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Una visita al peto de ánimas del «otro» Pedroso, en Padrón

Cristóbal Ramírez

VEN A GALICIA

CRISTÓBAL RAMÍREZ

El vecino Rego de Tarrío invita a ir andando hasta una aldea desde la que hay amplias panorámicas sobre el municipio padronés

05 feb 2022 . Actualizado a las 04:55 h.

Al animar a hacer una excursión en coche a Pedroso alguien podría pensar que para ese viaje no hacían falta alforjas: el monte Pedroso lleva decenas de miles de años ahí, y a su sombra se edificó la Asseconia romana y la Compostela actual. Pero no.

Pedroso viene de petra, piedra, pedra, aunque ese monte no es un precisamente un pedregal. Tampoco lo es esa montaña vieja, muy vieja, que hoy pertenece al municipio de Padrón. En la distancia, a su lado hay otra que parece pelada, sin vegetación, pero cuando el viajero se acerca se da cuenta de que cortaron muchos ferrados de eucaliptos o pinos. Cierto es que arriba de todo, en la cima, la vegetación brilla por su ausencia y hay unas cuantas rocas donde por un lado u otro pega el viento, pero nada más.

En esa ladera hay dos aldeas que, en realidad, ya no lo son. Lo fueron, pero en estos momentos la actividad agraria es prácticamente nula. No se ven casas abandonadas; al contrario, la mayoría se encuentra en muy buen estado, alguna construida con mucho gusto. Esas dos aldeas se llaman Pedroso do Norte y Pedroso do Sur. Y la primera encierra un pequeño tesoro.

Así que hacia Pedroso. O sea, rumbo a Padrón por la carretera nacional y una vez pasada A Escravitude, en un suave ascenso con un enorme edificio en lo alto, hay que girar a la izquierda, a la altura de unas instalaciones industriales y señalizado 1,5 Pedroso y 0,6 Queiruga. Por cierto que al lado de la señal se encuentra un mojón del Camino Portugués que indica que desde ahí faltan 19,560 metros para alcanzar la catedral compostelana.

Pista ascendente y ancha que conduce primero, por lo tanto, a Queiruga, con un edificio noble —simplemente impresionante— conocido como pazo de Montiño pero, sobre todo, como Pazo da Inquisición. La web especializada en ese territorio obaixoulla.gal dice de él: «Ten a sobriedade e nobreza dunha propiedade que debeu ostentar notable poder. O portalón é de gran fermosura e recolle no seu remate superior un escudo rematado por coroa e cruz». Lo que no dice la web, que realmente es muy útil, es que frente al edificio se alza un altar con las imágenes muy bien protegidas, que malnacidos en cualquier sitio.

La segunda parte de ese corto tramo, una vez pasada por abajo la Autopista del Atlántico, resulta mucho más agradable a la vista que la primera e invita a irse deteniendo en ese ascender constante. A los amigos de andar se les irán los ojos hacia una ancha pista terrera que arranca a la izquierda. Si se camina, eligiendo luego la primera desviación a la derecha y la segunda a la izquierda se va a llegar vía A Garotiña a Pedroso do Norte al cabo de una hora, pero por la parte de arriba (cuando se pisa el asfalto de la DP-6502), con excelentes panorámicas.

Si, por el contrario, se deja la ruta para más tarde, unos metros más adelante procede parar ante otra pista a la diestra que es una alfombra de hierba. Una maravilla. Y ahí corre, muy rápido y precipitándose de desnivel en desnivel, el Rego de Tarrío, en medio de un bosque muy pequeño en anchura pero excepcional, un auténtico regalo de la naturaleza. Por la pista se puede dar, sin peligro para los niños, un corto paseo porque no mide más de 250 metros.

¿Y el tesoro de Pedroso do Norte, que es la aldea de la izquierda? Apárquese a la entrada del grupo de casas tradicionales, ya que hay espacio para hacerlo. Y a los 20 metros se encuentra el viajero ante una obra maestra en piedra. La web obaixoulla.gal la define así: «Peto de ánimas no lugar de Pedroso do Norte, do que abrolla auga a través dun cano de pedra que vai dar a un lavadoiro. Segundo contan os veciños, o peto é un engadido relativamente recente (século XX). As imaxes (Virxe das Angustias, San Francisco...) estaban nunha casa particular da aldea, que nun principio pensaron levalas para Santiago, mais a dona quixo que quedaran en Pedroso do Norte».