La literatura, el mar, la arqueología y el grabado encuentran cobijo en las salas de la comarca
06 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Barbanza es tierra de pescadores y mariscadores, tanto, que la historia de la comarca vinculada al mar llena varios museos. No es, sin embargo, el único contenido de unas salas que también tienen espacio para la arqueología, el arte del grabado, la literatura o la forma de vida de las gentes de antaño. Salas de exposiciones y centros de interpretación merecen una visita que ayudará a vecinos y turistas a conocer a fondo la historia, la cultura y la tradición heredada de los antepasados y la evolución que ha experimentado este territorio gracias al esfuerzo y el trabajo de todos ellos. Estos son algunos de los museos que permiten viajar al pasado barbanzano.
El Museo do Mar. Es el buque insignia del proyecto O mar feito tradición. Ubicado en un viejo edificio restaurado en el centro de la villa rianxeira, consta de tres pisos en los que se trata la relación de Rianxo con la actividad pesquera, así como las embarcaciones tradicionales y las distintas artes de pesca. En el primer piso se encuentran maquetas de barcos, su proceso constructivo, el diseño, las herramientas que empleaban y los distintos sistemas de propulsión. Asimismo, cuenta con una pequeña biblioteca temática sobre el mar y la cultura marítima tradicional. Al bajar las escaleras se encuentra una sala de exposiciones que acerca a los visitantes a la realidad del mar, y especialmente a la pesca artesanal, mientras que en el sótano se recrea un taller tradicional y se muestra el oficio de la carpintería de ribera.
A este museo se suma, a pocos metros de distancia, en la calle de Abaixo, el dedicado al poeta del mar, Manuel Antonio, situado en la que fue su casa natal.
A Pobra
Valle-Inclán. Otro de los museos literarios de la comarca se encuentra en A Pobra do Caramiñal. Datada en el siglo XVI, la Torre de Bermúdez se convirtió en la sede permanente de una importante colección patrimonial, especializada en el campo literario y pionera en el país. El Museo Valle-Inclán, de iniciativa municipal se creó en el año 1986.
Declarado monumento histórico-artístico de carácter nacional, en el interior del edificio se conservan muebles y objetos de la vida diaria del creador del esperpento. Así, se exponen y difunden la obra y la vida del autor, así como su estrecha vinculación con la localidad pobrense.
Ribeira
Museo do Gravado. En la parroquia ribeirense de Artes se fundó el Museo do Gravado, uno de los proyectos más novedosos para estudiosos y aficionados a las artes gráficas que combina obras antiguas y contemporáneas. Las instalaciones custodia una amplísima colección de estampas y grabados, y cuenta con tres salas de exposiciones abiertas al público. Cada año, el recinto, gestionado por una fundación, da cabida a la entrega de los premios Atlante, de los que ya se han celebrado trece ediciones con una amplia proyección nacional e internacional y que reconocen los mejores trabajos de grabado.
Museo Marea. Se trata de una visita imprescindible para sumergirse en la cultura marinera de Porto do Son. La sala consta de una colección única de piezas históricas que permiten descubrir la vinculación secular del municipio con el mar, y además, muestra testimonios en primera persona que acercan al visitante a modos de vida antiguos de otros tiempos.
Una auténtica dorna, que durante décadas navegó por la ría de Muros-Noia, hace de recibidor en la entrada del Marea, donde, según dicen los sonenses, está la memoria marinera. La variedad de las artes de pesca que emplea la flota barbanzana es otro de los puntos fuertes del museo, que no olvida las docenas de naufragios acaecidos en la zona y que recuerdan la dificultad y el peligro de la vida en el mar.
Noia
Laudas gremiales. En la iglesia noiesa Santa María a Nova, dicen los estudiosos, se encuentra el museo que alberga la colección de laudas medievales más importante del mundo. El número total de lápidas que se conservan supera las quinientas, datadas entre el siglo XIV y el XIX. Las más antiguas son las gremiales, que muestran en su superficie relieves con signos que identifican los diferentes oficios de los finados, desde canteros a carniceros, herreros o curtidores. Solo una pequeña parte de estas laudas están recuperadas y expuesta al público por falta de espacio. Además, templo por sí solo también merece una visita y es uno de los monumentos religiosos e históricos más representativos de la villa.