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José María Tejerina, peregrino en Muxía este 31 de diciembre: «Qué mejor manera que hacer coincidir un fin de Camino con un fin de año»

Patricia Blanco
Patricia Blanco CARBALLO/ LA VOZ

VEN A GALICIA

Cacereño, salió de Compostela el pasado 29. Despedirá el 2021 en un albergue, cerrando etapa

02 ene 2022 . Actualizado a las 22:04 h.

Reconoce que, este viernes 31 de diciembre, cuando llegó a lo alto de Muxía y vio el Atlántico, se emocionó. José María Tejerina Rubio, vecino de Cáceres, es uno de los no muchos peregrinos que pasaría la noche de Fin de Año en el albergue Bela Muxía, un referente en el Camino. A sus 52 años, cuenta que salió de Santiago el pasado 29 de diciembre. Solo. Ya hizo en su día el Camiño de Compostela a Fisterra, pero supo entonces de la existencia de Muxía y dice que tenía pendiente esa otra ruta, sobre todo conociendo, explica, la importancia y el simbolismo de la Virxe da Barca para el peregrinaje. No lleva la cuenta del número de veces que se ha echado al Camino, porque más que cifras, para él lo importante son las sensaciones. Pasar el Fin de Año en ruta no era algo que tuviese planeado, sino que, simplemente, estando en casa, viendo cómo marcha la pandemia, se decidió a ello. 

Poco antes de las cinco de la tarde de este 31 de diciembre relataba que acababa de llegar al albergue muxián, donde tenía pensado asearse, mudarse y, entonces sí, subir al santuario. «Qué mejor manera que hacer coincidir un fin de Camino, un fin de etapa, con un fin de año. Año nuevo, vida nueva», valora José María, quien este mismo 2021 también hizo el tramo Somport (Aragón) - Ponferrada. Pasó, por cierto, otro 31 de diciembre en Compostela, concluyendo el Camino Inglés: «Es una forma simbólica de marcarlo, se queda como más grabado».

Se siente incapaz de explicar con palabras qué le aporta el Camino, pero asegura que engancha, que es algo fuera de lo cotidiano. En su entorno se muestran algo escépticos al respecto, dice, pero él no puede más que recomendar vivir esta experiencia. No olvida, por ejemplo, la llegada a Fisterra, el esperar a pie del faro por la puesta de sol. Asegura que es un momento en el que toda la vida pasa por delante, donde uno se acuerda de sus seres más queridos, de los que están y de los que faltan: «Una sensación muy fuerte». Coincide en que, en la ruta, aquellos que verdaderamente lo sienten, dejan algo, una impronta que permanece. En este Santiago-Muxía ha disfrutado mucho, se ha llenado de paz, de tranquilidad, se ha parado a hablar con la gente. Menciona una belleza estética, ese paisaje tan diferente a su comunidad extremeña, pero sobre todo habla de ese sentimiento interior, de la sensación de ir caminando y, al mismo tiempo, liberando carga. Feliz y libre, así se ha sentido en estos últimos días del año marcando rumbo hacia la villa de A Barca.