en roca en los montes de Prado fue dada a conocer por el señor cura de esta parroquia lalinense, don Manuel Taboada. El hallazgo, efectuado mientras cazaba en la

Zarra de la Bayuca Vieja

, fue notificado en enero de 1887 a don Carlos Taboada Rada, dueño del pazo de Liñares que, a la vista de su importancia, trasladó la noticia al director de la Real Academia de la Historia, el P. Fidel Fita. Tiempo después sería comisionado a Puig y Larraz para inspeccionar la zona como correspondiente de la Real Academia mencionada y geólogo. Transcurriría una década hasta que su trabajo salió publicado en el Boletín de la Real Academia, XXXI, enero de 1897, bajo el título Inscripciones ibéricas en Galicia.

Las inscripciones de Prado fueron relacionadas con las de las mismas características descubiertas en el monte Picáns, Parroquia de Parada, Ayuntamiento de la Estrada (Pontevedra), de las que trataremos más adelante por su similitud.

Peñón con signos grabados

Según Puig y Larraz, el peñón (aludido al comienzo de este artículo) «se halla situado entre los predios denominados

La robleda de Liñares y la Zarra de la Bayuca

, a un kilómetro escaso al NO de Liñares. En la superficie que ocupa se distinguen claramente letras grabadas en hueco por medio de un instrumento contundente. Los signos grabados en la cara superior del peñón, que vendrá a tener al descubierto unos 3 m. de ancho por 4,5 de largo, son evidentemente ibéricos, de una altura, por término medio, de 6 a 7 cm., y se hallan escritos siguiendo unas bandas o fajas de la misma roca, el letrero no ha resistido todo él a la acción de las aguas, las cuales han desgastado muchos de los caracteres de haberse conservado integro sería, seguramente, uno de los más largos que se hubieran poseído entre los conocidos hasta la fecha. Los signos que quedan están muy bien dibujados, no ofreciendo las irregularidades que parecen tener los estudiados recientemente por el docto berlinés SR. Hübner, encontrados en Asturias, así es, que hay pocos de los no desgastados que ofrezcan dudas respecto a su forma». Estando seguro este autor que se trata indudablemente de una inscripción ibérica. Lengua prelatina de España, de filiación muy dudosa y de probable origen africano, conocida por abundantes inscripciones (Lázaro Carreter).

Siguiendo al SR. Puig, más adelante añade que el letrero se halla «escrito en el declive poco pronunciado que tiene la parte superior de la peña [...] por la parte del N. hallase el peñón cortado a pico y elevado sobre el suelo que le rodea unos 3 m [...] Su forma -según el croquis de la pág. 418 del citado Boletín de la Real Academia- es alargada en dirección E-O, con inclinación al O, que es más ensanchada. La superficie orientada a N presenta inclinación».

Destrucción de inscripciones

Por estos montes existió una explotación de piedra conocida por

a canteira

. Su presencia está relacionada con la desaparición de algunas rocas de las cercanías, como comenta el cura de Prado en carta dirigida a don Carlos Taboada: «con la arrancada de la piedra destruyeron varios letreros, y uno muy claro al parecer por lo que dijeron, junto a la robleda [propiedad del pazo de Liñares] y además muy dibujado». En otra misiva del cura al mismo destinatario comenta lo siguiente: «pero la mejor y más bonita la hay junto al Agro de Molies frente a los alcornoques en el monte que no tiene robles, es un peñasco aplastado y todo está escrito y dibujado, no hay otro igual». De este peñasco no da noticia que sufriese daño (Prado 3-3-1887).

(Para mayor información se puede consultar de este mismo autor: El palacio señorial de Liñares en las últimas centurias. Sus moradores, esplendor y decadencia. Anuario de Estudios e Investigación Descubrindo Deza. No 6, 2004, en el apartado: Noticias arqueológicas del entorno inmediato, ps. 205- 209). Las inscripciones de Prado fueron valoradas por Puig y Larraz como muy importantes, y de igual modo las noticias que de otras había adquirido recientemente, refiriéndose a las de Parada, que pasamos brevemente a comentar.

