Hacia rutas salvajes por el Lérez: dime cuánto andas y te digo cuál es tu sendero
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El río ofrece paseos a medida del caminante. Ojo, no todos son fáciles. Pero sí espectaculares
19 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Pontevedra tiene domesticado el río Lérez. Recorrerlo en los kilómetros en los que atraviesa la ciudad o las proximidades del barrio de Monte Porreiro es bonito y ofrece unas vistas espectaculares al cauce. Pero implica cruzarse con ciclistas, corredores y andarines a todas horas, que evidencian dos cosas; que el deporte tira en la urbe y que la senda pegada al río es uno de los puntos neurálgicos para practicarlo. Pero a veces se necesita ir a más y perderse por rutas algo más tranquilas, incluso con un punto salvaje. ¿Se puede en el Lérez y partiendo a pie de Pontevedra ciudad? Se puede. E, incluso, se debe. A continuación, la crónica de una caminata de dos horas y media partiendo de la pasarela peatonal de la Illa das Esculturas y tirando hacia arriba con el ruido del agua haciendo casi, casi la veces de cicerone; porque sirve de guía y porque en ella están las mayores curiosidades de esta ruta.
Ojo con los primeros kilómetros, donde se nota ya que la ruta tiene unos años y que está algo necesitada de cariño municipal. La madera de algunas vallas está rota y, sobre todo, hay un problema con las pasarelas de madera en esta época; que se convierten en pista de patinaje a la primera de cambio. Hasta Monte Porreiro, a veces compensa cambiar e ir por la acera en vez de pegado al río para evitar estos pasos en madera tan resbaladizos.
Una vez en la zona de Monte Porreiro, la ruta cambia la madera por el hormigón o a tramos la tierra y los pies pueden caminar con mayor seguridad. En estos tiempos en los que queremos la información ya y fácil, se echa de menos alguna señal que ubique al forastero y que le diga cuántos kilómetros tiene por delante. Aunque esa dejadez, al fin y al cabo, también le da un punto aventurero a la ruta.
Los pies pasan por la zona del viejo balneario del Lérez, que está tan hermosamente arruinado que merece la pena visitarlo. Ahí, se podría tomar la decisión de cruzar el puente peatonal —de estructura metálica, poco apto para personas con vértigo— y volver a Pontevedra por la otra margen del río —de la que luego hablaremos—. De hacerlo, se completaría un recorrido circular de 12,8 kilómetros.
El agua, en su mejor momento
Pero merece la pena caminar un poco más hacia Bora. Pequeñas cascadas, presas hechas por la mano del hombre por las que en este momento del año el agua baja desbocada... Y poco a poco, casi citando a Manoel Antonio pero cambiando el mar y el barco de su poema por el río, puede decirse «fomos ficando sos»... con el Lérez y nosotros mismos. Apenas pasan ciclistas, apenas hay andarines ya cuando la ruta va tocando Bora, donde desemboca en la N-541 —en las proximidades de la ITV— sin que al senderista ningún cartel le diga si puede seguir y más adelante hay otro paseo. Ha recorrido hasta ahí 7,6 kilómetros, lo que requiere otros tantos de vuelta. Si desanda unos tres kilómetros y cruza el puente que hay junto al balneario, puede volver a Pontevedra por la otra margen del río. Hay escalerillas, pasos rotos y el sendero obliga a ir dando saltos. Pero ese es el lado más salvaje del curso bajo del Lérez.
¿Quién se atreve con el tramo más alto?
En Pontevedra, la ruta más habitual del Lérez es la que parte de la capital hacia Bora, dado que si se vive en la urbe no requiere coger el coche. Pero el Lérez es mucho más que esto en términos de senderismo. A medias entre los municipios de Cerdedo-Cotobade y Forcarei hay otra ruta que sigue el curso del Lérez y que se corresponde con el tramo medio y alto del río. En este caso, la caminata ya es de un nivel superior: 28 kilómetros de recorrido con algunas subidas y bajadas contundentes. Eso sí, tanto la espectacularidad del río como la riqueza del patrimonio están garantizadas. Además, el Concello de Cotobade tiene en marcha una actuación para recuperar elementos de esa ruta y, en el marco de ese proyecto, acaba de rehabilitar el puente medieval de Parada de Cerdedo, uno de los más bonitos del municipio. La misma empresa que hizo labores de desbroce y restauración se encargará de rehabilitar los viaductos de Pedre-Serrapio y Fentáns. Esta ruta de senderismo por el tramo medio y alto arranca en Pedre (Cerdedo) y va serpenteando el río hacia la sierra de O Candán. Se puede hacer al revés, lógicamente, y evitar así las subidas hacia el monte. En total, seis horas andando con dificultad media en la primera parte (saliendo de Pedre) y con alta en el último tramo (desde Serrapio a Aciveiro). Para iniciarla, desde Pontevedra a Pedre se tardan unos 38 minutos en coche y hay que tomar la carretera N-541 hasta el municipio de Cerdedo.
¿Cuánto se tarda y qué calzado se precisa? Claves para una caminata desde Pontevedra
Tomando la pasarela peatonal sobre el río Lérez como punto de partida, estas son algunas de las cuestiones prácticas a tener en cuanta para hacer la ruta del cauce hasta su entronque con la N-541 en la parroquia de Bora.
¿De qué tiempo hay que disponer? En algo más de dos horas y media, a un ritmo medio y parándose a sacar algunas fotografías, se puede completar el sendero desde la capital pontevedresa hasta Bora. Si se prefiere acortar la ruta se puede dar la vuelta en el puente que hay junto al balneario y hacer el recorrido circular, por uno y otro lado del río. Entonces, con dos horas y pico puede ser suficiente.
¿Cuántos kilómetros son y qué dificultad tienen? Si se hace ida y vuelta, la ruta desde Pontevedra hasta el final del paseo del Lérez, en Bora, son unos quince kilómetros. Si se prefiere hacer el circuito circular —dando la vuelta a la altura del viejo balneario— son solamente 12,8 kilómetros. La dificultad es baja en casi todo el recorrido. Eso sí, es más fácil por la margen del río por la que está la playa fluvial de Pontevedra que por la otra, cuyo sendero es más agreste e implica ir saltando y esquivando manantiales o sorteando escalones.
¿La ruta es apta para niños? Depende. No hay grandes dificultades para los pequeños, el camino podría resultar asequible dependiendo de su aguante. Y, salvo en puntos donde las vallas están tiradas, no entraña un peligro importante, porque se va cerca del río, pero con cierta distancia. Pero el camino tiene un problema para ellos: aunque las vistas al cauce son espectaculares y las estampas resultan de postal, puede acabar haciéndose monótono. Es decir, no hay el componente aventurero que pueden encontrar en algunos otros senderos con pequeñas cuevas o atractivos similares. En este caso, es una ruta que permite caminar continuamente al mismo ritmo, sin muchos sobresaltos ni cambios de escenario.
¿Y para ir en bicicleta? Por supuesto, de hecho, es uno de los recorridos fetiche para decenas de corredores y ciclistas. Bien es cierto que, en caso de ir en bici, hay que hacer la ruta de ida y vuelta por una de las márgenes del río —la que está por la parte de la playa fluvial pontevedresa— porque, por la otra hay más dificultades, como continuos tramos con escalones.