Soutomaior y Castrelos son lugares de visita obligada para apreciar la botánica en su esplendor
22 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Un jardín es una manifestación cultural que expresa la forma de sentir la naturaleza que tiene una sociedad. No es lo mismo un jardín en un país musulmán que otro en el lejano Japón, aunque todos sean hermosos. En el área metropolitana de Vigo es posible que cualquier persona se imbuya en la naturaleza matizada por la mano del ser humano. El culmen se sitúa en el pazo Quiñones de León, en Castrelos, porque en ese espacio municipal de Vigo se concentran varios ejemplos de jardines clásicos. Ahí está, en su parte principal el jardín de influencia francesa, presidido por el laberinto de la plataforma superior, pero también el inglés, más abierto y situado junto al estanque inferior. Esta joya verde presenta numerosas variedades de plantas ornamentales y exóticas, como el camelio del jardín francés, cuya edad ronda los doscientos años, los exóticos tuliperos originarios de Virginia y los viejos magnolios de la pradera, entre los que se encuentra el más grande de Galicia.
En el castillo de Soutomaior, propiedad de la Diputación de Pontevedra, se sitúa otro de los referentes jardineros del área viguesa debido a la gran variedad de especies que contiene, como secuoyas, tilos, araucanas o cedros. Y es que este espacio dedicado a la botánica presenta especies de todo el mundo e incluso superficie dedicada al viñedo, la horticultura y los frutales. En febrero del año 2012, los jardines de este conjunto arquitectónico se convirtieron en el primero de España y séptimo de Europa que lograban el reconocimiento de Jardín de Excelencia Internacional por la Sociedad Internacional de la Camelia.
La lista roja de la asociación de defensa del patrimonio Hispania Nostra incluye los jardines de Mondariz-Balneario, elemento que tuvo su esplendor cuando funcionaba el Gran Hotel creado por los Peinador. Este jardín inglés cuenta con elementos arquitectónicos llevados de otras zonas, como algunas partes de la iglesia románica de Casteláns, en Covelo. Es un lugar curioso porque permite intuir cómo era la esplendorosa vida de Mondariz cuando funcionaba el balneario.
No muy lejos de ese lugar está la senda botánica de Sobroso, en el entorno del castillo de mismo nombre. Un gran número de especies botánicas se encuentran en este paraje boscoso, que se puede recorrer a través de una senda circular no demasiado larga. En este recorrido se ofrece información al visitante de las especies. Hasta no hace mucho estuvo activa una campaña de eliminación de especies foráneas en este lugar.
Pero mejor información ofrece el arboreto del parque natural del monte Aloia, en Tui, que, como dice el estudioso de la naturaleza Antón Lois, «viene siendo un museo vivo en el que conoceremos los árboles que marcaron para bien y para mal, la evolución ambiental y humana de nuestros bosques». Es un descripción lo suficientemente atractiva para ascender al Aloia. La siguiente etapa de esta senda ajardinada se detiene en la Fundación Sales en Vigo. Es un jardín botánico privado que se sitúa en el número 52 de la avenida de Europa. Se trata de un auténtico oasis en el que se pueden encontrar hasta ochocientas especies y siete estanques. Sin embargo, la estrella del lugar es la wollemia nobilis, un fósil viviente del que quedan en el mundo una treintena de ejemplares. Por su parte, el nenúfar gigante salta a los medios de comunicación todos los meses de agosto debido a su floración.
Un bosque privado
En el Colegio Apóstol de Vigo existen un bosque privado en el que se pueden ver 31 especies vegetales catalogadas. Algunas de ellas incluso salen del bosque para situarse en determinados puntos del colegio. Es el caso de una araucana de 40 metros de altura. Aunque hay más lugares de interés botánico en Vigo, como O Castro o A Guía, proponemos en esta ruta la Alameda. Nació tras la realización del ensanche de la calle de García Olloqui. El Concello de Vigo tuvo que luchar a finales del siglo XIX para que se convirtiese en un jardín público. Contiene atractivos ejemplares de numerosas especies, como las casuarias situadas frente al edificio de Correos, incluidas en el catálogo de árboles singulares.
Aunque hay que esperar a que se reactive la conexión marítima, la isla de San Simón permite ver una maravilla botánica como el paseo de los boj. Está incluido en el catálogo de árboles singulares de Galicia. No está muy claro de cuándo data, pero se estima que pudo ser a mediados del siglo pasado.