Patrocinado por

Visita a la iglesia de O Cebreiro sin salir de la comarca compostelana

cristóbal ramírez

VEN A GALICIA

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Touro acoge un área recreativa que da forma a una iniciativa vecinal al borde del río Lañas

12 mar 2022 . Actualizado a las 04:50 h.

Una visita a O Cebreiro sin salir de la comarca compostelana. Esa es la propuesta que en un primer momento suena contradictoria, porque O Cebreiro es topónimo muy conocido por corresponder al primer pueblo gallego del Camino Francés a Santiago. Pero en este caso ese O Cebreiro se encuentra en el concello de Touro. Y Touro se define como el típico municipio rural gallego que no posee un gran monumento que figure en las guías pero sí numerosos pequeños edificios y yacimientos que le imprimen personalidad. Y, desde luego, reclaman una excursión. El municipio tiene generosos arcenes y aceras que hacen más seguro y cómodo el andar o el ir en bicicleta, pero, aunque potencia esto último, lo cierto es que se circula por carreteras que son como tantas otras y carecen de interés.

Si se coge un mapa 1:25000 se podría pensar que ya antes de O Cebreiro procede detenerse ante la ermita de San Sadurniño. Así que en O Empalme (carretera de Santiago a Lugo, pasado O Pedrouzo) se toma a la diestra, al par de kilómetros se gira a la misma mano (señalizado Touro) y menos de un millar de metros después ese mapa oficial dice que ahí está la ermita de San Sadurniño. Quizás estuvo, pero ahí no hay ni una piedra. Lo que hay es un área recreativa acogedora, con un bonito río canalizado.

Esa es la entrada a O Cebreiro, una aldea cuyo interés únicamente radical en su iglesia (a la izquierda), puesta bajo la advocación de San Xulián y necesitada de una mano de pintura, con su campanario barroco, un cruceiro cercano, un parque infantil y un palco de música. El templo original era de una sola planta, pero se le añadió una capilla por un lado y la sacristía por otro, así que en la actualidad muestra planta de cruz latina. Su espadaña lo sitúa en el tiempo del barroco, hace doscientos años.

O Cebreiro no da más de sí, pero una vez que se está ahí no es mala idea seguir la carretera hacia Fonte Díaz, un pequeño centro urbano donde además de la casa do concello hay todo tipo de servicios, farmacia incluida. En Fonte Díaz destaca su iglesia, la de San Xoán (en el stop, a la izquierda y de nuevo a la misma mano cuando se acaban los edificios; sin señalizar), barroca, con la piedra de sus muros a la vista y con una torre de muy buena factura formada por un cubo que da impresión de gran solidez rematado en una cúpula (en realidad, cupulín) que acoge las campanas. Por otro lado, asombra no su notable cruceiro y un edificio cercano, sino la enorme sencillez de su fachada.

En este caso también hay que decir que es un edificio del siglo XVIII, barroco por lo tanto, que muestra una planta rectangular de una sola nave y su cabecero cuadrado.

Si al finalizar la recta donde se coge el desvío a San Xoán se toma a la derecha, primero por angosta pista y luego por ancha carretera descendente, en 900 metros se llega al área recreativa de A Santaia, una iniciativa vecinal de 1994 (un enorme grabado pone 1995, cuando fue inaugurada) con mesas y bancos, muy bien cuidada toda ella, bordeada por el río Lañas.

Al otro lado del asfalto, donde arranca una ruta de senderismo, se extiende un agradable paseo que conduce al molino de Santaia, metros después de que se una la mencionada corriente con el Rego de Portapego. Ahí llama la atención que las orillas y el fondo del río sea de color ferruginoso. No son aguas medicinales, en absoluto. Los vecinos y varios políticos locales indican que es muestra de la contaminación de una gran mina cercana que alguien quiere ahora ampliar. Un punto negro, desde luego, que no arruina la excursión.