Todo apunta a que en esa zona, un par de kilómetros después de Mesón do Vento dirección Betanzos, había una oppida, un emplazamiento romano
27 nov 2021 . Actualizado a las 10:42 h.As Travesas es un punto simbólico. No solo porque ahí se dan cita los peregrinos que desde A Coruña y desde Ferrol convergen para continuar camino a Santiago, ni siquiera por su ya icónico café Avelina que, sin duda, es el más popular de todos los que abren sus puertas en esa ruta jacobea, sino por su pasado. Todo apunta a que ahí había una oppida, un emplazamiento romano del que, desde luego, no queda ni resto.
Pero ese asentamiento, que sin duda habría de ser humilde en dimensiones, es uno más de los que se construyeron en todo ese cordal, esa línea alta de montañas que marcan hasta dónde hay que ascender para luego bajar al golfo Ártabro. Un cordón de vigilancia y defensivo que une las tierras compostelanas con las coruñesas y que se extendió durante toda la Edad Media. Y las posibilidades de hacer una salida a tomar el fresco y, de paso, escapar de multitudes que pueden contagiar, son muchas.
Pasando Mesón do Vento
Así que en As Travesas, un par de kilómetros después del Mesón do Vento dirección Betanzos, se fija la primera parada, a media hora de Santiago (quienes cojan la AP 9 deberán salir en Ordes, km 41, y girar luego a la derecha). Además del café ahí se alza el pequeño templo en honor a San Roque en el cual, de una manera ciertamente excepcional, hoy hay misa a las 6 de la tarde para quienes deseen asistir. A su lado una amplia área recreativa, con espacio para los más pequeños de la familia.
Para dirigirse al punto identificado como la segunda parada hay que tomar la AC-223, señalizado Xanceda, y medio centenar de metros después del punto kilométrico 1 procede aparcar el coche (a la izquierda hay sitio), y por la diestra echar a andar por una pista estrecha de tierra y zahorra. Con cierta precaución, porque si se escucha algo parecido a una gran motosierra es que avanzan los grupos de amantes de la moto todoterreno, ignorantes de que en los bosques hay que estar en silencio porque es el hábitat de miles de animales (algo que, por cierto, saben los niños de Primaria).
¿Qué tiene de interés ese camino, rodeado por densa vegetación? Pues que es una calzada de factura romana que conecta el oppida de As Travesas con otra vía de mayor importancia, la XX, que es la que con pequeñas variaciones acabarían siguiendo (y siguen) los peregrinos que vienen a Santiago.
Pero aún hay más sorpresas. En determinado punto ese camino da una gran curva a la izquierda a la que seguirá otra a mano contraria. En la primera hay que coger algo que es poco más que un sendero a la diestra que va rodeando un montículo lleno de vegetación. Ese es el castro de Alcaiana o de Eira do Couto, a 445 metros sobre el nivel del mar. Los colaboradores de la web especializada patrimoniogalego.org lo han logrado medir: circular de planta con un poco menos de cien metros de diámetro.
La existencia de ese castro demuestra que existió esa red de vigilancia y defensa: a un kilómetro está el castro de As Travesas (al lado de las instalaciones eléctricas) y a casi el doble el de Vizoño. Indiscutible.
De vuelta al coche, hay que andar unos metros por la pista que nace allí mismo para encontrarse unas instalaciones del proyecto Life. Merecen la pena: jamás habrá visto alguien una fuente como esa.