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Estos son los BIC menos conocidos de Arousa

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

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Martina Miser

Un petroglifo en la pared de un galpón, un monte pintoresco... La comarca guarda numerosos tesoros

14 feb 2022 . Actualizado a las 20:15 h.

Esta semana se inició el expediente que deberá terminar con la declaración de Adro Vello (O Grove) como Bien de Interés Cultural. Figurar en esa lista debería suponer un cierto grado de protección, unos cuidados mínimos garantizados, pero eso es algo que sobre el terreno no siempre ocurre. Que un BIC sea tratado como merece depende, siempre, de la voluntad política que haya de cumplir y hacer cumplir las exigencias que lleva aparejado semejante título. De la importancia real que se le dé al bien protegido. Del valor que se le ponga a cada una de las piezas que a lo largo de la historia se han ido etiquetando como bienes a proteger. En la zona sur de la ría de Arousa hay, a la espera de que Adro Vello entre en la lista, 22 bienes de interés cultural. La mayoría son grandes desconocidos para el público en general y, en muchos casos, incluso para las administraciones locales.

Esta amplia colección de BIC comenzó a fraguarse hace casi un siglo, cuando el Monasterio de Armenteira, las Torres de Oeste y las ruinas de Santa María Dozo fueron reconocidas como monumentos histórico-artísticos a proteger. Llegaban este tipo de reconocimientos, en aquel momento, en forma de lotes. Queda clara la idea en el año 1974, cuando se incoaron los expedientes que iban a terminar con un BOE, firmado por el dictador Francisco Franco, «por el que se declaran monumentos histórico-artísticos de carácter nacional los grabados rupestres existentes en la provincia de Pontevedra». Aquella firma dio ese rango a 195 muestras de arte rupestre en la provincia, nueve de ellos en Arousa; Pinar do Rei, Taleiriña, Outeiro do Barral y Oeste, en Catoira; Monte Castrove, entre Meis y Poio; Pedra de Meán y Os Ballotes, en Vilagarcía; y Monte Lobeira en Vilanova. 

Muchos de esos restos están olvidados por las administraciones, que no por los amantes de la historia. De ello da fe Luisa, una anciana que reside en Catoira, en el lugar de Aragunde. Hasta su vivienda acuden, con relativa frecuencia, visitantes que quieren ver «a pedra». Es el petroglifo de Taleiriña, un grabado que se puede ver en el muro de la huerta. A duras penas, es verdad, porque las líneas están muy diluidas por el tiempo.

Martina Miser

  • «Sempre estivo aí. A min estorbar non me estorba». Luisa tiene un BIC en la huerta de su casa, en concreto en el muro de piedra de un cobertizo junto a la fachada principal de la vivienda. Ella conoce el dibujo de memoria, aunque es muy difícil distinguirlo. «Ás veces vén xente a miralo. Ata chegaron a vir colexios», señala esta vecina de Aragunde, en Catoira, que convive con arte prehistórico. «Eu acórdoo aí toda a vida», dice la anciana, que relata que «os vellos dicían que antes estaba nunha finca» de la que fue retirado para su reutilización en la construcción de un galpón. La anciana muestra encantado el petroglifo, y se afana por hacer ver a sus visitantes la figura de animal que se esconde en la piedra. «Se hai moita luz non se ve ben», explica, mientras dibuja con la mano la barriga casi invisible.

Este no es el único petroglifo protegido que apenas se distigue. En Bamio está la Pedra do Encanto, en este caso tan olvidada que hay quien la toma por un con más en los caminos de Bamio, y hasta le han pintado encima una flecha que marca la ruta a los peregrinos. Muy cerca de ella, los grabados de Os Ballotes, con los que comparte título, también se esconden de los ojos inexpertos, aunque en esta ocasión cuentan con la ayuda de cartelería para dar con los animales y los símbolos escondidos en las laxes. A fin de cuentas, hace unos años fueron objeto de un plan de puesta en valor.

