Uno de los lugares destacados en la iglesia de Santa María de Beán
13 nov 2021 . Actualizado a las 04:55 h.Si la propuesta para un fin de semana agradable, como es este, consiste en llegarse a Meixonfrío, más de uno —sobre todo si vive en Santiago— se preguntará qué hay en ese hoy barrio del extrarradio compostelano que poco a poco está siendo absorbido por la ciudad. Y por mucho que recurra a la memoria solo encontrará dos cosas. Una es que por ahí pasa el Camino Inglés (lo cual, desde el punto de vista histórico, es mucho afirmar, pero mejor eso que no mandar al peregrino por la nacional), y otra que desde luego calor en exceso no hacía ahí en invierno, visto el topónimo. Un topónimo que se explica porque el lugar es un outeiro amplio sin protección del viento. O también (el investigador Fernando Cabeza dixit, palabras mayores) porque si la primera parte de la palabra viene a significar casa o edificio, la segunda puede referirse a la nieve o al agua muy fría.
Pero en fin, etimologías aparte, la invitación es ir a otro Meixonfrío, que se encuentra en el concello de Oroso. De manera que rumbo a Sigüeiro y en la rotonda del centro, a la derecha, por la carretera de Grabanxa. Media docena de kilómetros y giro a la izquierda tras una curva a mano contraria, señalizado Beán, una parroquia del ayuntamiento de Ordes. Si la carretera anterior era muy ancha y generosa en curvas, ahora es mucho más estrecha y con largas rectas. Eucaliptos por todas partes al principio, espacios que se van abriendo al final.
Un suave descenso lleva a la iglesia de Santa María de Beán, un típico ejemplar gallego levantado en el siglo XIX, según reza una placa de su sencilla fachada: «Se hizo siendo cura D. Andrés Quintáns López. Año de 1880». Su ficha oficial dice que tiene una planta rectangular, con muros revestidos excepto los enmarques de los vanos y la espadaña (esta, de un cuerpo). Y añade que la fachada muestra una puerta adintelada. Al lado, un cruceiro un poco oculto, de buena factura y que al menos se merece que le quiten de la vista los contenedores de basura, los cuales desde luego estropean el entorno y la foto. Metros adelante, la fuente de Nosa Señora.
La carretera va a describir un arco dejando Vilasuso a la diestra (si alguien sigue de frente que no se preocupe, ambos ramales acaban encontrándose), y a la izquierda se distingue, allá abajo, el primer hórreo tradicional, aunque por desgracia en no buen estado. Hay otros antes, en efecto, pero el ladrillo no les queda muy bien. Y ya puestos a hablar de hórreos, es de justicia citar a uno a la izquierda antes de Vilasuso. No porque sea excepcional, sino porque tiene dos campanitas en lo más alto. Curioso. A su lado, protegido, un cruceiro privado (un buen ejemplo eso de levantar muestras de la arquitectura tradicional gallega, sea dicho de paso).
Llegada al destino
Bifurcación y rumbo a Marzoa, a la derecha, territorio de Oroso. A los 1.300 metros de ese desvío el viajero se encuentra con otro a la diestra, que sí hay que tomar. Y a los 400 metros se planta ante una casa. Eso es Meixonfrío. Pero el terreno dista de ser una colina azotada por los fríos vientos del norte. En absoluto. Con lo cual gana fuerza la tesis del profesor Fernando Cabeza: ¿no será el origen del topónimo una casa con un nevero en la Edad Media?