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Quiroga, arte urbano en cada esquina

Carlos Cortés
CArlos Cortés QUIROGA / LA VOZ

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La localidad se ha llenado en solo dos años de murales y otras obras de arte callejeras

23 feb 2022 . Actualizado a las 11:07 h.

Situado entre el valle del Sil y la cara sur de O Courel, el municipio de Quiroga es viña y olivo, pero también montaña. Esa dualidad a caballo entre la Ribeira Sacra y O Courel define sus dos paisajes. Monumentos históricos como el túnel romano de Montefurado lo sitúan en el mapa turístico desde hace mucho tiempo. Y en medio de todo ello, pasaba habitualmente desapercibido el casco urbano de Quiroga, separado del cercano río Sil y falto de un casco antiguo con personalidad. Pero la localidad está ganando atractivo en los últimos tiempos, y es en parte gracias al arte urbano. Cada vez son más los espacios que lucen murales de grandes dimensiones. De estilos y facturas diversas, sus autores suelen mirar al entorno más próximo para componer sus obras, pero no siempre.

La proliferación de murales en las calles de Quiroga es relativamente reciente. Empezó al mismo tiempo que en otros municipios de la Ribeira Sacra y gracias a una iniciativa del consorcio de turismo que promociona este territorio y que en el 2015 financió la realización de 36 de estas obras de arte en fachadas medianeras de edificios, pero también en muros y en otras estructuras, como depósitos de agua. A Quiroga le correspondió uno de estos murales. Se titula A Lavandeira do Sil y sus autores son Xoana Alvar y Miguel Peralta —el dúo que forma el colectivo artístico Cestola na Cachola—, que para esta obra se inspiraron en la leyenda de una mujer que buscaba oro en el río Sil.

Ese primer mural fue el que sembró una idea que empezó a germinar en el 2020. En plena pandemia, la asociación local Quiroga en Marcha, formada por comerciantes y empresarios del municipio, decidió promover la realización de otras intervenciones artísticas en diferentes puntos del casco urbano. Sus aportaciones, que contaron con respaldo de instituciones como el Ayuntamiento de Quiroga y la Diputación de Lugo, han sembrado de arte urbano esta localidad en solo dos años.

El resultado es que Quiroga luce en estos momentos siete murales de grandes dimensiones, adaptados a las formas y tamaños de diferentes edificios del casco urbano. Además del que hizo en el 2015 el colectivo Cestola na Cachola, en la lista hay murales de Joseba Muruzábal (Yoseba MP), el conocido grafitero de las superabuelas, que en el 2020 pintó en Quiroga Erundina vendimadora; de Mon Devane, Peregrina de Inverno» (2021) y Neno con oliva. Aceite de Quiroga (2021); de Germán González con su Alvariza, mel de Quiroga (2020); y Rapaza á beira da auga (2021), de Iván Floro, de nombre artístico Van Vuu.

Grandes y también pequeños

La nómina de arte urbano a la vista en Quiroga incluye también dos murales de formato más reducido, denominados Sororidade (2020), de Abi Castillo; Rosalía de Castro (2021), de Pablo Lage Sanjurjo-Van Kraf; Bícame nesta esquina (2021), de José Luis Lemos; y una intervención colectiva de los trabajadores de un taller de empleo, que en el 2020 decoraron con colores la plaza en la que está el albergue municipal. En la lista hay que incluir también una obra escultórica de Felipe Piñuela, la de los enormes lápices clavados en el 2021 en una esquina de la Casa da Cultura en homenaje a los escritores Ánxel Fole, Eduardo Moreiras y Luz Pozo Garza, quirogueses o muy vinculados a Quiroga.

Todas estas obras callejeras están en puntos cercanos entre sí del casco urbano de Quiroga. La ruta para visitarlos no tiene más que un kilómetro y medio, y se puede complementar con una visita al cercano paseo fluvial del río Quiroga. Y no es recomendable marcharse sin hacer una parada en los dos museos de la localidad, de tamaño reducido, factura moderna y colecciones muy interesantes. Se trata del Museo Xeolóxico de Quiroga, en el que se puede ver una recreación a tamaño natural de Elba, el esqueleto de 9.300 años encontrado hace unos años en la Cova do Uro (Folgoso do Courel) y del museo etnográfico de la comarca. La visita debería terminar con una parada para comer o cenar. Las opciones son diversas, pero resultan especialmente atractivas las de los restaurantes Parrillada Torres o Rego Gastrobar.