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Una aldea idílica en el corazón de Lalín

David Cofán Mazás
David Cofán LALÍN / LA VOZ

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miguel souto

En Requeixo presumen de no discutir y cooperar por revitalizar el lugar

19 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La utópica idea de una comunidad que se mueve al unísono en favor del interés común y que deja atrás su codicia e individualismo tiene un ejemplo real en la aldea de Requeixo, en la parroquia lalinense de Méixome. Un pequeño núcleo en el que todos sus habitantes desde hace más de sesenta años cooperan de manera desinteresada por su propio bienestar y por revitalizar este entorno rural, creando una sinergia en la comunidad que muchas envidiarían.

La lluvia y el estado de la carretera hacen que llegar a esta aldea sea un camino un tanto tortuoso, sin embargo, al entrar en Requeixo la cosa cambia. Nos reciben Manolo Fernández y Pablo Penalta, que desde el primer momento nos advierten que esta sintonía vecinal viene de lejos. «Nos anos 60 veu co tractor Luis Cuiña para arar as fincas, como eran tan pequenas tirou cos marcos, pero non houbo problema nin discusións, cada un colleu o que necesitaba e as compartimos», comenta Manuel. Con orgullo, Pablo nos presenta su gran obra. Una marquesina de madera, con bancos en forma de puzle, coronada por un gran reloj. Él es la mente pensante de cada detalle de Requeixo, aunque reconoce que quien ejecuta el trabajo es su sobrino, José Manuel, que trabaja como carpintero. «Fixemola en forma de puzle para que chamara a atención e o reloxo pedímolo por Amazon», explica.

Subiendo se encuentran los contenedores separados por una valla de madera realizada con esmero y a su derecha un tren hecho con materiales reciclables cuyos vagones sirven de maceta. Flores que se encargan de regar todos los vecinos en turnos con un cubo que guardan en la propia marquesina. Bajando por uno de los caminos encontramos una fuente que data de 1995. «O Concello tróuxonos os materiais e nós construímola», apunta Pablo. Enfrente, está colocado un banco de castaño hecho en 2016, evidentemente de la mano de José Manuel. A la pregunta de quién sufraga estos gastos, se encogen de hombros. «Amañámolo entre todos, aínda que Pablo soe poñer o 50 %», explica Manuel.

Antes de marchar, comenta una de las ideas que planea poner en marcha: una máquina expendedora «para os nenos».

«O maior medo é que a tradición non se manteña porque non quede ninguén»

Pese a sus esfuerzos para hacer atractiva la aldea y que sea más difícil marcharse por el buen ambiente que reina, la despoblación golpea sin compasión a Requeixo. «Agora debemos andar sobre as dezaseis ou dezasete persoas», asegura Manuel, que se muestra esperanzado con que llegue un familiar con tres niños. Los vecinos que salieron a nuestro encuentro coinciden, su gran temor es que el lugar se abandone con el paso del tiempo y que desaparezca la unión y el trabajo de sus habitantes. «O maior medo é que se perda e ninguén continúe a tradición. Hai pouca xente, cada vez menos nenos e a maioría somos vellos», reconoce Manuel. Según datos del INE a 1 de enero del 2021 están empadronadas 14 personas, dos menos que hace un año y lejos de las 26 que se registraban en el 2006.

Proteger este «tesouro», como llaman a su aldea, es una tarea difícil para sus habitantes, aunque empeño no les falta. En Navidad pusieron sus propias luces en sus elaboraciones, por lo que se ilumina todo el núcleo. También indican que a partir de la primavera es recomendable acercarse hasta Requeixo, aprovechando que los árboles están floreciendo. Cada detalle es cuidado con mimo por parte de unos vecinos entregados en cuerpo y alma al bien común. «Aquí non fai falta nin preguntar, se queres coller uns tomates, ou uns grelos vas á horta, non hai ningún problema», sostienen.