Recorrer los tejados de la Catedral de Ourense permite descubrir otros tesoros de la ciudad
14 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.No importa si son ourensanos de nacimiento o visitantes, apasionados de la arquitectura o enamorados del paisaje y la fotografía, aficionados a la historia o devotos de las leyendas que pasan de abuelos a nietos al calor del hogar. El recorrido por los tejados de la Catedral de Ourense — una de las últimas ofertas incorporadas por la empresa ArtiSplendore, que gestiona las visitas guiadas al principal templo de la Diócesis de Ourense— no defraudará a nadie, sea cual sea su inicial motivación para iniciar ese ascenso que arranca de la torre sur y culmina 45 minutos después en la norte.
Entre ascenso y descenso, un recorrido con media docena de paradas plagado de descubrimientos. Algunos pequeños por tamaño, como las marcas hechas por los canteros. Esos signos que eran sus firmas personales, escondidas en mil rincones del recorrido, desde los primeros escalones a las columnas de los patios, dejan entrever al visitante un retazo de lo que debió ser su vida y le enfrentan a algunas incógnitas: ¿Por qué alguien firmó con la estrella de David; es que a caso hubo canteros judíos levantando la catedral? ¿Qué significan esos juegos incrustados en el hueco de la escalera?
La guía va apuntando y desvelando estos detalles para que el visitante no se pierda ninguno de los pequeños tesoros que van apareciendo durante un recorrido en el que, obviamente, hay también tiempo para elementos decorativos y constructivos de las distintas fases en las que se levantó el templo y que se distinguen también en esta parte alta de la edificación. Desde los detalles de metopas, caras o gárgolas, al impresionante cimborrio que da luz al templo y que desde esta perspectiva parece todavía más grandioso y desvela un sorprendente corredor interior de madera que, aunque hoy no puede pisarse, sí puede disfrutarse a través de las cristaleras. O el no menos impresionante campanario que, aunque no tiene campanero, ofrece las pautas horarias con su sonido mecanizado y con precisión germánica. Y la alusión a Alemania no es una forma de hablar, sino pura realidad, como conocerán quienes se animen a realizar este recorrido que se ofrece viernes y sábados, en dos sesiones matinales y con un precio de 10 euros para los adultos y 5 para los menores de quince años. En ese precio se incluye la audioguía para realizar después la visita por el interior de la catedral. Una visita que seguramente quienes bajan del recorrido de los tejados van a hacer espoleados por la curiosidad de comprobar algunos de los conocimientos adquiridos en las alturas.
Porque entre terrazas y tejas el visitante descubre, por ejemplo, que este templo ourensano era mucho más que un lugar de culto. Fue en realidad una catedral fortaleza y de su carácter defensivo oirán hablar en una parada para admirar sus almenas. Así como de los asedios que sufrió, lo que ayuda a explicar, además, la existencia del pozo que alberga el templo, que nada tiene que ver con las surgencias de las aguas calientes de As Burgas sino que se construyó para garantizar el abastecimiento de agua potable a los ciudadanos que se refugiaban entre estos muros.
El paseo por las alturas no escapa de las múltiples leyendas que se asocian tanto al templo como al resto de la ciudad. Los guías va mezclando hábilmente los datos puramente históricos con esas otras ideas que la tradición oral ha perpetuado de generación en generación, dejando entrever algunas claves que las explican pero sin destruir el encanto y el misterio que las acompaña. Si el visitante se pregunta si es cierto que cada martes y jueves un barbero acude a cortar el pelo, la barba y las uñas del Santo Cristo, posiblemente se irá con la incógnita; aunque sí se enterará de la vinculación entre la piel de cerdo, las reacciones físicas que provocan los contrastes de temperatura y esa creencia sobre el crecimiento del vello.
Las impresionantes vistas sobre la ciudad de As Burgas también sirven para avanzar en el conocimiento de su intrahistoria, desvelando el por qué del diseño de sus calles inclinadas, curiosidades sobre los nombres de algunas de ellas o la presencia de otros edificios singulares que forman parte de la riqueza patrimonial y urbana de la capital ourensana. Desde lo alto de la catedral se van conociendo algunas pinceladas sobre la casa dos Gayoso, el seminario, la iglesia de Santa Eufemia —y la curiosa leyenda que acompaña la construcción de ese templo—, o el completo balneario romano encontrado bajo los patios del colegio de las Josefinas, por poner algunos ejemplos.
Por supuesto no falta una parada para ver y recordar la historia de la primera catedral ourensana —la iglesia de Santa María Nai—, la del rey suevo Carriarico y su influencia en la elección de San Martín como patrón, o la razón que explica la singular forma de la plaza de la Madalena.