Inscripciones de Parada

La historia del hallazgo e interpretación de parte de los signos de Parada, fue recogida en el apartado II del citado

Boletín de la Real Academia

por Puig y Larraz; y reproducida posteriormente en la obra

Documentos Inscripciones y Monumentos para la Historia de Pontevedra

, publicada por la Sociedad Arqueológica, t. II. Año 1902, donde da noticia de la recogida y traslado de la informe piedra con inscripciones del monte Picáns, junto con otras del mismo lugar que también mostraban signos análogos. Conjunto que fue traslado a las dependencias de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra, constituida en 1892. Una vez creado el Museo Provincial de esta ciudad en 1928, pasaron a formar parte de sus fondos.

Hace unos diecisiete años fuimos expresamente a ver la piedra de Parada, depositada en dependencias del Museo de Pontevedra, quedando sorprendidos por su tamaño y forma, semejante al cuerpo de una res. Por ambos costados mostraba inscripciones realizadas con trazos predominantemente rectilíneos. A su pie un rótulo indicaba: INSCRIPCIONES IBÉRICAS. De las inscripciones del monte Parada, lugar de Picáns. Cerrada das Figueiras (A Estrada) hizo una aguatinta (43 x 63 cm.) el dibujante de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra Enrique Campo Sobrino. Se sabe que en 1909 había ido a ver y dibujar la que calificaba de «inscripción celtibérica de Taboada» en Prado, acompañado del azabachero y grabador Enrique Mayer.

Francisco Rubia Alejos es investigador de Lalín.

Estudios realizados sobre este tipo de inscripciones

Creemos de suma importancia subrayar la trascendente importancia que tienen este tipo de inscripciones. Valga como resumen la relación de investigadores que trataron de las inscripciones de Prado y Parada, además del citado Puig y Larraz. Citaremos solamente por limitaciones de espacio a García de la Riega, que las califica de ibéricas; Florentino L. Cuevillas y Bouza Brey, que relacionan la identidad de los signos de Parada por su semejanza con los famosos «alfabetiforme das antas de Alvao (Tras-os Montes)» al igual que las inscripciones de Prado.

De la Peña Santos en Antropomorfos en el Arte Rupestre prehistórico gallego. El Museo de Pontevedra. Tomo XXX, año 1976, al tratar de las inscripciones de Parada comenta, «no encontramos pruebas suficientes para remontarnos más allá de los tiempos medievales.. » Y por último, Marco de la Rasilla y Alfredo González, autores del libro Comisión de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. Asturias. Galicia. Catálogo e Índices. Real Academia de la Historia. Madrid. 2000, recogen, entre los 86 expedientes de los legajos de las cuatro provincias gallegas, once fichas de las presuntas inscripciones ibéricas publicadas por Puig y Larraz. Respecto a su cronología figuran como prerromanas.

De los montes de Prado como escenario, no podemos obviar un hecho ineludible; la palmaria presencia de signos grabados en roca. Al decir de especialistas actuales de cronología prerromana. Reafirmar de nuevo su existencia y despertar del ostracismo en que se haya sumido el valor arqueológico que posee esta zona, es la razón que nos mueve a realizar estas breves notas.

Durante el «excursionismo de estudios» (según se denominaba en tiempos pasados) decidimos examinar un afloramiento rocoso de naturaleza de gneis, mineral de aspecto grisáceo que, según el geólogo Puig y Larraz, constituye el suelo y se halla al descubierto en varios sitios. La roca mostraba la superficie recubierta por un grueso mantillo, que se extendía en su totalidad hasta casi alcanzar la cima del peñasco, entremezclado con una extensa trama de raíces de diferente grosor, pertenecientes a dos arbustos parcialmente enraizados en la roca. La acumulación de densos estratos de hojarasca resultaba también considerable. Puesta una superficie de la peña al descubierto, quedaron visualizadas diferentes líneas y grabados. En la fotografía que acompaña mostramos un detalle que, por sus especiales características, creemos realizado por la mano del hombre que habitó estas tierras o transitó por ellas. Su valoración ahora corresponde a los estudiosos de inscripciones sobre roca. Por nuestra parte solo nos limitamos a dar noticia del hallazgo.

