Boiro celebró sus tradicionales entierros y en Mazaricos degustaron bolos do pote
06 mar 2022 . Actualizado a las 19:59 h.Como es tradición en la comarca, Boiro y Mazaricos prolongaron el carnaval hasta el domingo en un empeño por resistirse a una siempre triste despedida y apurando al máximo sus últimos coletazos. En el caso boirense tuvieron lugar cuatro concurridos entierros. Al mediodía, una animada matraquillada recorrió las calles de Cabo de Cruz y los pequeños pudieron disfrutar de un paseo en tren. Para la tarde, en la capilla del Carmen, se programó un acto teatralizado bajo el título O Farruco volve á casa, mientras que los funerales y la incineración, con filloada y chocolatada incluidas, estaban fijados a partir de las siete de la tarde.
Circuito de pasabares para enterrar la Cunca hicieron en Praia Xardín, la comitiva comenzó el recorrido en el Arume con un acompañamiento de lo más heterogéneo. Por su parte, la asociación Fontenova subió al Felipiño en un carrito para lucirlo en un paseo por Escarabote que se prolongó durante varias horas. El centro social fue el punto de partida y retorno de la concurrencia. Al caer la noche no quedaba más remedio que prender las llamas para incinerar al Felipiño, pensando ya en la próxima cita.
Sesión doble en Abanqueiro
Doble sesión del entierro del Óso vivieron ayer en Abanqueiro. A primera hora de la tarde, en alborotada procesión, la comitiva se dirigió primero al lugar de Graso para rendirle honores Jenni y Cristian, que se casaron en agosto del 2020. La pareja tenía pendiente la cita, ya que el covid impidió que pudiera celebrarse el pasado año. Sin embargo, en la localidad no perdonan.
Tras cumplir debidamente con el protocolo, acompañados por la música de Adorniña de Abanqueiro, el cortejo emprendió camino hacia Mañóns con el fin de visitar a Fátima y Gabriel, la última pareja en contraer nupcias en la parroquia, y proceder así al tributo del Óso.
También alterada debido al covid se ha visto este año la Festa do Bolo do Pote de Mazaricos, forzada a renunciar a la tradicional degustación gratuita en la que integrantes de asociaciones elaboran el manjar a la vista de los asistentes.
Sin embargo, quienes lo desearon tuvieron ocasión de comerlo en media docena de establecimientos, que los ofrecieron al precio de 25 euros acompañados de cocido. Los restaurantes, que sirvieron unas 400 raciones, se mostraron satisfechos por la afluencia de comensales.