Tan solo el estado de un magnífico cruceiro desentona en un paisaje dominado por la naturaleza y la historia
26 feb 2022 . Actualizado a las 04:50 h.Visita a Rois vía Samil. Pero ¿Samil no es una muy conocida playa donde Vigo entero se vuelca en el verano y que nada tiene que ver con la comarca compostelana? En efecto. Pero también es un pequeño conjunto de casas en Rois.
El concello de Rois puede definirse como un enjambre de pistas. Sin duda eso se transforma en un inconveniente para cualquier administración, si bien constituye un imán para los amigos de la naturaleza y los paseos. Además, parte de su patrimonio histórico está no solo inventariado sino también expuesto. La web del Concello asegura que tiene más de 150 cruceiros, una docena de iglesias y otras tantas capillas. Un respeto, vaya.
Poco después de la Casa do Concello según se va desde Padrón —o sea, habiendo dejado atrás Samil— está señalizada a la derecha A Pontenova (DP-3302) y ahí se toma el desvío a la mano contraria por la DP-7401. Los primeros cientos de metros, emboscados, no van a llamar la atención, pero sí lo va a hacer luego el estrecho y precioso valle que queda a la izquierda, y el asfalto marchará en paralelo al río que forma aquel, que no es otro que el Sarela. Espectacular dentro de su sencillez, se va a cruzar por la primera pista que va hacia él, bordeando una casa con cuidado jardín dentro de cuyos límites se alza un bonito cruceiro.
La piedra a la vista
Así que bajada, la correspondiente subida y arriba de todo a la diestra para plantarse en las aldeas de Espai y Socastro. Procede resaltar que las viviendas son de tres tipos: semiabandonadas (o abandonadas por completo), de moderna construcción que suelen tener toques homogéneos, y las tradicionales recuperadas, y por suerte de estas hay muchas, ensalzando en el paisaje. Cierto es que dejar la piedra a la vista data de tiempos recientes, acción carente de cualquier base histórica (jamás se dejaba la piedra a la vista habiendo medios para taparla), pero nadie puede negar que ennoblecen el entorno.
Pero no son las viviendas lo más relevante aquí. O sí, pero las de dos milenios atrás. Porque, al dejar a la espalda Socastro, tras una gran curva aparece un desvío muy estrecho a la izquierda que vuelve a la aldea. Continuándolo —desde luego, a pie— se gana lo más alto después de traspasar una muralla. Y es que el excursionista holla un gran castro, excavado en su día en varias campañas internacionales que acogió a profesionales y jóvenes que vinieron incluso desde México, Corea (del Sur, obviamente), Venezuela, Argentina, Cuba, Rusia... Desde ahí arriba es de justicia recordar la enorme labor desarrollada durante más de un lustro por la Fundación Pro-Patrimonio, con su directora Nina Alvela al frente, todo un ejemplo para Galicia entera de cómo vecinos y empresas locales se unieron para defender su patrimonio. La crisis se la llevó por delante hace unos años.
El descenso implica la marcha atrás, pero no por el mismo camino puesto que en Espai arranca a la izquierda una pista cuya primera parada es la magnífica iglesia de Herbogo, compañera inseparable de un magnífico cruceiro. Pero lo que más llama la atención es, por supuesto, su impresionante torre, muy esbelta, alta, de varios cuerpos. Un panel explica que «de la antigua iglesia de Erbiecus poco se conserva», y aclara que el edificio que se alza ante los ojos data de 1715, puro barroco. En la fachada, un pequeño San Pedro, a quien está dedicado el templo. El paraje donde se encuentra tiene incluso algo de misterioso.
La bajada va a llevar de nuevo al cruce del Sarela, pero justo antes nace a la derecha un camino ancho y fácil para todos que a los pocos metros conduce a un pequeño y entrañable conjunto de molinos tradicionales, una visita que sería una pena perder.
El ascenso y posterior giro a la derecha dirige de nuevo hacia A Pontenova por la DP-4701. Pero en el camino aparece el único punto negro de toda la excursión: a la izquierda del asfalto, a un magnífico cruceiro de capilla se le ha pegado un largo muro de ladrillo. Una agresión en toda regla al patrimonio de un concello que lo cuida, pero que en este caso da la impresión de que mira para otro lado.