Repaso histórico

La existencia de signos grabados en roca en los montes de Prado fue dada a conocer por el señor cura de esta parroquia lalinense, don Manuel Taboada. El hallazgo, efectuado mientras cazaba en la Zarra de la Bayuca Vieja, fue notificado en enero de 1887 a don Carlos Taboada Rada, dueño del pazo de Liñares que, a la vista de su importancia, trasladó la noticia al director de la Real Academia de la Historia, el P. Fidel Fita. Tiempo después sería comisionado a Puig y Larraz para inspeccionar la zona como correspondiente de la Real Academia mencionada y geólogo. Transcurriría una década hasta que su trabajo salió publicado en el Boletín de la Real Academia, XXXI, enero de 1897, bajo el título Inscripciones ibéricas en Galicia.

 Las inscripciones de Prado fueron relacionadas con las de las mismas características descubiertas en el monte Picáns, Parroquia de Parada, Ayuntamiento de la Estrada (Pontevedra), de las que trataremos más adelante por su similitud.

Peñón con signos grabados

Según Puig y Larraz, el peñón (aludido al comienzo de este artículo) «se halla situado entre los predios denominados

La robleda de Liñares y la Zarra de la Bayuca, a un kilómetro escaso al NO de Liñares. En la superficie que ocupa se distinguen claramente letras grabadas en hueco por medio de un instrumento contundente. Los signos grabados en la cara superior del peñón, que vendrá a tener al descubierto unos 3 m. de ancho por 4,5 de largo, son evidentemente ibéricos, de una altura, por término medio, de 6 a 7 cm., y se hallan escritos siguiendo unas bandas o fajas de la misma roca, el letrero no ha resistido todo él a la acción de las aguas, las cuales han desgastado muchos de los caracteres de haberse conservado integro sería, seguramente, uno de los más largos que se hubieran poseído entre los conocidos hasta la fecha. Los signos que quedan están muy bien dibujados, no ofreciendo las irregularidades que parecen tener los estudiados recientemente por el docto berlinés SR. Hübner, encontrados en Asturias, así es, que hay pocos de los no desgastados que ofrezcan dudas respecto a su forma». Estando seguro este autor que se trata indudablemente de una inscripción ibérica. Lengua prelatina de España, de filiación muy dudosa y de probable origen africano, conocida por abundantes inscripciones (Lázaro Carreter).

 Siguiendo al SR. Puig, más adelante añade que el letrero se halla «escrito en el declive poco pronunciado que tiene la parte superior de la peña [...] por la parte del N. hallase el peñón cortado a pico y elevado sobre el suelo que le rodea unos 3 m [...] Su forma -según el croquis de la pág. 418 del citado Boletín de la Real Academia- es alargada en dirección E-O, con inclinación al O, que es más ensanchada. La superficie orientada a N presenta inclinación».

 Destrucción de inscripciones

Por estos montes existió una explotación de piedra conocida como "a canteira". Su presencia está relacionada con la desaparición de algunas rocas de las cercanías, como comenta el cura de Prado en carta dirigida a don Carlos Taboada: «con la arrancada de la piedra destruyeron varios letreros, y uno muy claro al parecer por lo que dijeron, junto a la robleda [propiedad del pazo de Liñares] y además muy dibujado». En otra misiva del cura al mismo destinatario comenta lo siguiente: «pero la mejor y más bonita la hay junto al Agro de Molies frente a los alcornoques en el monte que no tiene robles, es un peñasco aplastado y todo está escrito y dibujado, no hay otro igual». De este peñasco no da noticia que sufriese daño (Prado 3-3-1887).

