Emigrantes en América ayudaron a crear varios centros educativos en sus localidades natales
19 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Decía José Ramón Iglesias Veiga que desde el punto de vista estilístico no existe una arquitectura indiana. Según el especialista en arquitectura, fallecido hace año y medio, solo se sostiene la denominación arquitectura indiana si se aplica a la procedencia de los fondos que la hicieron posible. Así que desde ese punto de vista hay en Vigo y su área metropolitana una arquitectura indiana dedicada a la educación y si no toda ella tiene un gran valor material, sí que lo tiene desde el punto de vista inmaterial por todo lo que representó para las gentes de donde se localiza.
Ya hace más de doscientos año que en Vigo existió una escuela pública pagada con el dinero del vigués, residente en la ciudad mexicana de Veracruz, Genaro Garza y Quiroga. No son pocos los emigrados a América, que allí hicieron fortuna y quisieron mejorar la instrucción de sus vecinos en Galicia. Hay que recordar que durante el siglo XIX y comienzos del XX, los ayuntamientos eran los responsables de construir escuelas en sus territorios y, en muchas ocasiones, no les daba el presupuesto o no eran esas sus prioridades.
En la ciudad de Vigo hay varios ejemplos de estas escuelas nacidas del dinero de la emigración. José García Barbón encargó a Michel Pacewicz la construcción de un edificio para acoger la escuela de Artes e Oficios, creada en 1886. Como ocurre con otras obras del arquitecto francopolaco en Vigo, el edificio fue firmado por Dimas Vallcorba. La gran virtud de esta escuela radicaba en que formaba en oficios a personas de extracción humilde.
Otro filántropo indiano fue Policarpo Sanz. Este hombre, natural de Marín, que había pasado su infancia en Vigo, donó una importante cantidad de dinero a la ciudad. Cada duro aportado a las arcas municipales tenía fijado un destino. Así, se pudo construir el edificio que acogería el primer instituto de la ciudad y que se llama Santa Irene en homenaje a Irene Ceballos, la esposa de Policarpo. Este edificio se levantó muchos años después del fallecimiento del donante, siguiendo las instrucciones del arquitecto Antonio Cominges Tapia.
Ramón Remigio Nieto Otero era natural de Lavadores. Emigró a Chile donde hizo fortuna. Quiso también, como los dos filántropos anteriores, mejorar la instrucción de sus antiguos convecinos. Por ello, en 1900 puso en marcha las conocidas como Escuelas Nieto bajo la dirección del maestro Severiano Cobas. Dice José Ramón Iglesias en su libro sobre la arquitectura indiana que este edificio, aunque fue firmado por Andrés López de Ocariz, debió de ser diseñado por el arquitecto vigués Manuel Gómez Román.
El cuarto emigrante vigués que dejó huella escolar en Vigo fue Tomás Antonio Alonso. Este hombre, nacido en Coia, reunió cierta fortuna en Argentina que le permitió donar a Vigo tres edificios para acoger otras tantas escuelas. Las tres parten de un mismo proyecto arquitectónico, y en su cornisa tienen una placa en donde se recuerda la donación para escuela de los edificios. Una está en la calle de Tomás A. Alonso, la otra en la de Casiano Martínez y la tercera en Castrelos. Según recoge José Ramón Iglesias en su libro Arquitectura e indianos na bisbarra de Vigo, la donación del edificio de Castrelos fue debido a que los padres de Tomás A. Alonso eran naturales de esa parroquia.
En el O Val Miñor hay varios casos similares, aunque alguna de estas escuelas ya no se conserva. En 1903 se creó en Argentina una sociedad, compuesta por los miñoranos Manuel Lemos, Eduardo Lemos y Francisco Cano, destinada a promocionar la educación en la comarca. Entre las que se conservan está la Unión Hispanoamericana Pro Valle Miñor, hoy conocida como IES Proval. Fue levantada por Gómez Román en Nigrán con ornamentación modernista.
En Gondomar está la escuela de Morgadáns, pagada por emigrantes de la parroquia en Montevideo y Buenos Aires.
En Redondela, donde hoy en día se sitúa un centro social, a comienzos del siglo pasado se construyó la escuela José Figueroa por mandato de un grupo de emigrantes redondelanos en Brasil reunidos en la Asociación de Hijos del partido de Redondela. Llevaba el nombre de José Figueroa porque fue el primer presidente de la asociación.
En Tameiga, en Mos, sigue funcionando hoy en día el centro educativo Coto Torrón. Fue construido con el dinero de los miembros de la Sociedad Protección Hijos del Ayuntamiento de Mos, constituida en Buenos Aires en 1918. El edificio se concluyó en la década de los años treinta. Los expertos desconocen la autoría de esta construcción, en la que destaca de forma notable la solución de frontón mixtilíneo de inspiración barroca que enlaza los dos cuerpos delanteros.
Iglesias Veiga apunta la posibilidad de que existan otros ejemplos en O Porriño, como es el caso de Cans, pero destacaba la dificultad de constatarlo.