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Historias de chalanas, dornas y galeones

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Varias asociaciones tratan de mantener vivo los distintos tipos de embarcaciones tradicionales

19 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La Xunta de Galicia última estos días la declaración de 38 embarcaciones tradicionales como bienes de interés cultural, lo que da una idea de la importancia que tienen estas naves dentro del patrimonio cultural gallego. Y es que son el reflejo de cómo se ganaba la vida una gran parte de la población costera gallega. Incluso, y desgraciadamente con mucha frecuencia, eran testigos de cómo moría. En las Rías Baixas son varias las asociaciones que tratan de mantener vivos los distintos tipos de barcos porque ya son pocas las posibilidades de verlos en un funcionamiento habitual.

La trainera, la dorna, la gamela, la buceta, la chalana o el galeón son algunos de los tipos de barcos que se movieron por las rías a lo largo de la historia. Hoy en día, hay varios puntos donde es posible ver estas embarcaciones clásicas. El más conocido de todos, y también el más cómodo, es el pantalán que la Asociación de Marineros Artesanales y Deportivos San Miguel tiene en el relleno de Bouzas. Hay además paneles informando de los tipos de barcos que allí se encuentran. Dornas, faluchos, bucetas, racús o botes de Ribadeo son algunos de los ejemplares amarrados allí. Esta y las otras asociaciones existentes en Galicia, hacen salidas a la mar, especialmente en verano. Ahí es cuando se ven en todo su esplendor los barcos, especialmente lo que tienen velamen.

Volanteiro

Debido a los cambios tecnológicos experimentados por el mundo de la pesca, las asociaciones patrimonialistas son el flotador en el que se sustentan estas embarcaciones que de otra forma ya habrían desaparecido. En A Guarda está Piueiro, que se propuso hace unos años recuperar el volanteiro, junto con la gamela guardesa, la embarcación más características de la zona. Para ello crearon un sistema de apadrinamiento, que permitió recuperar este modelo de barco y, el pasado verano, pudo navegar dentro de un programa del Xacobeo.

Todas las asociaciones relacionadas con la cultura marítima están incluidas en Culturmar, entre ellas, hay también representación portuguesa debido a que el río Miño también aporta embarcaciones propias. En la zona de Goián y en Vila Nova de Cerveira aún es posible ver el bote anguleiro, embarcación especializada en la pesca de la angula que tiene similitudes con la dorna.

Otro punto de observación de estas formas de navegación construidas por carpinteros de ribera es la playa de A Fontaíña, en Coruxo. Allí están varadas en la arena varias gamelas coruxeiras pertenecientes a la Asociación Cultural Gameleiros, que tiene su sede en el cercano bar Breadouro.

En Moaña, todavía sale de vez en cuando al pulpo Ángel Boubeta con una chalana polbeira, que pilota él mismo impulsado por dos grandes remos.

Ya no es lo habitual. Ahora, la presencia en el mar de estas embarcaciones clásicas gallegas se ciñen al uso recreativo que le dan los miembros de las asociaciones, como es el caso de la Asociación Cultural Remadoira, que tiene su muelle de referencia en San Gregorio, punto costero de unión entre Coia y Bouzas, en la ciudad de Vigo. La escudería naval de esta asociación es amplia. En su página web señalan la presencia de varios modelos de gamelas, botes y dornas. Incluso, tienen un carocho del Miño, un barco que se utilizaba tanto para pescar como para transportar viajeros de una orilla a la otra.

Especial importancia tiene en este mundo de las embarcaciones tradicionales, la carpintería de ribera. Son los lugares donde se construyen o se reparan los barcos. En Moaña está la asociación Sueste que, además de tener sus propios barcos dispone también de ese astillero tradicional. Hay miembros de la asociación que tienen sus propios ejemplares, con los que salen a navegar, a remo o vela, cuando llega el buen tiempo meteorológico.

Trainera

Esta asociación tiene un galeón, el barco más grande que había en las Rías Baixas. Requería un tripulación pequeña porque era muy manejable y tenía la ventaja de poder varar con comodidad para facilitar las tareas de carga y descarga debido a que tenía un casco bajo. Era habitual que estas embarcaciones varasen en la arena con la marea baja para cargar y descargar, y cuando subía la marea podían volver a navegar sin problemas.

Dentro de este amplio y rico mundo de la navegación tradicional hay una embarcación cuya entrada en la ría provocó varios enfrentamientos, que llegaron a provocar víctimas, a comienzos del siglo XX. Es la trainera. A partir de 1896, la introducción en la pesca de la sardina de la trainera modificó los usos tradicionales por lo que no fueron pocos los marineros que se enfrentaron a los empresarios que alteraron el orden pesquero en las rías. Una de esas traineras se puede ver en Bouzas.