Cuatro paradas en el camino obligadas si uno pasa por Padrón, Melide, A Baña y Arzúa
VEN A GALICIA
A Casa dos Martínez, Estilo, O Muíño y Casa Chelo, elegidos por la Guía Repsol entre los Soletes de carretera
06 abr 2022 . Actualizado a las 11:49 h.Para aquellos que se proponen vivir disfrutando del camino hay cuatro paradas obligadas que deben hacer si pasan por Melide, Arzúa, A Baña o Padrón. Son los establecimientos de la zona que han sido premiados por la Guía Repsol entre sus Soletes de carretera, en los que merece la pena hacer un alto para recargar fuerzas antes de continuar el viaje, por lo apetecible y lo asequible. En la capital más dulce del corazón de Galicia está uno de ellos, Estilo. «Levamos 60 anos como cafetería e 75 como pastelería, técnicamente toda a vida», explica Alberto Rodríguez, al frente del negocio familiar que han mantenido tres generaciones. Además de ofrecer la santísima trinidad de la repostería tradicional melidense (melindres, ricos y almendrados), también son conocidos por sus elaboraciones con hojaldre artesanal. «Somos un cruce de camiños e nótase esa afluencia de xente que está de paso e vén buscándonos», constata el nieto de los fundadores de Estilo, la señora Concha y el señor Pepe, cuya senda siguió su hijo Jesús, y ahora Alberto.
En Arzúa, el Solete que alegra cualquier viaje es Casa Chelo, en donde la especialidad de la casa es la carne á media hora acompañada con salsa de cebolla y empanada casera. La bisabuela de María José Sanmartín fue la que puso en marcha esta casa de comidas centenaria, que sigue apostando por la cocina de siempre y el recetario familiar.
También hay sitio para los nuevos emprendedores entre los Soletes de carretera, que han ido a parar a un local abierto hace menos de un año en A Baña. Se trata de O Muíño, que en mayo cumple su primer aniversario. Su seña de identidad es un horno napolitano que Rafael Vieito y Estefanía Doldán adquirieron incluso antes de tener un lugar en el que meterlo. La pareja cuenta con un chef italiano e importa los productos para que sus pizzas sepan como las que sirven a los pies del Vesubio. «Na pandemia apostamos polo rural e instalámonos na terra dos meus pais porque é un lugar estratexicamente situado no que estamos cerca de todo», cuenta él, quien compagina su aventura hostelera con la gestión de una empresa de tecnología visual e iluminación técnica. «En realidade este era un soño que tiña eu dende pequeniño. Son fillo de emigrantes e a muller que me coidaba era italiana. Eu xogaba coa masa e imaxinaba ter unha pizzería», relata Rafa, a punto de cumplir los 39. «A miña parexa, Fani, está tan tola coma min e non só me apoiou nisto senón que ten o mérito de atender un local, estudar para o mir e coidar do noso neno de 5 anos», añade el responsable de O Muíño, «impresionado» por la buena acogida que han tenido en tan poco tiempo. Con pizzas, pero también con jornadas gastronómicas, menú del día, raciones, postres caseros y «as receitas de sempre» han conseguido conquistar a los barcaleses y visitantes en un tiempo récord, constatan: «Veu xente que vai de paso á Coruña ou, por exemplo, unha parella que se quedaba nas cabanas de Outes e desviouse no seu camiño expresamente para achegarse a O Muíño». En su guiño a la vida rural, la decoración incluye un rodicio de un molino familiar.
Y, para completar la constelación de los Soletes de carretera, en Padrón está A Casa dos Martínez, un pequeño restaurante regentado por Enrique Castillo y su mujer, Marina Rial, en el que la cocina de mercado es la protagonista. Precisamente la semana pasada, coincidiendo con el 31 de marzo celebraban que hace justo 21 años su «humilde casa de comidas» iniciaba la actividad en la villa padronesa: «Durante ese espacio de tiempo hubo dos guerras, un 11S, tres presidentes de la Xunta, dos crisis, un bum inmobiliario, un campeonato del mundo de fútbol, dos Eurocopas, dos años sin Pascua, una pandemia... y aquí seguimos».