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Francisco Castro sobrevive al maltrato

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

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M.MORALEJO

El arquitecto vigués fue el principal representante del estilo racionalista en la ciudad

02 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Por no se sabe qué efecto del destino, la obra del arquitecto Francisco Castro Represas está permanentemente expuesta a la destrucción. A lo peor, su pecado fue dejarse subyugar por la modernidad, por la vanguardia internacional, algo que siempre en España ha sido interpretado como un ataque a lo propio y, por lo tanto, algo repudiable.

Nació en Vigo en 1905 y se licenció en arquitectura en Madrid en 1932. Él y Jenaro de la Fuente Álvarez fueron quienes introdujeron el estilo racionalista en Vigo. Es decir, sencillez, funcionalidad, empleo de materiales industriales, como el acero o el hormigón, y una apuesta clara por los avances tecnológicos. Ideológicamente, esta arquitectura fue vinculada a la república por lo que su pervivencia en España concluyó con el golpe de Estado, aunque ciertos rasgos se prolongaron en el tiempo.

XOAN CARLOS GIL

En sus primeros trabajos, Francisco Castro desarrolló de una forma clara el ideario racionalista. Su primer encargo en Vigo fue el edificio Ribas, en la esquina de Colón con Marqués de Valladares. Está actualmente en período de rehabilitación tras años amenazando ruina. Hay inquietud por ver el resultado final de la rehabilitación.

De esa época, es el tristemente recordado frontón, donde se detuvieron tras julio de 1936 a numerosos vigueses, muchos de los cuales solo salieron de allí para ser asesinados. Estuvo ubicado hasta los años sesenta en María Berdiales. La demolición también ha sido el fin de varios chalés repartidos por Vázquez Varela, Tomás Alonso y la Gran Vía.

Aunque es de 1935, el edificio Sanchón, en Policarpo Sanz, es significativo en la trayectoria de Castro Represas por lo que tuvo de simbiosis entre la tradición, ya que emplea granito, y la modernidad racionalista de sus líneas. José Luis Varela Alén, en su libro Arquitectura racionalista en Vigo, resaltaba de la obra de Francisco Castro, entre otras cosas, el hecho de que toda fue por encargo privado.

En 1939, Vigo tuvo su primer rascacielos. Fue así como el gracejo popular llamó al edificio Curbera, en García Barbón, debido a sus trece alturas. Tanto su portal como los ojos de buey de su fachada trasera hacen de este edificio un elemento muy reconocible en su entorno urbanístico. En esa misma época, Francisco Castro Represas levanta varios edificios de viviendas en Marqués de Valladares, Colón y aledaños. El más valorado por los críticos de arquitectura es el conocido como edificio Barreras, en Colón.

XOAN CARLOS GIL

También es de 1938 el edificio construido para el empresario cinematográfico Cesáreo González en la plaza de Portugal.

XOAN CARLOS GIL

Francisco Castro dejó su impronta en el paisaje industrial vigués. La fábrica de conservas Ribas, en Beiramar, es un ejemplo, aunque ha sido drásticamente modificada a lo largo del tiempo. Peor suerte corrió la factoría Freire, que estuvo hasta su demolición en el Camiño do Rocío. Ya con Pedro Alonso como socio, Castro firmó el proyecto para la fábrica de Álvarez, en Ramón Nieto, que hoy serviría de plató para una serie de zombis o sobre cualquier guerra de devastación. Es también muy significativo en la obra de este arquitecto el bloque de viviendas Pernas, redactado en el año 1941, para la esquina entre la Gran Vía y la avenida de As Camelias.

A partir de los años cuarenta, Pedro Alonso Pérez comienza a trabajar con Francisco Castro. De esta época es el edificio Albo, en la esquina de Urzaiz con la Gran Vía. Este edificio, que nació bajo el estilo racionalista, fue girando hacia elementos más clásicos, hasta el punto de estar coronado por una escultura que es una revisión de la Victoria de Samotracia, y usar columnas en el acceso al local que hace esquina.

En el año 2014, el gobierno municipal permitió el derribo de un chalé situado en la Gran Vía. El hijo de Francisco Castro, también arquitecto, explicaba entonces que aquel edificio unifamiliar había sido una de las obras de las que se sentía más orgulloso su padre, al tiempo que también era de las últimas construcciones racionalistas en la ciudad.

Pero, casi por unanimidad, la obra más conocida y aplaudida de Castro en Vigo es la sede del Club Náutico, calificada por algún experto como una obra valiente ya que mantiene gran parte de los postulados racionalistas en una época en la que ya estaba denostado este estilo. Tampoco tuvo suerte con este edificio nuestro Vigués Distinguido (con todos los méritos). No solo se alteraron algunos elementos de su conjunto sino que fue apartado del mar con la ampliación del muelle que se realizó en la zona. Además, la Xunta de Galicia se ha negado obstinadamente a declararlo bien de interés cultural. Hace dos años, Francisco José Castro Nieto, hijo del protagonista de esta ruta y también arquitecto, publicó un libro con la obra de su padre que no pasó del papel. Y no solo fueron obras individuales. Francisco Castro Represas imaginó otra ciudad distinta a la que tenemos hoy en día. Los bocetos están plenamente instalados en los principios racionalistas. «Su utópica propuesta se estructura en una serie de piezas urbanas del orden de las quince hectáreas, vertebradas en torno a la incipiente trama de comunicaciones del nuevo tranvía de Vigo, en el vacío urbano existente entre los núcleos de Bouzas y el área portuaria de Vigo», explicaba el hijo en el libro.