Solo cuatro de antiguas fábricas están preservadas y dos siguen funcionando
03 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Las chimeneas industriales están consideradas por los investigadores como símbolos históricos. En la comarca de Barbanza quedan en pie cuatro que formaron parte de importantes fábricas o aserraderos, que fueron derribados.
La insistencia de los expertos salvó las construcciones verticales orientadas a minimizan el impacto local de gases de efecto invernadero y otras sustancias de la industria. La mayoría de las que se levantaron en los concellos barbanzanos fueron construidas con hormigón o ladrillo. La expulsión de gases emitidos tras los procesos productivos era el principal objetivo de las chimeneas.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de estos símbolos de la historia industrial es su altura. Pero todo tiene un porqué. El motivo de que sean tan elevadas era evitar que el humo que sale por los tubos volviera al lugar de origen. Esto podría haber generado un grave problema higiénico, estético y sanitario. Cuando se levantaron estas construcciones, la ley obligaba a contar con una altura mínima de seis metros, estableciendo una distancia de dos entre la salida y la parte más alta del edificio.
A pobra do Caramiñal
En la playa de O Areal y en Os Raposiños. En el concello de A Pobra se encuentran dos de ellas. La playa de O Areal se caracteriza, entre otras cosas, porque en el extremo del paseo marítimo se eleva la chimenea de la antigua factoría de Pereira e Hijos. La conservera, que fue fundada por Celestino Porteiro y comprada posteriormente por la familia auriense, fue derribada hace 25 años. Si una parte de ella se mantiene en pie es gracias a la insistencia de los investigadores, que se movilizaron para evitar su desaparición.
La localidad pobrense fue una de las más demandadas por el sector industrial para ubicar sus fábricas. En la playa de Raposiños, a escasa distancia del paseo de Os Areos, se observan los restos de otra chimenea. Esta perteneció a la antigua fábrica de la luz. El establecimiento de generación eléctrica, según los expertos, más importante de Arousa norte, durante la época .
Junto a la capilla de Santa Rita. En el ayuntamiento de Boiro, la chimenea que pertenecía al aserradero ubicado en Pontebeluso se conserva en buen estado. El sector de la madera fue muy importante en la comarca, por ello los expertos quieren conservar aspectos que recuerden sus orígenes. La industria de primera transformación de la madera tuvo un gran calado en la comarca.
En el aserradero boirense se elaboraba, entre otras cosas, madera fina y tablillas para la realización de cajas para el pescado.
En recuerdo del antiguo aserradero. Otro ejemplo es la chimenea que se eleva en la playa de A Torre, en Rianxo. El alcalde, Adolfo Muíños, asegura: «É difícil lembrar a súa orixe inicial porque pertenceu ao serradoiro máis antigo, me atrevería a dicir, de Barbanza». En el año 2002, el Ministerio de Medio Ambiente, mediante la dirección general de Costas, declaró la construcción como parte del proyecto regeneración del borde litoral del entorno de Rianxo.
Las últimas en funcionamiento. El municipio ribeirense es el único que cuenta con dos chimeneas antiguas en sus instalaciones. La fábrica de Cerqueira, localizada en el barrio de Bandourrío, permanece en activo. A expensas de ser trasladada, el BNG de Ribeira propuso el año pasado declararla como bien de interés cultural (BIC).
No se conservan muchas muestras de este pasado ligado al mar, en la parroquia de Santa Uxía de Ribeira. Tampoco hay referencias de la arquitectura popular gallega. Por ello, se considera necesario mantener una estructura tradicional como la ribeirense. Los historiadores coinciden en la necesidad de preservar la identidad originaria de la localidad en este ámbito. Estas joyas de la arquitectura cuentan con un gran valor patrimonial e industrial. En este caso, pretenden garantizar su arquitectura singular.
La chimenea de la conservera Lou es otra de las que se encuentran en buen estado. La fábrica fue fundada por Tomás Martínez Vilar, en el 1880. Cuando falleció, uno de sus hijo tomó las riendas del negocio. En 1958, decidió invertir en maquinaria y equipamiento nuevo, y cambió la chimenea, por ello su origen está datado en ese año. Así, el hecho de que la fábrica siga en funcionamiento es gracias a uno de los bisnietos del fundador, Manuel Loureiro que decidió retomar la actividad en 1989. Recientemente, la factoría fue vendida y sigue en funcionamiento.