Estos huecos semiesféricos excavados en la superficie de las rocas son algunos de los vestigios rupestres más recurrentes en diferentes épocas
30 mar 2022 . Actualizado a las 09:57 h.Francisco López Cuíña y Manuel González Catelino, vecino de Zobra y uno de los principales productores de miel de la zona, la de O Testeiro, son unos apasionados de la Serra do Candán y ambos la recorren a menudo. En uno de esos recorridos descubrieron los vestigios rupestres de dos piedras plagadas de cazoletas. En una de ellas contaron 44 y en otra, situada a unos pocos metros, 50.
Estos huecos semiesféricos excavados en la superficie de las rocas son algunos de los vestigios rupestres más recurrentes en diferentes épocas. Se encuentran a veces de forma aislada, otras veces agrupadas con otras o incluso junto con grabados rupestres.
Estos vecinos esperan ahora contar con la ayuda de algún experto de la zona de cara a determinar la naturaleza del hallazgo. López Cuíña hizo púbico el descubrimiento a través de su página de Sendeiros do Candán. Ayer explicaba que lleva 16 años realizando un trabajo documental que tiene como objetivo recopilar todo tipo de información sobre la Serra do Candán.
Una labor de campo ímproba que incluye el estudio de las albarizas, de los molinos, las minas o los viejos caminos. Toda una serie de información detallada con la que pretenden documentar los secretos y todo lo que guarda esta sierra única antes de que muchas de esas cosas se pierdan.
Francisco López señala que «as minas xa as temos case todas xeocalizada», lo mismo pasa con los múltiples molinos y las albarizas. Una vez encuentran una llevan a cabo su geolocalización para dejar constancia de su ubicación y realizan una ficha detallada de cada una. Una labor que no es fácil porque, apunta, moitas están en silveiras» lo que hace casi imposible el acceso.
Las dos rocas con estas cazoleras las encontraron el pasado miércoles y seguirán recorriendo la sierra en busca de otros vestigios y las huellas de la historia.
En cuanto a su posible origen el cronista e historiador lalinense, Daniel González Alén, cree que este tipo de cazoletas en las rocas en zonas de montaña pueden haber servido para delimitar el territorio o incluso zonas de pastoreo.