Patrocinado por

El trazo elegante de Manuel Gómez Román

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

El arquitecto vigués dejó numerosos y variados edificios a lo largo de sus casi 70 años de carrera

13 feb 2022 . Actualizado a las 01:32 h.

El carácter y la determinación de Manuel Gómez Román (Vigo, 1876-1964) quedan patentes en dos hechos relacionados con la obtención de su título de arquitecto. Cuando aún no tenía 17 años optó por dejar la carrera en Madrid por desavenencias con sus profesores y veinte años después decidió completar la carrera, y lo hizo en tan solo dos años y un montón de edificios ya realizados a sus espaldas.

Aunque tiene obra en varios municipios del área y en Santiago de Compostela, e incluso muchos proyectos que no traspasaron el papel, Manuel Gómez Román es uno de los grandes arquitectos que cinceló el Vigo monumental. Lo hizo pasando de un estilo a otro, mostrando el cambio de gustos que vivió la sociedad durante unos tiempos muy convulsos.

«Vivía para a profesión que elixira, e para servir ao país no que nacera», dijo de él Francisco Fernández del Riego, con quien compartió militancia en el Partido Galeguista tanto en la legalidad como en la clandestinidad. Así que estamos hablando de un profesional, pero también de un hombre comprometido con Galicia y la sociedad de su tiempo.

Nació en una familia relacionada con la construcción. Su padre se dedicada a ese negocio y su hermano mayor, Benito, también fue arquitecto, así que se puede decir que nació para construir edificios. Claro que eso se puede hacer de muchas formas distintas. Si pensamos en el Edificio Mülder, situado en Montero Ríos esquina con Pablo Morillo ya nos damos cuenta de que Gómez Román eligió construir elegantemente para mejorar una ciudad que estaba en construcción.

Desde que regresó de Madrid sin el título de arquitecto y el año 1917, cuando consigue titularse a la edad de 41 años, nuestro elegante y comprometido constructor brindó a la ciudad obras tan brillantes como el Edificio Simeón o los dos edificios realizados para Saturnino García, ubicados, uno en la esquina entre Montero Ríos y Castelar, y el otro, entre la plaza de Compostela y García Olloqui. Muy parecidos y hermosos los dos. Naturalmente, se vio obligado a valerse del respaldo de otros arquitectos para validar sus proyectos. Fue esa una época muy influencia por sus viajes a Europa, donde se estaba cociendo el modernismo y el Art Decó, dos referencias, junto al eclecticismo muy presentes en sus obras de aquellos años. De esta etapa también es el monumento dedicado a Concepción Arenal que recibe a los visitantes en el cementerio de Pereiró.

Tras esta etapa estilística, los expertos en la obra de Manuel Gómez Román abren una tercera época de transición hacia el regionalismo. En ella, el arquitecto vigués realizó los pabellones sanitarios, que hoy en día conocemos como Nicolás Peña, el Banco Pastor (ahora en manos del Santander), la central de Correos y el Mercantil. Pero también atendió las necesidades industriales de la ciudad, firmando el proyecto arquitectónico de La Panificadora, la fábrica de cervezas A Barxa o la fábrica de Alfageme en Bouzas. De esta época también son varios panteones situados en Pereiró, como los de las familias Alfageme y Mirambell.

La última etapa de Gómez Román está relacionada con el regionalismo. Y, aunque construye numerosos edificios de viviendas, lo más característico de estos años en su obra son los chalés. El más conocido fue el llamado chalé Agarimo, que estuvo en Peniche y hoy en día está desmontado. Realizó muchos otros, como el de la familia Oliveira en Tui o el Pousadouro, en Redondela. Dentro de este mismo período se encuentra la casa consistorial de Mos. En el año 1951, Manuel Gómez Román firmaba el proyecto de la ermita de A Guía, cuya torre estaba coronada por una figura del Sagrado Corazón de Jesús, que hoy en día se quiere recuperar.

El arquitecto vigués tuvo también una intensa actividad social y política. Fue concejal en el Ayuntamiento de Vigo y secretario general del Partido Galeguista. Además, durante a «longa noite de pedra», Gómez Román fue vicepresidente de la Editorial Galaxia y de la Fundación Penzol. En diciembre de 1951, leía su discurso de ingreso en la Real Academia Galega, donde fue uno de los miembros que apoyó a Francisco Fernández del Riego para poder proponer al pleno de la institución la celebración del Día das Letras Galegas.

Manuel Gómez Román murió a los 88 años, el 11 de noviembre de 1964, en el Hotel Universal, que era propiedad de su familia.