Cigüeñas de acero para alimentar el ADN ferrolano

Las 28 grúas con las que cuenta Navantia en el astillero local se levantan entre 75 y 90 metros sobre el suelo y forman parte del paisaje de la urbe

Son mucho más que imponentes máquinas de acero, emblemas de una industria naval que levanta su huella por encima de las murallas que circundan el astillero. Recortan el cielo ferrolano, visibles desde todos los barrios de la ciudad, como de telón de fondo en Esteiro, Caranza o A Magdalena. Protagonistas de miles de estampas, las grúas de Navantia forman parte de una cotidianeidad que a veces pasa desapercibida, aunque son a todas luces indispensables para la construcción de los barcos con sello local.

Oficialmente se denominan grúas pórtico giratorias, aunque los trabajadores del sector las conocen como grúas cigüeña. En la factoría local actualmente hay 28, la más antigua de las cuales comenzó a ser instalada en el año 1968 y la más moderna, en el 76. Esto es, algunas ya han superado el medio siglo y otras la cuarentena. Es una vida más larga para la que inicialmente estuvieron diseñadas, aunque ha sido posible por el mantenimiento efectuado y por los programas de modernización efectuados.

El parque se emplea para izar, transportar y colocar los grandes módulos en los que se dividen los buques para que puedan ser ensamblados en las gradas, además de para movilizar otro tipo de piezas y pesos. «Aunque todas parecen iguales, no lo son. La más pequeña tiene una capacidad de izado de 25 toneladas (funcionan 17 de ese tipo), pero también las hay de 60 (cuatro), 100 (tres) y de 130 (dos)», explica Juan Porto Rodríguez, responsable de gestión industrial de Navantia en la ría de Ferrol. Las máquinas tienen un radio de alcance entre 12 y 50 metros y pueden desplazarse por los carriles en donde están asentadas hasta medio kilómetro, en el caso de las situadas en las gradas.

Su instalación supuso una auténtica revolución industrial en el astillero, ya que las anteriores eran columnas metálicas con forma de t -similares a las que se puede ver en el sector de la construcción- con mucha menor versatilidad que las de cigüeña. Su altura oscila entre los 75 y los 90 metros, aunque la cabina del operador que las maneja suele estar ubicada entre 30 y 40 metros sobre el suelo.

Las máquinas de mayor porte están situadas en la zona de las gradas, en donde Navantia ensambla como si de un puzle se tratase las distintas secciones de un buque. Como ejemplo, cada una de las futuras fragatas del tipo F-110 cuya construcción está a punto de comenzar el astillero ferrolano están compuestas por 33 bloques. En las ceremonias de puesta de quilla -el primer módulo que se coloca en la grada y sobre el que se van ensamblando el resto- intervienen tres de estas máquinas. Su combinación de uso confiere a la factoría grandes capacidades de izado.

También en los alrededores del dique tres -el de mayor tamaño que tiene la división de Reparaciones de Navantia en la ría- hay otras cuatro grúas, aunque la mayor parte, y las más pequeñas también, están situadas alrededor de los muelles. Es la zona en donde atracan los barcos en construcción una vez que se han botado, por lo que las piezas que se manipulan ya son de menor tamaño que en la grada, además de otros barcos ya operativos.

No obstante, cualquier operación que vaya a implicar el trabajo de estas grandes moles está minuciosamente diseñada por el equipos de maniobras de Navantia, que establece también los trabajadores necesarios en cada momento.

En estos momentos, la plantilla propia de los manipuladores de estas máquinas está compuesta por 11 personas, 10 de las cuales están destinadas al área de nuevas construcciones -tanto en Ferrol como en Fene-, y uno, a la división de Reparaciones. No obstante, dependiendo de la carga de trabajo con la que cuente el astillero, esa cifra fluctúa. Es lo que sucede actualmente, ya que el departamento de Carenas está ejecutando la obra de modernización de la plataforma Terra Nova, perteneciente a la empresa canadiense Suncor, por lo que se han subcontratado 10 gruístas más, y la previsión es que también se contraten otros ocho adicionales conforme vaya avanzando la construcción de las fragatas F-110.

Esos cinco buques vendrán a sumarse a los 68 en cuyo proceso de fabricación han intervenido esos caballitos de mar que, en tierra, alimentan el ADN de los ferrolanos.

Una máquina reproducida por Lego

Si bien las grúas de Ferrol son una seña más de identidad de la ciudad, Navantia tiene en Fene otro gran emblema naval de la comarca: su pórtico, que recientemente ha sido sometida a un lavado de cara para ajustarse al emblema de las Energías Verdes, área a la que pertenece la factoría. Una de sus grúas cigüeña, no obstante, también ha sido reproducida por Lego, con la ayuda de los técnicos de la empresa pública. «Nosotros le pasamos los planos e hizo muy buen trabajo», reseña Juan Porto.

En estos momentos, en la antigua Astano también opera otra grúa, contratada por la empresa pública para la ocasión, que presta servicio en la construcción de las 62 jackets -cimentaciones que sustentan los aerogeneradores en el alta mar- que Iberdrola le ha contratado para el parque de eólica marina de Saint Brieuc, en la Bretaña francesa. Debido a la altura de estas estructuras, no podían ensamblarse debajo de la grúa pórtico, por lo que la dirección de la empresa contrató una, del tipo oruga, de 1.600 toneladas.

Cigüeñas de acero para alimentar el ADN ferrolano