La red de señalización marina abarca grandes edificios, pequeñas torres y muchas balizas
07 feb 2022 . Actualizado a las 20:49 h.El simple hecho de aportar luz cuando mucha gente se jugaba la vida en el mar ya sería un elemento lo suficientemente importante como para distinguir los faros de casi cualquier otro artefacto de ingeniería realizado por los seres humanos. Pero es que, además, la literatura los ha dotado de un halo de misterio e incluso de redención personal al mostrarnos la figura del farero viviendo en solitario en esos fines del mundo que son las agrestes costas necesitadas de luz artificial.
En la ría de Vigo se puede seguir una ruta de luces de costa que debería empezar por la más antigua de ellas. Curiosamente, ni es el faro más grande ni el que está en el lugar más peligroso. De hecho, perdió hace tiempo su razón de ser. Se trata del faro del monte de A Guía, en Vigo. Allí se construyó una linterna en 1844, obra del ingeniero Juan Rafó. El objetivo entonces era ayudar a los numerosos barcos que se dirigían al lazareto de San Simón, al fondo de la ría, para realizar cuarentenas y desinfecciones. Naturalmente, también ayudaba a enfilar la entrada en el fondeadero del Areal. El faro actual no es el original ya que este fue reconstruido a comienzos del siglo XX. Junto al mismo se conservan unas ruinas que pertenecían a una construcción anexa al primitivo faro. En esa misma zona hubo una batería de costa del Ejército de Tierra hasta hace unos 25 años.
Por antigüedad hay que trasladarse luego a las islas Cíes, un paraje más propio de la iconografía farera. El edificio, situado a 183 metros de altura en Montefaro, entró en funcionamiento en 1853 y hasta los años ochenta del pasado siglo funcionó con acetileno. Su ubicación también fue decidida por el ingeniero Juan Rafó. Hubo farero hasta la automatización que se produjo a comienzo de los años cincuenta del siglo XX, y no debió de ser muy atractivo este trabajo porque las noticias apuntan a continuos traslados de estos profesionales. Desde hace una década, este faro forma parte del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior del Ministerio del Interior, que tiene como misión reforzar el control del narcotráfico y de las operaciones de rescate y salvamento marítimo en las aguas costeras. En el parque nacional, a parte del ya nombrado Montefaro, hay otros dos faros menores en Monteagudo, Cabo de Bicos y Punta Canabal. Y se completa la red de señalizaciones luminosas con las balizas faro del islote Agoeiro y las islas Serralleiras, en la parte sur de las Cíes.
Al otro lado de la ría, en Baiona, se encuentra el faro de Cabo Silleiro a casi cien metros por encima del nivel del mar. Entró en servicio en 1866 con el objetivo de indicar con su luz la entrada de la ría a las embarcaciones procedentes del sur. En sus primeros momentos este faro empleó aceite vegetal. Ya a partir de comienzos del siglo XX llegó el petróleo y, posteriormente, la electricidad. Ahora se está acondicionando para ser un hotel, lo que ha incluido también la rehabilitación del cuerpo principal del faro.
En la boca norte de la ría aparecen otros tres faros de unas dimensiones más pequeñas que los de Cíes y Silleiro, pero de gran importancia porque ayudan a entrar y salir de la ría a las embarcaciones que proceden o se van hacia el norte. En la parte exterior de la ría, alumbrando la Costa da Vela, se encuentra el estilizado faro de Cabo Home, que fue llevado a la portada del libro superventas Un lume azul, del escritor vigués Pedro Feijoo. Se puede llegar hasta él, contemplando todo el esplendor del mar abierto y las playas ocasionales del exterior de la península de O Morrazo. Ya en la parte interior de la ría, está el faro de Punta Robaleira, con su característico color rojo, y que tiene las islas Cíes como telón de fondo. Se completa la tríada de la parroquia canguesa de Hío con la torre de Punta Subrido. El recorrido de estos tres faros se puede hace de dos formas. La menos cansina consiste en dejar el vehículo junto a la Caracola y caminar hacia Cabo Home. También se puede realizar una caminata mayor desde Cangas, recorriendo las playas hasta Barra y, desde allí, ascender por un sendero costero hasta Punta Subrido.
Torres baliza
En el interior de la ría hay varias balizas y boyas que ayudan a ordenar la circulación marítima. Algunas son espectaculares, como la torre de Borneira, construida en 1908 para evitar el embarrancamiento de buques en aquellos bajos. Pero, no impidió que quedase atrapado el Southern Cross un año después de su construcción. Con torre en el mar también se encuentran las balizas de Con do Pego (Moaña) y Tofiño (Alcabre), esta está pintada de blanco y verde. Pero el faro más chic de la ría es el del Museo do Mar ya que fue proyectado, a comienzos del presente siglo, por Aldo Rossi y César Portela para el conjunto museístico. Menos bonita es la torre de Cabo Estai, pero mucho más práctico para ayudar a entrar en la ría.
Además, hay distintas señalizaciones lumínicas en los puertos de Nigrán, Baiona, Cangas, Moaña, Domaio, Cobres, Cesantes, Chapela, A Guarda y los distintos muelles de Vigo.