Patrocinado por

Os Grobos, un bosque con encanto que tiene dueños

Suso Varela Pérez
suso varela LUGO / LA VOZ

VEN A GALICIA

Los propietarios de la famosa arboleda de Becerreá permiten las visitas, pero piden respeto a los turistas porque pasean por un solar privado

20 mar 2022 . Actualizado a las 15:47 h.

Hay lugares especiales en Galicia llenos de encanto y misterio, y uno de esos espacios son Os Grobos, ese bosque de Becerreá que parece salido de un cuento mágico o de una historia de Tolkien. En los últimos días estuvo de actualidad por los comentarios en las redes sociales que advertían de una posible corta de árboles en este arbolado situado junto a la N-6, por la parte de arriba de Agüeira.

Los propietarios de esta fraga autóctona, famosa por incluir un laberinto de rocas kársticas, quisieron salir al paso y tranquilizar a los amantes del lugar para explicar que las marcas que aparecieron en al menos una veintena de árboles no significan que vayan a ser talados. «Son marcas que fixemos os donos para saber a quen pertencen, non hai detrás unha intención de talar, máis alá de que ás veces si que facemos cortas para consumo propio das casas ou para a venda, pero para iso xa se necesita un permiso da Xunta», explica José Manuel, uno de los vecinos.

Os Grobos, como espacio natural, tiene la protección de Red Natura y forma parte de la Zona de Especial Conservación (ZEC) Cruzul-Agüeira. Esto provoca que los dueños de las fincas que ocupan las 652 hectáreas de esta riqueza natural tengan derechos pero también obligaciones. Pero en el caso concreto de Os Grobos, lo que sí carece de una protección patrimonial son sus imponentes afloraciones de roca caliza modeladas por la humedad, y que junto con la vegetación, de todo tipo, ofrecen esa imagen tan peculiar de bosque encantado.

Este bosque tan especial está repartido en al menos unos veinte propietarios de Agüeira. Cada uno tiene un porcentaje diferente sobre la arboleda. La mitad de ella, la parte más alta, pertenece a una sola persona. Los dueños destacan que son ellos, de manera personal y sin ayudas de ningún tipo, los que se encargan de limpiar y acondicionar la zona. Por un lado para la gestión propia del bosque y, por otra parte, para que los visitantes puedan caminar por la zona.

La fama de esta zona arbórea le viene de lejos. Muchos recuerdan que en 1970 se rodó en este monte algunas de las escenas de la película «El bosque del lobo», dirigida por Pedro Olea, interpretada por José Luis López Vázquez, y basada en el libro sobre la historia de Romasanta.. Recientemente, en el 2018, Eloy Enciso, también usó este emplazamiento para la parte final de su estupenda película «Longa noite».

Los peligros de la visita

Aun así, los propietarios de Os Grobos apuntan que existen riesgos en las visitas. Primero recuerdan que se trata de una propiedad privada, y que tendrían todo el derecho a cerrar e impedir su entrada, pero reconocen que existe interés de muchas personas por conocerlo, por lo que acordaron, no sin grandes debates y discusiones no poner objeciones a su apertura.

Indican que las personas que acudan a pasear por Os Grobos, especialmente si van con niños, deben de tener cuidado sobre dónde se pisa, ya que en determinadas épocas del año se concentran abundantes restos de hojas, maleza o hierbas altas que ocultan huecos o zonas que pueden provocar caídas o torceduras: «Hai castaños vellos, con pólas perigosas, hai caleiros, furados, non hai sinalización, polo que é importante camiñar con tino». También reclaman a los visitantes más respeto por el bosque porque se han encontrado basura o han visto a personas subirse a las rocas, aunque en general la gran mayoría, dicen, son cuidadosos.

Y luego está el problema de cómo poder acceder a este monte y dónde se puede aparcar. Precisamente al ser un lugar privado, ninguna Administración se ha encargado de gestionar paneles, señales y lugares de estacionamiento, con lo que para poder llegar a este espacio natural requiere en ocasiones de paciencia y, en otras, los visitantes se exponen a una multa. «Os outro día viñeron dúas rapazas e deixaron o coche na beiravía da N-6. Xa lles dixen que non aparcasen aí porque a Garda Civil as podía multar. Non fixeron caso, e así foi», explica José Manuel.

Los únicos lugares donde se puede estacionar e ir caminando hasta el bosque son en la aldea de Cela, en la parte alta de la N-6, o a la altura de la fuente de Agüeira, por donde discurría la antigua N-6 y el Camino Real. «Houbo domingos que isto parecía unha feira, con coches atrancando a entrada da N-6. Tivo que intervir a Garda Civil», señala José Manuel.

Los propietarios también piden a los visitantes que ya que ellos permiten el acceso libre al bosque a su vez estos respeten los árboles y sus frutos, apuntando que los dueños de los árboles sacan rendimiento económico gracias a las castañas.