El hotel padronés abre Brandal, su tercer restaurante, de corte más clásico
12 mar 2022 . Actualizado a las 23:51 h.La familia Vidal no para, y ya tiene mérito en este tiempo de incertidumbre, que no les ha frenado a la hora de poner en marcha el tercer restaurante que convivirá en el Hotel Scala, el complejo hostelero que abrieron en Padrón, a los pies de la N-550, allá por los años 80. Salvo la crisis del petróleo, ya las vieron venir de todos los colores y sabores. Brandal, que así se llama el nuevo espacio que inauguran hoy, tiene un sentido muy evidente y confesable, que es llenar el hueco que empezaba a abrirse entre el restaurante del hotel, más del día a día; y la espectacular evolución del Asador O'Pazo, que pasó de ser un aparente local que apostaba por las brasas a convertirse en una referencia gastronómica que ya cuenta con un Sol de la Guía Repsol y que cada año que pasa es señalado por más expertos como uno de los grandes candidatos a conseguir la próxima estrella Michelin en Galicia.
Entre el menú del hotel y el tique medio del asador, por encima ya de los cien euros, empezaba a quedar fuera un importante perfil de cliente que quieren recuperar con una nueva propuesta definida por Manuel Vidal como «clásica». Brandal cuenta con una docena de mesas y pretende llenarlas de comensales dispuestos a pagar entre 50 y 70 euros (con vino) que buscan platos de siempre: marisco, cazuela de merluza, bacalao, jarrete, paletilla de cordero, chuleta, pescados de la ría y toda esa oferta que era lo más habitual hasta la llegada de la crisis global del 2008 y que se ha ido diluyendo entre el tapeo y los restaurantes que, como asegura alguno con un punto melindroso, no dan de comer, sino que ofrecen experiencias. A Brandal, sin duda, se va a comer y nadie tendrá dudas de lo que le ponen delante, porque todo en la carta es reconocible.
La apuesta empresarial es menos arriesgada que para cualquier emprendedor que empiece de cero, porque los años de experiencia, los equipos consolidados y la fama también cuentan en un momento en el que el restaurante clásico empieza a escasear. «En la zona no hay nada de este estilo», sopesa Manuel haciendo un rápido rastreo. El radar le podría llevar incluso hasta Santiago, donde cada vez es más difícil identificar media docena de restaurantes con una oferta de esas características, porque se han alimentados de las comidas de empresas y eventos familiares que han ido a la baja.
Con todo, habilitar un nuevo espacio dentro del Scala ha obligado a hacer una reorganización y la contratación de tres personas más entre la sala y la nueva responsable de la parrilla, que tendrá el asesoramiento y la supervisión del jefe de cocina, que lleva 34 años a ritmo de comanda, algo inusual en el sector.