 (Para mayor información se puede consultar de este mismo autor: El palacio señorial de Liñares en las últimas centurias. Sus moradores, esplendor y decadencia. Anuario de Estudios e Investigación Descubrindo Deza. No 6, 2004, en el apartado: Noticias arqueológicas del entorno inmediato, ps. 205- 209). Las inscripciones de Prado fueron valoradas por Puig y Larraz como muy importantes, y de igual modo las noticias que de otras había adquirido recientemente, refiriéndose a las de Parada, que pasamos brevemente a comentar.

 Inscripciones de Parada

La historia del hallazgo e interpretación de parte de los signos de Parada, fue recogida en el apartado II del citado Boletín de la Real Academia por Puig y Larraz; y reproducida posteriormente en la obra Documentos Inscripciones y Monumentos para la Historia de Pontevedra, publicada por la Sociedad Arqueológica, t. II. Año 1902, donde da noticia de la recogida y traslado de la informe piedra con inscripciones del monte Picáns, junto con otras del mismo lugar que también mostraban signos análogos. Conjunto que fue traslado a las dependencias de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra, constituida en 1892. Una vez creado el Museo Provincial de esta ciudad en 1928, pasaron a formar parte de sus fondos.

 Hace unos diecisiete años fuimos expresamente a ver la piedra de Parada, depositada en dependencias del Museo de Pontevedra, quedando sorprendidos por su tamaño y forma, semejante al cuerpo de una res. Por ambos costados mostraba inscripciones realizadas con trazos predominantemente rectilíneos. A su pie un rótulo indicaba: INSCRIPCIONES IBÉRICAS. De las inscripciones del monte Parada, lugar de Picáns. Cerrada das Figueiras (A Estrada) hizo una aguatinta (43 x 63 cm.) el dibujante de la Sociedad Arqueológica de Pontevedra Enrique Campo Sobrino. Se sabe que en 1909 había ido a ver y dibujar la que calificaba de «inscripción celtibérica de Taboada» en Prado, acompañado del azabachero y grabador Enrique Mayer.

Francisco Rubia Alejos es investigador de Lalín.

Estudios realizados sobre este tipo de inscripciones

Creemos de suma importancia subrayar la trascendente importancia que tienen este tipo de inscripciones. Valga como resumen la relación de investigadores que trataron de las inscripciones de Prado y Parada, además del citado Puig y Larraz. Citaremos solamente por limitaciones de espacio a García de la Riega, que las califica de ibéricas; Florentino L. Cuevillas y Bouza Brey, que relacionan la identidad de los signos de Parada por su semejanza con los famosos «alfabetiforme das antas de Alvao (Tras-os Montes)» al igual que las inscripciones de Prado.

De la Peña Santos en Antropomorfos en el Arte Rupestre prehistórico gallego. El Museo de Pontevedra. Tomo XXX, año 1976, al tratar de las inscripciones de Parada comenta, «no encontramos pruebas suficientes para remontarnos más allá de los tiempos medievales.. » Y por último, Marco de la Rasilla y Alfredo González, autores del libro Comisión de Antigüedades de la Real Academia de la Historia. Asturias. Galicia. Catálogo e Índices. Real Academia de la Historia. Madrid. 2000, recogen, entre los 86 expedientes de los legajos de las cuatro provincias gallegas, once fichas de las presuntas inscripciones ibéricas publicadas por Puig y Larraz. Respecto a su cronología figuran como prerromanas.

 De los montes de Prado como escenario, no podemos obviar un hecho ineludible; la palmaria presencia de signos grabados en roca. Al decir de especialistas actuales de cronología prerromana. Reafirmar de nuevo su existencia y despertar del ostracismo en que se haya sumido el valor arqueológico que posee esta zona, es la razón que nos mueve a realizar estas breves notas.