Martina Miser

  • Casiña da Moura. Desde el año 1974, no han entrado en el listado nuevos petroglifos, pese a los numerosos hallazgos realizados. Solo en el año 2011 se censó como BIC la Casiña da Moura o Mámoa da Fonte do Galo, en el ayuntamiento de Meis. Lo que queda de la estructura, tres laxes verticales, se encuentra protegido por la maleza que crece a su alrededor.

La lista de los BIC menos conocidos de Arousa incluye también la Torre de Miranda, que en algunos registros se asimila con la de San Fardán. En realidad se trata de dos edificios. El primero está ubicado en Caleiro, donde forma parte de un pazo que se ve perfectamente desde la carretera general. La segunda son los restos de una construcción que se encuentran en San Miguel de Deiro, en una parcela cuyos dueños reciben con amabilidad a quienes hacen un alto en el camino para conocer el esqueleto de o que debió ser en su día un construcción monumental.

Martina Miser

  • Monte Lobeira. Hay otro Bien de Interés Cultural que buena parte de los arousanos tenemos ante nuestros ojos la mayor parte del tiempo sin siquiera ser conscientes de ello. Se trata del Monte Lobeira, declarado «paisaje pintoresco»hace exactamente medio siglo: corría el año 1962. Se argumentaba entonces para justificar ese reconocimiento al monte arousano, que «su repoblación arbórea, sus cuidados accesos y sus hitos conmemorativos» le conferían una «impresionante belleza» por la que merecía «que se ponga bajo la protección del Estado mediante la declaración de paisaje pintoresco».

Las paradojas y lagunas de la protección patrimonial son muchas. Quizás una de las más evidentes se reparó en el año 2012, cuando el Pazo de Fefiñáns, uno de los emblemas de la provincia e incluso de Galicia, fue reconocido como BIC. Hasta entonces, el palacio no había tenido un reconocimiento que había llegado, años atrás, para edificios como el de O Cuadrante, Rúa Nova, O Rial o Vista Alegre. Otro tanto se puede decir de esa joya urbanística que es el centro histórico de la villa del albariño, declarado como de interés cultural a comienzos de este siglo. Poco más de veinte años de protección de un conjunto que, afortunadamente, conserva todo el encanto que le imprime su larga historia.

Otra paradoja que parece haber llegado a su fin es la de Adro Vello. El yacimiento de O Carreiro, reconocido desde hace años por los expertos como «buque insignia» de la arqueología gallega, debido a la riqueza de restos que duermen bajo la arena de la playa y el asfalto de una carretera provincial, lleva prácticamente desde su descubrimiento olvidado, envuelto en maleza y convertido de tiempo en tiempo en objeto de controversia política. Queda por ver que su declaración como BIC ofrezca mejores resultados que la que protegió durante años a la Torre de Escuredo, una vivienda que se arruina en el centro de la villa meca, despojada el pasado año por la Xunta de su título de Bien de Interés Cultural.

La relación de Bens de Interese Cultural 

  • Monasterio Armenteira 1931
  • Torres de Oeste 1931
  • Santa Mariña Dozo 1931
  • Pazo do Cuadrante 1976
  • Pazo Rúa Nova 1976
  • Pazo Vista Alegre 1980
  • Pazo do Rial 1995
  • Pazo de Fefiñáns 2012
  • Torre de San Sadurniño 1994
  • Torre de Miranda/ San Fardán 1994
  • Conjuntos históricos
  • Cambados 2001
  • Petroglifo Pinar do Rei 1974
  • Petroglifo Taleiriña 1974
  • Petroglifo Outeiro do Barral 1974
  • Petroglifo de Oeste 1974
  • Petroglifo Monte Castrove 1974
  • Petroglifo Eira dos Mouros 1974
  • Petroglifo Pedra de Meán 1974
  • Petroglifo Os Ballotes 1974
  • Petroglifo Monte Lobeira 1974
  • Mámoa Fonte do Lagarto 2011